• Extra-La boxeadora •

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Sus ojos mostraban un brillo de adrenalina y discordia, una mirada fulminante

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Sus ojos mostraban un brillo de adrenalina y discordia, una mirada fulminante. Apretaba sus puños de lado a lado en sus caderas, sus nudillos estaban rojos he hinchados. Una mueca invadía su rostro, sus dientes rechinaban por la rabia contagiada . Su cuerpo estaba tenso y rígido.

Respiraba con dificultad, su voz entrecortada mostraba un tono enfadado y nervioso. Su mente no estaba clara, varios pensamientos en su cabeza La invadían, uno a uno peor que el anterior.

La chica dio unos pasos hacia al frente, un quejido ahogado salio desde el suelo. Los dos niños cruzaron su mirada, uno en el suelo; machacado, débil, con marca de golpes en su rostro y rasguños en sus brazos. Los cortes estaban enrojecidos, las marcas estaban oscuras, con moretones. El labio del chico estaba partido, de sus ojos resaltaban unas pequeñas lágrimas de agonía y sufrimiento. Se disculpaba, se quejaba y gritaba de todas las maneras posibles.

El otro niño estaba al frente de el, con la misma mirada. Sin arrepentimiento en ella.

Varios pequeños de diferentes clases salían a ver lo que pasaba, formando un pequeño círculo al rededor de ellos, gritando cada quien diferentes cosas. Algunos gritaban que llamaran a algún maestro, otros solo se reían o apostaban. Nadie decía nada para detenerlos.

—P.. por favor.. ¡ Para!—mascullaba él pequeño en el suelo aun lloriqueando.

Al parecer el niño al frente de el, era ella. Ella y no un él.

Su cabello oscuro tapaba una pequeña porción de su rostro, sus ojos cafés estaban poco destellantes y innatos , para nada amigable. Los lentes que antes estaban en su nariz, ahora estaban en el suelo, rotos y en pedazos. Su nariz estaba rosada y con una pequeña linea de líquido oscuro y enrojecido, coagulado por el golpe que había recibido.

Volvió a acercarse al niño, cada vez aun mas provocando un miedo intenso en el pequeño. Èl seguía rogandole que no lo lastimara, pero ella ya no le prestaba atención a sus palabras. Levanto su puño al aire y agarrando una gran bocanada de aire suspiró...

Alguien se acercó agarrando a la chica del brazo . Una maestra;

—¡Tamil! —ella la aparto con una mirada fulminante.

Tammi solo volteo a verla, su mirada se volvió en frustración. Su puño se apretó aun mas, sus dientes seguían rechinando.

La maestra que la había detenido era la señorita Ale —O ese era el apodo que los niños le daban—, su cabello era de mechas rubias y algunas rojizas, estaban alborotadas: como si un gran remolino pasara por ellas.

 Su labio estaba fruncido, hacia que en su rostro se mostrará unas arrugas al rededor en sus mejillas y en sus ojos. Su tez era apiñonada, de un color almendrado. Los ojos que antes abrían las puerta, ahora solo mostraban pura frialdad azotandola. Olía a crema de coco y hierbabuena.

La maestra Ale, era bien conocida por ser compulsiva en que las cosas estén en orden, seguía las reglas —La mayoría de ellas—, daba una buena lección a los chicos malos, y un buen consejo a quien lo necesitaban. Tenia un tremendo gusto por las cosas que tuvieran a su personaje favorito: Mickey Mouse.
Nadie sabia porqué, la verdad ni si quiera se quejaban o se tomaban él tiempo para preguntarle. Eso hacia que ella fuera misteriosa, siempre con esa mirada filosa, como un cuchillo, clavándose en tus ojos.

The dark swallow's [#PDA2016]Where stories live. Discover now