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-Espero que hayan pasado a comprar condones -dije en voz alta, de brazos cruzados.

Los tórtolos volaron su mirada hacia mí, esos semblantes avergonzados se notaban a leguas. Mamá se separó rápidamente de su acompañante, acomodándose su ropa y despeinado cabello.

-¡Qué tonta soy! Había olvidado que tienes la menopausia -añadí con sarcasmo.

Estoy tan furiosa, ¿cómo no me lo dijo antes? la cosa se pondrá intensa desde este preciso instante.

-Camille, tranquila -me susurra Max al mismo tiempo que acariciaba mi espalda.

-Camille, nosotros estamos saliendo. Yo solo quiero hacer feliz a tu mamá -dijo el hombre, dando varios pasos hacia adelante.

-No me nombres, viejo ni tan viejo horripilante ni tan horripilante -contesté entre dientes.

Ni tan viejo porque no pasa los cincuenta, ni tan horripilante porque me recuerda a Bret Michaels; tiene un suave aspecto entre vaquero y rockero.

¡Con razón!, mamá adora la banda de Bret; Poison.

Ella aún seguía callada, mirando al suelo con sus mejillas encendidas en un suave rubor.

-Como quieras -vuelve a decir-. ¿Y tú, señor? ¿eres su novio? -se dirigió a Max, amable.

-No soy un señor, tengo veinte -contestó.

-¡Oh! Señorito entonces -sonrió.

Puse mis ojos en blanco y bufé. Ese sonrisa seguro es falsa, lo odio.

-No soy un señorito, tengo veinte. -respondió de nuevo.

-Bien, ¿joven?

-No soy jo... -calló-. Sí, suena mejor así.

-Mamá, estás muy callada para ser tan charlatana. Pero me imagino que en el motel dijiste más tres guiones de películas porno -mencioné con rabia.

-¡Camille! -exclamaron los chicos al unísono, más que perplejos.

-Sabes mucho de porno entonces -protesta mamá en su defensa.

-¡Eso no es lo que importa! ¡Lo que importa es que te veías tan ramera entrando por esa maldita puerta con ese tipo! -bramé con todas mis fuerzas-.

Sin imaginármelo lloré de cólera, por un momento supe que lo que dije estuvo de más. Pero ella debe saber que en una parte tengo la razón. Hasta Max la había visto...

El ambiente se tornó tan intenso que decidí subir a mi habitación a pasos decididos, cerré la puerta de un portazo cuando entré. Me subí a mi cama y ahogué un grito con mi almohada. Mamá lo había arruinado, yo lo había arruinado.

Después de lo sucedido y de tanto llorar, me quedé dormida. Pasadas las tres me desperté por mi cuenta, tomé mi celular aún soñolienta y noté que tenía seis mensajes: tres de Max, uno de Jeremiah y dos de Ruby.

Max: Te pasaste con tu mamá :s la pobre lloró. Pero te entiendo

Max: ¿Estás bien?

Max: Cuando todo pase puedes hablar conmigo :*


Jeremiah: Camimi!!!! vayamos al bar esta noche ;) irá Ruby..


Ruby: Hermosa :D quieres ir al bar?

Ruby: Confírmame lo más pronto que puedas

Ir al bar implica hacer nuevas amistades con vaqueros, bailar y escuchar música country, y beber cerveza como si fuera agua. Necesito salir, así que decidida le respondí a los chicos y comencé a arreglarme. Luego del frío baño me vestí en una camisa color blanca amarrada a la cintura, jeans ajustados, cinturón de cuero marrón y botas vaqueras. Me maquillé y me peiné de lo más rápido.

Camille, Camille. © #MerakiAwards.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora