El ardor de mi garganta no hacía más que provocar que no hubiera pegado ojo en toda la noche. Pero me había contenido las ganas que tenía de aclararme la garganta ya que no quería molestar a la chica que dormía enfrente mío, sentía que si lo hacía probablemente me atravesase con la lanza por despertarla.
Pero ya no podía aguantar más, me quemaba la garganta a más no poder, probablemente era porque había estado bebiendo agua salada los días que llevaba aquí y seguramente eso no era nada sano y tampoco me saciaba la sed, pero era lo único que tenía si no quería morir deshidratado. Aunque para eso creo que habrían hecho falta más que cuatro días aquí encerrado.
Tosí lo más flojo que pude, pero en el momento en el que mi garganta encontró alivio en esa acción decidió que lo mejor era seguir tosiendo y provocar que me ahogara tanto que por inercia tosiera más y más, que sintiera como si mis traqueas se estuvieran cerrando y el aire apenas circulase por mi cuerpo. Un agobio increíble empezó a apoderarse de mi cuerpo y no podía pararlo, sentía como el calor se apoderaba de mi cuerpo al no poder hacer nada más que toser una y otra vez, todo el poco aire que había en mi cuerpo lo estaba expulsando.
—¿Estás bien? —escuché la voz de ella pero solo pude mirarla porque la tos no cesaba. —No te mueras delante mío, por Dios. —me reí por como de despreocupada sonaba su voz y eso provocó que me ahogase aún más.
Quería responderle que me estaba ahogando por mi cuerpo estaba lleno de agua salada y tenía que sacarlo de alguna manera, peor ni siquiera podía hablar.
—Bebe agua. —la miré con ironía, viendo que me estaba ofreciendo un pequeño cuenco, hecho con hojas de los árboles, donde había agua que no parecía salada. Lo cogí con desesperación al notar que ya apenas me quedaba aire y mientras bebía el agua notaba como un alivio inmenso se apoderaba de mi cuerpo.
—Gracias. —agradecí mientras recuperaba el aliento. No pensaba volver a beber agua salda jamás.
—Ahora solo falta esperar a que tu cara vuelva a su color normal. Aunque he decir que así estás bastante gracioso. —bromeó ella y la miré con los ojos entrecerrados sin entender la gracia.
Estaba a punto de morir delante suyo ahogado y lo primero que hace es bromear sobre mi cara.
—¿De dónde has sacado el agua? —pregunté ignorando su poco graciosa intervención.
—De los árboles. —respondió bastante cortante mientras se levantaba de la arena para ir hacia la orilla de la playa.
—¿Cómo? —pregunté aunque sabía que lo último que quería era hablar conmigo.
—Clases de supervivencia. —ella levantó en su mano una especia de espita hecha con un trozo de madera y un poco húmeda.
Y volvíamos de vuelta a las andadas de las clases de supervivencia. Si algún día salía de esa isla pensaba apuntarme a un maldito curso de supervivencia y convertirme en el sabelotodo en ese tema.
—¿Has estado bebiendo agua salada, no? —preguntó mirándome de reojo mientras jugaba con la espuma de las olas que restaba en la orilla y sonreía por la gracia que le hacía la situación.
—No soy tan listo como tú. —dije con ironía cuando se giró a mirarme.
—Eso estaba claro desde el momento en el que aparecía delante tuyo ayer y vi que ni siquiera habías intentado cazar para alimentarte. —rodó los ojos, lo que provocó que la mirase incrédulo. ¿Realmente era tan sumamente irritante siempre?
—Por lo menos yo he intentado curarme las heridas que me he hecho. —objeté refiriéndome al enorme corte que tenía en su mano, que iba de punta a punta y se notaba que había perdido bastante sangre.
—No te metas en mis asuntos. —empezó a caminar y la miré sin entender dónde iba, pero probablemente si se lo preguntaba si que me iba a atravesar de verdad con la lanza.
La observé como cogía su lanza y después seguía caminando hasta desaparecer de mi vista, sin decir dónde iba y si quiera si iba a volver.
Ni siquiera sabía nada sobre ella, no me había dirigido la palabra a no ser que fuera totalmente necesario y eso me frustraba. ¿A caso no se alegraba de haberme encontrado? De no estar sola en esta isla, de poder hacer pasar el tiempo más rápido. Ni siquiera la había visto reírse, a no ser que fuera de mi. No entendía porque se comportaba así y cada vez me entraba más curiosidad.
ESTÁS LEYENDO
Atrapados » shawn mendes
Fanfiction-Cuando las luciérnagas aparezcan será nuestro último día atrapados. -susurró él mirando al cielo sin perder la esperanza.