Capítulo 15

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Coraline se asustó ante esas palabras. Pensó que Clayton la mataría esa noche sólo por ser Bruja.
Ella sólo miró al suelo y Clayton enseguida levantó la mirada de la joven e hizo que sus ojos se cruzarán.
—Jamas me agaches la cabeza por sentirte culpable de algo. Has lo con cualquiera, pero no conmigo.— Clayton le saco una sonrisa a Coraline.
Cuando mira por arriba del hombro de Clayton. Observa la blanca y enorme Luna que estaba cerca de la tierra. Se destapa y se levanta, se acerca a la ventana para mirarla mejor y tener una buena vista de ella.
—Mirala nada más. Es enorme.— Dijo susurrando.
Clayton miró a Coraline de arriba a bajo. Su short negro le daba forma a sus caderas y a sus glúteos. La musculosa blanca hacia que su cabello alborotado resalte más y las medias de Ragby le llegaban un poco más arriba de las rodillas. Él se mordió el labio al verla así. Siempre le éxito las mujeres con medias largas o cancanes negros que fueran tentadores.
A Lucí nunca le gustaron las medias, ni los cancanes y esa era una de las cosas por las cuales el no la amaba.
—Si, es....Muy hermosa.— Clayton se paró al lado de ella y no miraba la luna, miraba a Coraline.—Es igual de hermosa como la persona que tengo al lado.
Los ojos de Coraline se posaron en el y quedaron frente a frente. Ella sonrió y luego camino hacia el baño, el vio las piernas de la joven moverse y eso lo alteraron más.
<<Acuerdate que no es tu presa, acuerdate que no es tu presa>>. Se decía así mismo para no tener que hacer algo indebido.
Coraline salió con un rodete y la cara lavada. Se sentó en la cama como indiecito y lo miró.
—¿Qué vienes hacer aquí?— Le preguntó mientras jugaba con unas hilachas salidas de la frazada negra.
—Vine a verte. No te había visto afuera y como se donde vives, vine a visitarte. Pensé que estabas haciendo cosas indebidas con alguien, ya que estabas gritando.
—No estaba haciendo nada con nadie, sólo que me desquito cuando tengo pesadillas. Es por eso que duermo con mi Oso.— Ella agarró un Oso de peluche y se lo mostró. Clayton tomo al Oso entre las manos y lo observó.
Le recordó a los juguetes de su hermana pequeña Constans. Quién había muerto por culpa de él y de Lorenzo.
—Tienes 18 años y duermes con estas cosas. Que tierna.— Le guiñó un ojo y Coraline de sonrojó.
—Yo duermo con este Oso para no sentirme sola.— Los ojos de la joven miraron la ventana y la luz de la Luna se reflejó en sus ojos.— Luego la miro y me doy cuenta que no soy la única que está sola.
Clayton se sintió mal pero no lo demostró. Ya que lo que él quería era conocer más sobre Coraline y aferrarse a ella. Coraline lo tenía atrapado en una burbuja que ahora era imposible salir.
El sonido de las exhaladas de Coraline lo sacaron de sus pensamientos. La observó y ella estaba acostada, tapada hasta la cintura y abrazaba a su Oso con mucho cariño. Una lágrima se resbaló por su mejilla y la humedeció.
Clayton sen sentó y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta de Cuero negro que ahora estaba fría.
—Las Princesas deberían ser Felices. No se porque estás llorando Princesa.— Ella sólo negó con la cabeza.
—No estoy llorando, sólo hay un océano en mis ojos.—El sonrió ante su respuesta infantil.
—Y, ¿me dejas nadar en tu océano?
—No, porque hay tiburones y los tiburones te pueden comer.
—No le temo a nada. Ahora, cuentame. ¿Por qué lloras muñeca?
Coraline se corrió la lágrima.

Una nena con un vestido blanco caminaba por el bosque abrazada a su muñeca de porcelana.
—Mami.— Dijo con miedo. La nena siguió caminando en la fría oscuridad y en eso escucha el grito de una mujer. Se detiene plasmada ante la horrible imagen.
Su mamá estaba en el suelo, gritando y retorciéndose de dolor y Clayton saca sus colmillos de los tejidos de la piel de la mujer y mira a la niña.
Por sus labios corría sangre y sus ojos mostraban ira y sed.

Coraline abrió los ojos y lo miro. Clayton vio lo mismo que Coraline al hacer ese contacto visual y luego él se acercó a ella y le colocó un mechón detrás de la oreja.
—Deberia irme.
Clayton se paró y se dirigió hacia la ventana pero la voz de Coraline lo detuvo.
—Espera. —El se dio vuelta y la miró. Coraline estaba sentada y puso sus manos entre sus rodillas.—¿Puedes quedarte conmigo hasta que me duerma?
—No, puedo lastimarte y es lo que menos quiero.
—No te tengo miedo. Se que no me lastimarás, también se de lo que eres capaz y de lo que no.
El lo pensó dos veces. <<Sólo será esperar hasta que se duerma, luego te vas>>.
—Okey, me quedaré. Pero solo hasta que te duermas.
—Si, no te preocupes. — Ella se corrió, dejándole un lugar. El se sacó la campera, la remera y se acostó a su lado.
La miró y luego la abrazo despacio la cintura.
—¿Qué haces?— La voz de Coraline lo sobresalto.
—Nada...Nada, olvidalo.— Quito el brazo y luego bufo. Ella se dio vuelta y lo miro.
—Puedes abrazarme, no quiero que te sientas sólo.
El sonrió, deslizo el brazo y la abrazó. La piel de Coraline era suave y delicada como un pétalo. Ella apoyo su cabeza en el pecho de Clayton.
—Jamas me sentiré sólo junto a ti Princesa.— Ella sonrió y cerró los ojos.
Clayton se estaba durmiendo. Estaba impresionado, nunca se había dormido, sólo lo hacía después de acostarse con mujeres. Pero esto era diferente. Cerró los ojos y cayó en sueño.

Coraline abrió los ojos y se encontró con Clayton dormido. Miró hacia afuera y había una ventisca preciosa, pero hacia frío y recordó que había una ventana abierta. Se paró a cerrarla y se volvió a acostar.

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