Camille, Camille. © #MerakiAwards.

6.

Multimedia: Jeremiah Ludd.

Hemos pasado un rato bastante agradable visitando el centro comercial, fuimos por unos licuados, visitamos varias tiendas y conversamos sin distracción. Hazel y yo nos sentamos en la silla de una cafetería. De inmediato llega una llamada entrante a mi celular, al saber que se trataba de Max, atendí sin pensarlo.

-Hey, ¿en que andan?

-Hola, solo estamos en una cafetería hablando. ¿Donde estás?

-Las estoy esperando en el lago que está cerca del muelle.

-Genial, ya vamos -colgué.

-¿Donde está mi papi? -pregunta Hazel.

-Nos está esperando en un bello lugar. ¿Vamos?

-Vamos -asiente de manera sonriente y con confianza, tomó mi mano para marchar.

Creo que finalmente Max está bien, en realidad una discusión se resuelve sin acudir a la violencia, pero aun así no debería subestimar los problemas de los demás. A mí podría pasarme algo parecido.

Miré a la dulce Hazel, su sonrisa luce radiante. Sé que ella es una niña feliz, llena de amor y de buena educación. Me encanta conocer a personas tan agradables como ella y su padre, uno aprende tanto de ellos, la vida siempre ha sido dura; pero de vez en cuando nos trae alivio con experiencias increíbles.

Al llegar a la parada de buses, esperamos por uno que nos dejara cerca de nuestro destino, la espera fue corta. Y la llegada al muelle, también.

Max nos esperaba con su frecuente sonrisa, esa sonrisa que abunda humildad. Hazel al saludar a su padre se fue a jugar con el agua cristalina del lago, mientras que él y yo solo nos tumbamos en el fresco césped.

-¿Sabes? Amo que seas tan incondicional -vinculó.

-¿Eso crees? -me volteo a él.

-Sí, eso creo -afirmó.

Cuando ambos callamos, nos observamos durante largos instantes. Ubiqué mi mirada en sus labios, con la gran necesidad de besarlo. Mi cabeza pedía a gritos un beso de Max.

-¿Que piensas? -pregunta Max con interés.

-No, nada en particular -desvié mi mirada rápidamente, intentando que no note mis mejillas sonrojadas.

De pronto comenzó a reír ligeramente, volví a mirarlo y fruncí mi ceño con expresión de confusión.

-¿Que sucede?

-Es que eres tan linda -rozó sus dedos sobre mi mentón, causando miles de emociones en mí.

-Ca- Calla -balbucee tontainamente, evadiendo su mirada.

En ese momento el silencio se tornó incómodo, no sabía como romper el hielo. Esta cercanía me hace tan vulnerable, poder mirar sus azulados ojos de cerca, escuchar su calmada respiración y aspirar su aroma; es algo que no me esperaba, es por eso que no encuentro la manera de actuar ante algo así.

Pasó el atardecer, Hazel ya se encontraba agotada. Así que marchamos del lago y caminamos hasta la estación de trenes para ir a casa. El viaje ha sido relajante, habían muy pocas personas dentro del ferrocarril, la pobre Hazel se queda dormida en brazos de Max y yo quede muriendo de la envidia porque no tengo la suerte de yacer en sus brazos. Luego de un largo rato, el tren se detuvo en nuestra estación. Ahora que lo pienso, hoy ha sido una tarde magnífica.

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-Gracias por todo, la he pasado muy pero muy bien -dije.