El cielo estaba gris, las nubes avisaban que iba a ser un día como los que le gustaba a ella... ella, aún no quería aceptar su terrible decisión, mi corazón latía con fuerza y algo me impedía articular palabra alguna, las lágrimas hacían arder mis ojos con fiereza, sus palabras cavaban aún en mis huesos...
—Te amo, Yu-kun — eso era lo que ella decía, y yo le creí... y como no creerle si éramos tan felices.
Las primeras gotas caían pero a mi no me importaban en lo absoluto, solo importaba ella, sólo ella y nadie más. Una lágrima involuntaria se me escapó y eso que había prometido no llorar, pero en esta ocasión al parecer iba a ser imposible.
Aun podía recordar la suavidad de su piel tan blanca y liza, ella desprendía un delicioso olor a duraznos y canela, un olor que a mi me volvía loco y ella lo sabia, más lágrimas se escapaban de mis ojos cubiertos por las gafas negras, recordaba su cabello ondulado y suave, como me encantaba hundir mi rostro en él, era lo más cerca a las nubes de lo que podía estar... ¿Por qué? Volvía a preguntarme una y otra vez y aun no encontraba la respuesta.
— Eres todo lo que necesito para ser feliz, Yutaka — Su hermosa sonrisa se reflejaba en todas partes, si yo era todo lo que necesitabas, ¿Por qué hiciste eso?
El cura hablaba y yo no podía dejar de mirar ese sitio, realmente no escuchaba lo que este decía, en este momento no me importa, seguramente si ella estuviera aquí me regañaria y me pediría que prestara atención, pero ella no estaba aquí... nunca mas lo estaría.Su ojos... dos perlas azules como el mar, dos perlas que me perseguían acusadores cada vez que yo hacia algo malo, o que me miraban soñadores cuando hablábamos del futuro y nuestros planes para este, a mis 25 años ella era mi más importante decisión, yo quería ver todos los días que me quedaban en la vida esos ojos azules llenos de vida y sueños ¿Por qué no me había dado cuenta antes?
Sentí una mano en mi hombro y como las gotas ya no caían en mi, levanté la mirada y me encontré con la suave sonrisa comprensiva de Yuu que sujetaba un paraguas negro cubriendonos a los dos de la lluvia, después de mí, el había sido muy cercano a ella, aún recuerdo cuando pensé que entre ambos había algo más que una fuerte amistad, que tonto había sido en ese instante.
— Pero si serás tontito, Yu-kun, yo sólo te amo a ti — esas fueron las palabras dulces de ella y después me besó de forma lenta y pausada como si quisiera que nunca se acabara.
La voz de Yuu me sacó del trance en el que estaba, él se dio cuenta que ni le había oído así que volvió a repetir lo anterior.
— Ella no hubiera querido que lloremos, Yutaka — sé que lo dijo con toda la buena fe del mundo pero ella no está aquí... ¿Verdad? Ella no se daría cuenta que yo estoy llorando.
— Aún no lo comprendo, Yuu, aun no entiendo que es lo que sucede aquí — trataba de que mi voz no sonara agitada, que difícil era esto. Yuu negó suavemente y comprendí que él tampoco sabía el porque de la decisión de ella.
— Estoy cansada, Yutaka — apenas eran las 4:00 de la tarde cuando ella se fue a la cama, ya no era la misma que antes, salía a menudo en las tarde al llegar del colegio en donde era maestra, yo no decía absolutamente nada para no discutir como lo habíamos hecho la noche pasada, solo lo dejé pasar. ¿Por qué cambió?
El cajón blanco empezaba a descender y los llantos no se hicieron esperar, su madre que tanto la había protegido, lloraba desconsolada en los brazos de su padre y quien no lo haría... Su única hija y el amor de mi vida descendía en ese cajón y con ella mis ganas de vivir, di unos cuantos pasos hasta el hoyo por donde ella se había ido.
— ¡Por supuesto que sí! — lágrimas de felicidad invadían el hermoso rostro de ella y seguido se abalanzó sobre mi besándome todo el rostro — ¡Claro que si quiero ser tu esposa Yutaka! — coloque el anillo en el dedo correspondiente y ambos nos quedamos viendo el artilugio, dos corazones tallados y pulidos se unían y en el medio de estos un diamante, en el aro tenían grabados nuestros nombres.
Tomé la caja de terciopelo azul y saqué el anillo que sellaba nuestro compromiso, lo miré por última vez y recordé nuevamente su sonrisa que me enamoraba en cada instante que la observaba; aventé el anillo en el hoyo devolviendolo así a quien le pertenecía desde un principio, retrocedi y la madre de ella aventó un ramo de claveles que tanto le gustaban a ella.
La tierra empezaba a caer encima de ella y no pude evitar que otra lágrima se escapara, la sentí recorrer todo mi rostro y terminar en mi saco negro del traje que llevaba puesto. ¿Por que? Esa pregunta no me dejaría en paz nunca, nunca mientras no encuentre la respuesta a lo que ella había hecho.
— Amor... ya estoy en ca... — no podía creer lo que encontré al entrar a la habitación que compartíamos, me acerqué corriendo hasta ella, sus ojos estaban cerrados como si durmiera, sus muñecas estaban destrozadas, un charco de sangre en el piso y otro en la cama, esto no podía estar pasando, me acerqué aún más para fijarme si aún respiraba pero ya no lo hacía, lo único que pude hacer fue llorar, casi media hora lloré con el cuerpo de ella aún en la cama, tomé el móvil y le marqué a la primera persona que se me ocurrió.
— ¿Qué sucede, Yutaka? — Yuu me contestó adormilado, le conté lo sucedido y en menos de diez minutos llegó a casa.
Terminaron de llenar el hoyo y encima pusieron un bloque de mármol con el nombre de ella, la gente de a pocos comenzaba a irse, Yuu se acercó a donde ahora ella descansaba y depositó un ramo de rosas rojas mientras sonreía levemente para luego frotarse los ojos, él también quería llorar y de seguro lo haría al llegar a su casa.
Yo aún me quedé un rato mas, la lluvia ya se había detenido y el viento soplaba con fuerza, ya no había nadie más junto a mi.
— Yo... no sé aún que es lo que sucede aquí, solo puedo decir que te estas llevando la mitad de mi vida contigo, mi presente, mi futuro, todo te lo estas llevando pero aun así no me arrepiento ni un poco de haberte conocido, de haberte amado, ya es muy tarde para preguntar el porque de tu dolorosa decisión... Te amo, te amo y no lo dejaré de hacer en mucho tiempo. — Lágrimas se derramaba ahora si con furia de mis ojos y mi voz sonaba entrecortada pero aun así no me detuve — Eres lo mejor que me ha pasado en este miserable mundo, llenaste de luz mi vida de mierda y no sabes cuanto te lo agradezco... estaré eternamente agradecido, me entristece tu decisión, me entristece tu final pero lo que más me entristece es que tu pudiste salvarme pero yo no pude salvarte a ti...
Volví a casa ya que la lluvia amenazaba con volver, de seguro era un delito manejar en este estado pero como ya lo dije, no me importa nada, abrí la puerta y un sobre blanco adornaba el suelo... ¿ Cuentas? No tenía ganas de ver eso ahora, cogi el sobre y al voltearlo el nombre de ella estaba estaba escrito en él y debajo el mio. Mi corazón volvía a palpitar con fuerza, abrí el sobre y me dispuse a leer lo que decía.
"Amor:
Para este momento yo ya debo estar a varios metro bajo suelo ¿Verdad? Lamento mucho la escena que viste.
Te debes estar preguntando el porque de mis acciones y desde ya quiero pedirte que me perdones, he estado tratandote mal cuando lo único que hacías era entregarme tu amor, lo escribiré ahora y espero pueda resolver tu duda aunque no pido que me entiendas, sé que es demasiado.
Tengo una enfermedad terminal y solo me quedaban unos meses de vida, soy una cobarde al no querer pasar mis últimos meses contigo y escoger la opción más *fácil*.
Pienso en ti, en cada cosa que hice pensé en ti, era lo mejor desaparecer ahora y así desprenderme de ti, pero mis acciones son muy egoístas ¿Verdad? Mejor muerta antes de torturarme alejándome de ti y además la enfermedad.
La carta se está extendiendo mucho y aun no te digo lo que es importante, nunca quise que te enteraras de lo que me pasaba, porque no quería verte sufrir... pero sucedió lo contrario, empecé a sentirme frustrada al ver que lo que tenia continuaba avanzando y terminé tratandote mal, pero eso no quería decir que yo había dejado de amarte, en ningún momento deje de amarte, tú aún me robabas el sueño Yu-kun y lo seguirás haciendo por toda la eternidad.
Te amo y una vez más, perdóname.
Terminé de leer la carta y caí en cuenta que yo había empezado a llorar, ¿En que parte? Realmente no sabría decir, solo sé... que ella siempre pensó en mi y que contestó cada una de mis preguntas con esta carta y eso me hacía un poco feliz.
Fin.