25.08

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—Igual no es mala idea quedarnos aquí unos días...

—¿Para que se nos caiga la casa encima? —respondió ella girándose bastante seria. —Creo que paso.

—Hacemos lo mismo aquí que en la playa: nada. Además, por lo menos aquí si llueve no nos mojaremos, el techo está en bastantes buenas condiciones. —la chica me observó detenidamente y miró hacia arriba, comprobando que lo que le había dicho era cierto. Quizás no era un techo recién hecho y puede ser que cuando lloviese hubiese algunas goteras, pero por lo menos no nos empaparíamos.

—A ver, tenemos medicamentos que no están caducados, un botiquín que nos puede servir por si nos hacemos daño y con la espita podemos ir recogiendo agua y meterla en algún sitio que encontremos.

—Buscaré cubos o alguna especie de recipiente que nos pueda servir y lo limpiaré. —sugerí y ella asintió.

—Voy a pasear por el resto de la casa para ver qué hay que nos pueda servir, dudo que haya agua, gas o electricidad, así que tendremos que buscar algo para hacer fuego y si limpiamos la cocina podemos ver si ahí encima iría bien. —esta vez asentí yo y ambos nos levantamos del suelo para hacer lo que habíamos dicho.

Supongo que ambos estábamos de acuerdo en algo: no queríamos morirnos en esta isla y si estar en la casa era la única manera de conseguir sobrevivir durante mucho tiempo estábamos dispuestos a hacerlo.

Abrí todos los armarios que no había abierto el día anterior cuando buscaba vendas para la mano de Verónica, tomé todas las ollas, barreños y cubos que estuvieran en buen estado y pudieran servir y los puse encima de una mesa de madera vieja y agrietada por la humedad. Parecía estable a pesar de su estado.

—¡Shawn! —la olla que tenía entre las manos cayó de golpe al escuchar el inesperado grito de la chica desde algún punto de la casa, caminé buscándola y vi que estaba mirando a través de la ventada para comprobar que todo iba bien y que solo quería que fuera donde estaba.

—¿Qué?¿has encontrado otra casa? —bromeé ya que la última vez que me llamó fue por eso mismo.

—No, pero puede ser que eso nos ayude a recoger agua. —me acerqué a la chica y supe a qué se refería cuando visualicé el enorme lago que había detrás de la casa, de agua cristalina, con una pequeña cascada en un lado y todo lo otro rodeado de vegetación.

—¿Estás segura de que no estamos en un sueño?, porque esto es precioso.

—No, no estamos soñando, jamás metería en un sueño a alguien como tú. —me llevé la mano al pecho ofendido, pero la verdad es que era lógico que me diría algo así.

Nos pasamos el resto del día llevando agua del lago a la casa en cubos, después la metíamos en unas ollas y la hervíamos para que todas las posibles bacterias se murieran y no nos intoxicásemos.

El resto se basaba en Verónica mofándose de mi cada vez que me tropezaba y tiraba los cubos de agua por todo y tenía que volver atrás para repetir la acción de recoger el agua. 



Atrapados » shawn mendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora