Capítulo 19

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—Dios… —susurré sin evitar una terrible expresión de miedo ¡ESTÁBAMOS ENCERRADOS! ¡ATRAPADOS! Eduardo aún mantenía sus ojos bien abiertos, ni uno de los dos sabía que hacer, estábamos estáticos.

—Eh… ¡LINDA! ¡VOY ENSEGUIDA, ESTOY CAMBIÁNDOME DE ROPA! —exclamó luego de alejarse ciertos pasos de la puerta. Tomó de mi mano y comenzó a girar desesperado buscando el lugar que me escondiera a la perfección.

—Perfecto —lo escuché susurrar. Abrió un closet, sacó algo de ropa y la dejó caer sobre su cama.

—No hagas ruido, prometo sacarte lo antes posible de aquí —sonrió dejándome en una posición no muy cómoda dentro del gran mueble. Solo asentí, no había ni otra opción.

—¡EDUARDO! Demoraste bastante… ¡Y ANDAS CON LA MISMA ROPA! —La escuché ingresar a la habitación.

—Estem… ¡SI! ¿Ves toda esa ropa tirada en la cama? Bueno, pensaba ponerme algo de eso, pero no encontré nada mejor, así que… opté por lo que… traía puesto —la habitación quedó en silencio de un momento a otro, ¡DETESTABA QUE HUBIERA SILENCIO!

Pasaban miles de imágenes por mi cabeza. Siendo cuidadosa entreabrí unos pocos centímetros la puerta del closet y me preparé para observar sea lo que sucediera. Era de esperarlo, no me encontré con mejor escena que a la barbie sobre Eduardo, ¡DIOS! ¿Estaba desesperada o qué? Se que Eduardo desencadena un montón de cosas inexplicables y uno no sabe como actuar, que hacer, pero por lo menos se que tenía algo de dignidad y delicadeza para hacer las cosas….
Vanessa parecía ser totalmente lo contrario; Tiraba de la polera de Eduardo de una manera impresionante, mientras que él estaba quieto devolviendo el beso sin problema alguno, pero aún así… había algo que no lo comparaba a como tocaba mis labios, quizás era idea mía o por el simple hecho de que Eduardo tuviese presente de que estaba en el interior de la habitación y posiblemente como espectadora.

—Vane... Vane —Lo escuché pronunciar con dificultad en medio del eufórico beso que la muchacha proporcionaba.

—¿Qué sucede? —pronunció ella alejándose centímetros para poder mirarlo a su comodidad.

—Es que… —balbuceó.

—¿Dónde esta ______? —¿Yo? ¿Por qué preguntaba por mí?

—Eh… ehh… se fue a su casa —musitó visiblemente nervioso.

—¿Eduardo?

—¿Si?

—Hazme tuya esta noche —se quejó sensual.

¡QUE ZORRA ERA! Inevitablemente los celos se apoderaron de cada esquina de mi cuerpo, como deseaba salir del escondite y arrojarme encima de ella para destrozarle su perfecto rostro. Estaba a punto de farfullar en su contra, como la detestaba… pero debía mantenerme calmada y en silencio, por lo que no pudo ayudar de mejor manera que mi mano derecha tapando mis labios, en una de esas se me salía alguna que otra frase amenazadora... pero pondría en riesgo mi vida y al mismo tiempo la de Eduardo.
Suavemente se besaban y ella misma tomaba la iniciativa de sacar un poco de ropa. Se sentó en la cintura de Eduardo y tomó el inicio de su polera para quitarla y dejarla caer en un costado del acolchado. Maldición, era de esperar que fuese perfecta y me frustraba pensar que Eduardo la prefiera a ella solamente por su estado físico. Sentía el nudo en mi garganta… estaba jurando no enfrentarlo nunca más, ni darle la cara si llegaban a hacer el amor en frente de mí… claro, no en mi cara, pero… aún así estaba escondida y Eduardo… tenía claro que yo sabía a la perfección que era lo que sucedía. La chica volvería atacar los labios de su novio, pero él, la frenó antes de que pasara.

—¿Qué sucede? —preguntó ella, era obvio que estaba desconcertada.

—Vanessa no creo estar preparado para dar este paso —sonaba tan serio como sincero… y eso no hacía más que mi corazón bailara de felicidad… Alto… ¿Dijo… que no estaba preparado? ¿Significaba que nunca… había estado con ella? ¿Acaso significaba que fui su primera chica? ¡OK! Era oficial, si era la mujer más feliz del mundo.

—¿Qué? ¡DIOS EDUARDO! Estoy semidesnuda frente a ti ¿Y tú me rechazas? —sonó ofendida. Pobre, ese es el resultado por ser tan... tan… ¡Estúpida! Si eso.

—Lo lamento… yo… —musitó con la voz baja y la alejó de su cuerpo.

—De verdad lo siento, pero no creo… que estemos listos… yo no estoy listo Vanessa —suspiró y le entregó la polera a su chica. Ella sin decir nada más, volvió a la prenda a su lugar y le dio la espalda a Eduardo para tomar su rostro entre las manos. Debió sentirse humillada, Eduardo la había negado.

—Linda… no… no tienes porqué ponerte así —la tomó de los hombros y ella con brusquedad se alejó.

—Ya no importa, me voy —tomó su bolso tirado en la cama y sin más esperar, abandonó el cuarto.

Think Of You |Eduardo Vargas| [adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora