Capítulo 3

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Hablando de clases de matemáticas, creo que no era buena idea que estuviéramos juntos. Detestaba la materia y por más que intentara descifrar lo que hablaba el profesor, seguía creyendo que el idioma que usaba era griego... ¡MENOS ME CONCENTRARÍA SI TENÍA A EDUARDO SENTADO AL LADO MÍO! Y debo decir que era muy vergonzoso cuando entregaban el resultado de las pruebas, él siempre sacaba excelentes calificaciones, mientras yo era la de las notas del montón.

Caminé sin ánimos hasta mi casillero y al abrirlo me observé en el espejo, me arreglé absolutamente para nada, ni si quiera se había dado cuenta de lo que llevaba puesto. Para mi suerte el primer bloque de clase correspondía a artes visuales, lo que ayudaría a relajarme y desconectarme de todo el mundo, ser solo yo.

-Pueden traerlos listos la próxima clase, por ahora será mejor que comiencen a ordenar, pronto sonará la campana -indicó la profesora con su bolso ya en la mano.

Sin ganas de marcharme del taller, guardé mis útiles, limpíe mis manos, me deshice el delantal manchado por todos lados con acrílicos y esperé a que el timbre sonara. En menos de un minuto ya me encontraba guardando mis cosas en el casillero.

-Míralos -escuché su voz aparecer de un punto inexistente. Cerré la puerta del casillero y ahí se encontraba, mirando sobre mi hombro con recelo- Ella y ese perdedor... -apretó los dientes. Me giré y observé a la muchacha teñidamente rubia con una gran sonrisa en el rostro, seguramente coqueteando con un muchacho.

-Oye, ese... ¿es Gastón? -volví mi mirada hacia Eduardo y arqueé una ceja.

-Aham, así es -pronunció sin mirarme.

-¿Qué rayos le sucede? Siempre odió a esa chica -suspiré y tomé mi bolso tirado en el suelo.

-Sabes que no es verdad -suspiró molesto y apoyó su cabeza en el frío metal.

-Entonces... ¿por qué no hablas con ella? -miré hacia un lado, solía decirle cosas que no eran de mi acomodo.
Me miró pensativo y volvió a dirigir su mirada a la chica más tonta del colegio. ¿Como podía estar tan enamorado de alguien tan superficial, de la chica más egocéntrica y de quien piensa que un noviazgo es solo por aburrimiento? Nunca lograría entenderlo, soy la persona que haría todo para que fuese feliz, de hecho, lo hago, pero él ni si quiera lo nota.

-No, pensaré en algo mejor -sonrió desanimado- Será mejor que nos vamos al salón, es que tu odias la materia y yo te la enseño con dibujos -carcajeó y me tomó de un brazo arrastrándome a caminar junto a él.

No había nada mejor que observar a Eduardo mirar apresurado la pizarra y luego anotar la materia en su cuaderno. Detestaba que su perfil fuera tan perfecto, sus labios tan bien delineados y sus ojos hechos de manera perfecta.

-Anota -pronunció con una risita en la voz... Yo solo pegué un salto y dirigí enseguida mi mirada al cuaderno más que sonrojada. Que horrendo, en una de esas se dio cuenta de que lo observaba con sumo detalle, quizás se dio cuenta de que lo sentía.

-¿Entendiste algo de funciones? -miró mi cuaderno con apuntes que para él eran solo garabatos. Negué con la cabeza sin dejar de mirar la mesa.

-Sabes que hay prueba esta semana ¿verdad? -me miró serio. Aunque yo creyera que le importaba un rábano, solía ser muy preocupado por mí.

-Oye -suspiré y lo miré- Sabes que aunque estudiara por mil horas, aunque le prestara atención al profe... Nunca voy a saber que es la matemática ni sus contenidos.

-Y es esa la actitud que no tienes que tener, así que de castigo estudiaremos en tu casa -sonrió y volvió a anotar los problemas escritos e la pizarra.
Creo que ese tipo de castigos no me vendrían mal... Solo lo escucharía balbucear palabras griegas y me concentraría en ver el tierno y torpe intento que hacía por enseñarme. Dos bloques más de clases y sin más esperar, nos marchamos a casa. Temía que cuando entrase, Daphne estuviese preparada para comenzar a burlarse y molestarme dejándome en ridículo frente a Eduardo, así que no me quedó mejor opción que rezar a cada santo por mi casa vacía.

-¡MAMÁ! -exclamé apenas entré en el departamento- Espérame aquí. -corrí a la habitación de mis padres: vacía. A la habitación de Daphne: vacía. ¡NO HABÍA NADIE!- Parece que todos decidieron salir hoy -dije apareciendo por el living esperando a que Eduardo estuviese esperándome, cosa que no fue así.
Caminé hasta mi habitación y ahí se encontraba mirando por la ventana- Adelante, pasa -carcajeé dajando mi mochila en el sillón se volteó y me sonrió perverso... ¿Okey? ¿Eso era normal?- ¿Qué? -arqueé una ceja y me sentí completamente indefensa bajo su mirada traviesa.

-Tengo el plan perfecto -esbozó una sonrisa llena de malicia.

-¿Qué rayos se te pasa por la mente? -tragué saliva nerviosa, sabía que fuese lo que pensara, me involucraba.

-No, ni lo pienses, no me metas en tus problemas -musité molesta y comencé a sacar los cuadernos con los que supuestamente estudiaríamos.

-Por favor, por favor, por favor -suplicó tirándose de rodillas al piso y abrazando mis piernas.

-¡NO! Y no me convencerás con tus arrebatos de un niño de tres años -sacudí mis piernas con dificultad, su abrazo mantenía mis pies pegados al piso y mis rodillas estáticas.

-Ni si quiera sabes lo que pienso -objetó con seriedad.

-Si, si lo se. Planeas que hable con la chica y que le diga ¡LO DEVASTADO QUE ESTAS Y TAN NECESITADO VARGAS! -exclamé furiosa, el solo hecho de saber que tendría que ayudarlo con esa muchacha me revolvía el estómago.

-¿Y quien dijo eso? -soltó su amarre de mis piernas y se puso de pie para mirarme con picardía.

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Esto se pone cada vez más interesante, comenten que les parece la actitud de los personajes y si les gusta o no les gusta la novela.
Besitos😘

Think Of You |Eduardo Vargas| [adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora