Capítulo 20

440 22 0
                                    

Era lindo ver como sus ojos me suplicaban que lo perdonase, nunca se había visto más tierno y dulce.

-Pero ______ -se quejó con una pataleta, era tan parecido a un niño de 5 años- ¡TUVE A VANESSA SEMIDESNUDA EN MI CAMA Y NO HICE NADA POR TI! Estaba nervioso y sudando -se quejó una vez más y esta... dolió.

Lo quedé mirando en medio de un doloroso silencio, era increíble como hasta podía oír a mi corazón hacerse pedazos. ¡HACE UNAS HORAS ATRÁS, MÁS O MENOS, HABÍA ESTADO CONMIGO! ¿Ya ahora me decía en la cara que había dejado a Vanessa por mí culpa? Bueno, para que tuvieran una idea de cómo me sentía, era algo parecido a esto: Una basura, un estropajo. Me habían pasado a llevar, y había sido él. Sin decirle nada, corrí mi rostro para que no notara lo llorosos que estaban mis ojos. Solté mi brazo de su agarre y salí corriendo sin decir más.

-¡______! -lo escuché exclamar y al igual que no corrió tras Vanessa, menos lo haría por mí.

Siendo torpe y sin darme cuenta por donde era es que mis pies pisaban, tropecé con una de las mesitas decorativas de los pasillos, pero en microsegundos una fuerte mano me sostuvo para no caer al suelo y evitar el más que un seguro golpe en mi cabeza.

-Dios, esa hubiera sido una fea caída -suspiró con el mismo alivio que yo sentía por no haber caído al suelo. Charles.

-Muchas gracias -susurré haciendo un gran esfuerzo para que mi voz no delatara mi pena, pero resultó ser peor, estaba quebrada.

-______... ¿Estás bien? -buscó mi mirada escondida bajo algunos mechones de mi cabello.

Entre el tropiezo y la carrera a casa, había quedado lo suficientemente desordenada como para que mi cabello cubriese la mitad de mi rostro. Asentí con la cabeza, pero ya era tarde, las lágrimas comenzaba a parecer y a Charles, era imposible negarle más de una vez en cuanto a los sentimientos, sabía a la perfección cuando estaba bien o cuando simplemente no lo estaba.

-Dios... -susurró- Ven aquí -tomó de mi mano y me guió como una muñeca de trapo por el pasillo directo a su habitación. Me dejó sentada en su cama y se dedicó a prender varias luces con un delicado resplandor, que decoraban a la perfección el cuarto.

-Que rayos hizo Eduardo ahora -susurró molesto, sentándose a mi lado, siempre había ignorado su preocupación por mí, y ahora, luego de su confesión, era difícil no notarlo.

-Nada, es solo... una estupidez mía -traté de sonreír y pegué los ojos en mis pies colgando en el costado de la cama.

-Se lo inútil que es Eduardo, así que no te creo -dulce Charles, hasta en los peores momentos solía sacarme una sonrisa. Me veía tan obligada a contarle lo que había sucedido, pero era tan incómodo teniendo presentes sus sentimientos hacia mí.

-Dijo algo que... no debí haberlo tomado a mal, pero sabes lo sensible que soy, era de esperar que sucediera algo así -y de alguna forma me las ingenié para no contarle lo que sucedía, ya no podía decírselo todo.

-Entonces debe tener mas cuidado, es increíble que se conozcan hace tanto tiempo y no sepa como dirigirse hacia ti
-sonrió con los ojos brillantes. Sabía porqué lo decía, el siempre me trató con respeto, cariño y sabía muy bien las palabras adecuadas al dirigirse a mí, se podía decir que era la persona que nunca en la vida me había hecho algún tipo de daño y estaba seguro que nunca lo haría.

-Es que tu si sabes como tratar a las personas -sonreí y por primera vez miré a los ojos sin tener alguna sensación incómoda.

-Y por eso creo que debería enseñarle un poco a Eduardo -carcajeó dulce.

-No estaría mal -acompañé su risa y con suavidad empujé uno de sus costados.

-Oye, no debes sentirte mal por aquello, tarde o temprano Eduardo irá de rodillas pidiendo una disculpa, tú solo hace como si no te importara -y estaba en lo correcto, era tal cual como debía ser.

-Creo... que ese es el mejor consejo -sonreí.

-hamm... y oye, se que quizás lo de hace un rato fue incómodo, te debo una disculpa, creo que está bien que seamos solo...

-Amigos -interrumpí con una mirada y sonrisa comprensiva. El sonrió y extendió los brazos, nada en estos momentos podía ser mejor que recibir un abrazo de su parte, acogedores y protectores, nada mejor. Me quedaría siglos estando ahí, una amistad como la que ofrecía Charles era imposible de rechazar.

-¡AHÁ! ¡CON QUE AHORA CORRES A SUS BRAZOS! ¿NO? ¡PERFECTO! -su molesta, enojada y furiosa voz apareció en un instante en la habitación. Deshice el abrazo que sosteníamos y miramos en dirección a la puerta, era obvio, Eduardo.

Think Of You |Eduardo Vargas| [adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora