XVII: En el palacio 2

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Sentí mi mano temblar, y Elsa la agarró. Los dos nos miramos e intentamos disimular el terror que había en nuestros rostros con una sonrisa.

Nos encontrábamos justo delante de las enormes puertas. Todos nos miramos con preocupación hasta que una voz nos interrumpió.

-¿Quién está ahí? -gritó el guardia que se hallaba en a un lateral de la puerta.

-Venimos de muy lejos. Nos gustaría saber si podemos pasar la noche aquí.

-¡Largaos! -gritó un segundo guardia-. El rey no quiere a viajeros moribundos en su palacio.

Nos miramos y Patapaz preguntó a Elsa:

-¿Aquí conocen Berk?

-Sí. Y saben que es un lugar importante, pero solo eso. Casi no hay información sobre ese lugar. Lo único que saben es que con su rey, al que vosotros llamáis jefe, no se juega.

-Entonces solucionado -dijo Astrid-, solo tienes que decirles que eres el futuro jefe y ya está.

-Príncipe -aclaró la platinada-. Príncipe de Berk.

-De acuerdo, de acuerdo -me aclaré la garganta y alcé la voz-. Soy el príncipe de Berk. Futuro jefe de esas islas.

Esperamos en silencio con la inquietud por dentro y, a los pocos minutos, las puertas se abrieron. Entramos con paso decidido dejando a los dragones fuera, a excepción de Desdentao que sí entró con nosotros. Una señora de unos cuarenta años nos guió hasta unas puertas cerradas y nos pidió que esperáramos. Nos miramos indecisos y Astrid volvió ha hablar dirigiéndose a Patán y los gemelos:

-No toquéis nada y no habléis. Esto es muy importante y no podeis estropearlo. Y no os separeis.

-Tenemos que estar todos juntos en esto -aclaró Patapez.

-Yo hablaré, y Elsa también -dije y todos asintieron-.

La misma señora de antes volvió y nos dijo:

-Ya pueden pasar. El rey los espera.

Las puertas se abrieron dando paso a una gran sala, en la cual había un trono con un chico sentado en él, no mucho más mayor que nosotros. Elsa empezó a temblar y la pusimos detrás, entre los gemelos y Patán.
-Su majestad -dije inclinando un poco la cabeza.

-¿Qué es lo que quieren? -preguntó sin mucho interés.

Nos miramos entre nosotros. Si este chico era el rey de este lugar, debía de ser un tirano. Me volví a él y dije:

-Hemos venido porque necesitamos su ayuda, para recuperar la memoria de una amiga.

Intenté sonar sereno, pero estaba muy nervioso. El chico se levantó y se dirigió hacia nosotros mirandonos de arriba a abajo. Mirándonos uno por uno con un sonrisa que daba miedo. Andó hasta que se detuvo en Elsa, que no lo habia mirado en todo el tiempo.

-¿Nos conocemos? -preguntó el supuesto rey a la ojiazul.

-No -contestó mientras le temblaba la voz y las lagrimas se derramaban por sus mejillas.

-¿Elsa? -me quedé de piedra. Ella parecía un flan de tanto que temblaba. Levantó la mirada llena de terror.

-¡Aaaahh! -Elsa parecía aterrorizada ante la pícara mirada del chico.

Corrió hacia mí agarrandome por el brazo. Aquel tipo empezó a acercarse y, tras la reacción de Elsa, me puse a la defensiva cortándole el paso para que no se acercara a ella.

-Pensé que no volvería a verte. Estás distinta.

Distinta Mentalidad, Mismo Sentimiento (hiccelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora