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Me encontraba dejándome mis puños contra aquel cristal que no cedía, mi fuerza no era suficiente como para derribar el cristal que me impedía liberarme de aquella cárcel en la que se había convertido mi coche. 

Si por lo menos pudiera saber qué había sucedido para que yo llegase a esa situación. 

Si por lo menos todo esto estuviera justificado... Pero la confusión se apoderaba de cada rincón de mi cuerpo, cambiaba mis recuerdos convirtiéndolos en vagas imágenes que llevaban todas al mismo punto: a mi dentro del coche mientras veía como el agua se colaba por cada espacio del coche. 

Todas esas veces que había ignorado los cursos de supervivencia por querer practicar la audiciones que tenía, cada uno de los cursos de supervivencia que había obviado ahora eran lo único que me podían salvar y yo únicamente pensaba en que la única solución posible era seguir golpeando el cristal. 

Ni siquiera sabía cómo salir de la opresión que estaba haciendo el cinturón de seguridad contra mi pecho, el agua que ya me había cubierto las piernas había bloqueado por completo el movimiento de este y por mucho que quisiera no podía liberarme. 

Era como cuando sabes que has hecho algo mal y la culpa te corroe por dentro, te atrapa y no puedes evitar buscar una solución a ciegas, sin saber cómo solucionarás el problema. 

Me rendí apoyando mi cabeza contra el volante, no podía hacer nada, mi fuerza no era suficiente y el agua cada vez subía con más intensidad. Era imposible. 

Lo único que podía pensar en ese momento era en la decepción que estarían sintiendo mis padres por no haberles hecho caso, por haberme ido a Seattle a la audición, por no haberles escuchado cuando me decían que no era suficientemente bueno como para dedicarme a la música, por haber creído en mi y haber confiado en que podía hacerlo cuando nadie lo hacía. Una decepción que se sustituiría por tristeza cuando no vuelva a casa, por rendirme y no intentar escapar del ahogamiento inminente. Una imagen de mis padres y mi hermana pequeña apareció en mi mente, debía salir de ahí y no decepcionarles. 

Aproveché que el agua ya rozaba mi cuello para intentar escapar del agarre del cinturón, deslizándome gracias a la humedad. Cuando estaba fuera lo único que podía pensar era en romper el cristal para poder salir de ahí, así que agarré con fuerza los asientos y con ambas piernas golpee la ventanilla del lado del piloto, pensando que quizás con la presión del agua y mi fuerza se rompería. 

Cientos de pedazos se liberaron por el agua, haciendo que algunos cortaran pequeñas partes de mi pierna, pero no le di importancia. 

El agua comenzó a entrar con mucha más rapidez a partir de ese momento, lo que me dejó poco espacio de tiempo para coger el máximo aire posible y salir de ahí nadando hacia la superficie, la cual no sabía si estaba muy lejos o próxima. 

Solo sabía que mi aguante dependía de lo que mi cuerpo estuviera dispuesto a contener la respiración. 

Al salir por el agujero de la ventana sentí un fuerte pinchazo en la pierna, pero no podía perder la concentración en eso en aquel momento, tenía que salir de ahí en cuando pudiera. 

Cuando casi todo el oxigeno de mi cuerpo ya había desaparecido y una luz en la superficie me hacia saber que no quedaba mucho para poder recuperarlo. 

Pero no podía más. 

Mi cuerpo se había rendido y no respondía. 

Mientras mis ojos se cerraban por el cansancio y porque seguramente estaba perdiendo el conocimiento, solo podía pensar en que no podía decepcionar a mis padres, tenía que volver a casa y explicarles que aquel era mi sueño y lucharía por él hasta el final de mis días. 


Atrapados » shawn mendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora