26.08

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—¡Despierta! —el grito ensordecedor de la chica provocó que saltase del suelo y me golpease la cabeza contra la madera al volver a aterrizar. Obviamente provocando una risa por su parte.

—¿Qué es tan urgente? —me quejé sabiendo que podría haberme dejado dormir por el simple hecho de que estábamos atrapados aquí y que teníamos todo el tiempo del mundo para hacer lo que ella quisiera.

—He encontrado una puerta tapada por las plantas en la parte lateral de la casa, quizás hay un sótano o algo por el estilo.

—¿Y has pensado "voy a despertar a Shawn porque así me acompaña y me no me dará miedo"?

—En realidad he pensado que te tenía que avisar porque igual te despertabas y veías que me había ido y te asustabas. —la fulminé con la mirada sin poder evitarlo.

—Sí, Verónica, te acompaño. —digo sarcástico levantándome del suelo.

Ella no dijo nada más, simplemente empezó a caminar hacia el exterior de la casa y se giraba para ver si iba detrás suyo. Cuando llegamos a donde ella me había dicho vi que había cortado las ramas y las había dejado a un lado, dejando totalmente a la vista las dos puertas que estaban en el suelo, cerradas con un candado.

—¿Y cómo piensas abrir el candado?

La chica no respondió y vi cómo subía su pie y golpeaba el candado, ya oxidado, con solo un golpe. Mi gesto de sorpresa respondió solo a la pregunta.

—¿Qué crees que habrá? —pregunté mirando hacia las puertas que Verónica estaba abriendo. Un mal presentimiento recorrió todo mi cuerpo al ver lo oscuro que estaba todo. —¿Y si los dueños de la casa se quedaron encerrados ahí abajo y aún están?¿y si tienen armas?¿qué pasa si están muertos de hambre y al vernos nos comen? —parecía que mis dudas no eran de suficiente relevantes para ella porque me ignoraba igual que lo había hecho otras tantas veces. Bajé las escaleras detrás suyo, aunque seguía sin confiar en que pudiéramos encontrar algo bueno ahí. —Yo creo que aquí no hay nada, deberíamos volver. Ni siquiera se ve nada, ¿qué piensas encontrar si no hay lu...

—Si lo llego a saber no te despierto. —gruñó indicando que no tenía ganas de escucharme.

Aunque nunca las tenía.

—Shawn. —estaba empezando a pensar que solo se acordaba de mi nombre cuando necesitaba que mirase algo. —Creo que esto es una despensa.

Aunque en estos momentos me daba igual de la felicidad que acababa de empezar a sentir mi cuerpo.

—¿De comida?

—No, de cadáveres. —ironizó.

—Técnicamente si hay carne lo es, aunque no sean cadáveres huma...

—Cállate por el amor de Dios.

—Entendido.

Verónica tomó algo de algún sitio que ella veía y yo no y lo acercó a la luz que entraba del solo por las puertas que había abierto hacía unos minutos.

—¡Es comida! —salió corriendo por las escaleras y por unos segundos me quedé solo ahí abajo pero luego recordé que podía salir cualquier cosa de la oscuridad y corrí más rápido que ella, intentando no tropezarme por los escalones.

Cuando salí lo primero que vi, después de dejar a mis ojos acostumbrarse a la luz, fue a la chica dar un golpe a la lata de comida con la que había subido tan emocionada.

—Está caducado y lleno de gusanos.

—Ew. —fue lo único que salió de mi boca, provocando que ella me mirase haciéndome intuir que no era la mejor aportación del día. Pero luego empezó a reírse.

—¿Te dan asco los gusanos? —mi confusión aún estaba centrada en el hecho de que hubiera pasado de enfadada con el mundo por la comida caducada a reírse de mí, así que no me fijé que se agachaba a coger la lata de comida de nuevo. —Te voy a presentar a unos amigos.

—Verónica. —advertí dándome cuenta de sus intenciones.

La chica me enseñó la lata de lo que era verdura, pero convertida en pasto de gusanos. Cuando vi todos esos bichos moverse a su aire una mezcla entre repelús, asco, náuseas y escalofríos se apoderó de mi cuerpo y empecé a planear mi huida.

—Ni se te ocurra.

—¿No tienes hambre?¿no te apetecen unos gusanitos de cena? —atrapó uno con la mano y me lo empezó a acercar a la cara, provocando que me tapase la boca por el inmenso asco que estaba sintiendo.

Salir corriendo era la mejor opción, así que lo hice. Lo único que escuché fue la risa de ella. 

Atrapados » shawn mendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora