Camille, Camille. © #MerakiAwards.

3.

Cuando salimos de la heladería comenzamos a caminar por allí, no muy lejos del instituto. ¿Qué iríamos a hacer en el salón de clases, además? solo aburrirnos, mejor es hablar de cosas agradables junto a alguien agradable.

Estos lados en específico abunda flores, césped y diversas plantas y árboles; es muy hermoso, tocaba cada flor en cuanto podía.

Max y yo nos ganamos la confianza del otro, ya lo molestaba con cosas, hacíamos contacto físico o bromeábamos, como si ya fuéramos amigos desde hace un tiempo.

-La pasé muy bien, ¿y tú? -pregunta Max con interés.

-De maravilla.

-Gracias por el helado -sonríe como de costumbre.

-Gracias a ti por invitarme -le devuelvo la sonrisa.

-Chicos, los andaba buscando -menciona Jeremiah cruzándose por nuestro camino con poco aire.

-¿Qué pasó? -pregunté.

-La profesora Adrianne justo iba a entrar al aula, pero Ruby la ha distraído. Así que apresúrense, tórtolos.

Max al escuchar la última palabra dicha por Jeremiah se giró a verme y me brindó una sonrisa coqueta. Su acción logró un gran nerviosismo en mí y también felicidad, ese gesto podría significar algo.

Jeremiah tomó mi muñeca y los tres comenzamos a andar apresurados hacia el instituto, estoy cruzando los dedos para no tener mala suerte con la profesora Adrianne, es la más estricta de nuestra clase.

Subiendo por las escaleras, chocando con alumnos que terminaron mirándonos feo y cruzando algunos pasillos, llegamos a nuestro destino. Justo en el momento en que la profesora iba entrando, así que sigilosamente la seguimos y nos sentamos en un lugar al alzar, casi cerca de ser descubiertos.

-Prepárense, tenemos prueba hoy -anunció tranquilamente.

-Buenos días, profesora Adrianne McMichaels. Nosotros estamos muy bien, ¿y tú? -comenta un estudiante con sarcasmo.

Qué error ha cometido.

-¿Perdón?-llevó su mano a su pecho, ofendida.

Qué error...

-Eres muy poco amable -opinó con poco temor.

-Te quiero fuera de mi clase, dentro del aula de detención. ¡Ahora! -respondió con rabia.

-Genial -suspiró con alivio-. Gracias, prof -tomó sus cosas y marchó.

¿Qué diablos acaba de suceder?

Luego de lo ocurrido, todos nos preparamos para la prueba sorpresa. Ninguno estaba de acuerdo, ni tan siquiera el cerebrito de mi mejor amigo. Pero tuvimos que hacerlo, ese es el precio de ser estudiante y cursar el último año de preparatoria. La profesora pasaba por cada asiento con la hoja de la prueba al revés, la pillé en un instante sonriendo maliciosamente, la muy... señora disfruta de nuestro sufrimiento, seguro debe tener algún trauma escolar o algo.

Una hora y treinta y tres preguntas sin responder más tarde, la profesora pasó por cada lugar a recoger las hojas de la prueba. Juro que de aquí saldré más que reprobada, estoy perdida.

-Hola, Ruby. ¿Qué tal te ha ido en la prueba sorpresa?

-Como el tocino de mis desayunos -responde tristemente.

-¿A qué te refieres?

-¡Estoy frita, es eso! -exclamó para luego dejar caer su cabeza.

-También estoy frita, te entiendo -palmeé su hombro, compresiva.