Capítulo 28

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Seguía en silencio, tratando de no romper en llanto, tarea cual ya comenzaba a tornarse dificultosa.

—Mírame —susurró tomando mi rostro entre sus confusas manos y me obligó, con delicadeza, a mirarlo a los ojos— ______… ¿Estás llorando? —cada vez iba sorprendiéndose más, eran muchas las sorpresas y aún no acababan— ¿Qué tratas de decir con todo esto? —su voz estaba ahogada y yo no podía creer como diablos no comprendía que era lo que sucedía— ¡HÁBLAME! ¡¿ACASO ESTÁS ENAMORADA DE MÍ?! —exclamó furioso al no obtener ni una respuesta de mi persona. Otro puñetazo a mi corazón, ¿El no estaba enamorado de mí? ¿Él no sentía lo mismo? Empiezo a maldecirme por ser tan ingenua.
—¡_______! —gritó en medio de una pataleta.

—¡YA DÉJAME! —devolví el grito y el mío lo superaba— ¿Qué si acaso estoy enamorada de ti? ¿Eso me estás preguntando? ¡MALDITA SEA! —BOOM. Había explotado en llanto, ya no lo resistiría ni un segundo más —¡ESTOY ENAMORADA DE TI DESDE LOS SIETE AÑOS! ¡DESDE LOS SIETE! ¡POR LA CRESTA! ¡¿CÓMO ES QUE NUNCA TE DISTE CUENTA?! —grité a toda voz, sin importarme que sus ojos reflejaran confusión y estupefacción. luego de haberme desahogado con unos cortos gritos, me quedé con los ojos pegados en él, no se atrevía a mirarme. Era uno de los momentos más incómodos en mi vida, pero por fin podía decirle todo de una vez.
—Hiciste el amor conmigo… ¿Sabes lo que significa Eduardo Vargas? —sollocé recordando ambos momentos, cada beso, cada caricia. Tragó saliva y me miró sin palabras en la boca.
—Pensé que… pensé que lo hacías por… por amor —y nuevamente lloraba sin consolación alguna.

—No estoy enamorado de ti ______ —susurró posando sus manos en mis brazos y haciéndome entender con la mirada que toda amistad, toda relación entre los dos, había llegado a su fin.

Mis ojos debieron haber estado más rojos de lo normal cuando lo escuché prenunciar con desprecio y sin interés esas crudas palabras.
Me solté de él y lo miré con ahogo en los ojos. Sin esperar más salí corriendo, quería estar lo más lejos posible de él, si era necesario, no verlo más. Sentí sus gritos llamándome detrás, sus grandes pasos al correr, pero gracias a la multitud logré distraerlo y salir de la casa sin dificultad. Corría en la oscura noche bajo la lluvia, sin dirección alguna y sin protección, estaba sola, tan sola como me quedaría el resto de mi vida por haber confesado el secreto más grande. Era una gran lección; hay secretos que eran mejor guardarlos para siempre. Ni la lluvia lograba cubrir el llanto y al girar mi rostro, me vi parada en medio de una calle vacía, oscura y el miedo comenzaba a inundar mi cuerpo. Entre el llanto, la desesperación, la angustia y la tenebrosa sensación de peligro, tomé mi teléfono celular y llamé a mi hermana con urgencia, atendió enseguida, quien al escuchar mi voz quebrada y al notar lo cual destrozaba estaba, no tardó en aparecer en la calle.

—Dios, con que papá y mamá se enteran de esto, te matan ¿Sabes? Y pierdes para siempre la oportunidad de salir a fiestas locas —dijo divertida. Tenía dos opciones; Una: No se había percatado de mi deplorable estado y Dos: No sería entrometida por primera vez en la vida— ¿Vas a decirme que es lo que sucedió? ¿No creas que soy inocente y no me doy cuenta de lo que te sucede? —Ahám, como lo pensé.

—No quiero hablar —expresé mas seria que nunca y hasta me asusté cuando vi mi rostro de un verdadero cadáver en el reflejo del vidrio.

Apenas entré a casa, corrí a mi cuarto, cerré la puerta y dejé que el llanto me absorbiera una vez más, ¿Cómo pude haber sido tan inútil? ¡LO HABÍA PERDIDO TODO! ¡A MI MEJOR AMIGO Y A LA PERSONA A QUIEN MÁS AMABA! Las fotos pegadas en uno de mis muebles no ayudaban nada, caras divertidas de Eduardo y mías, cumpleaños, cenas familiares, paseos al campo… una infinidad de actividades cual no serían las mismas con la ausencia de uno. Mis parpados comenzaban a caerse producto al cansancio, las lágrimas me habían vencido, cuando mi no muy moderno celular comenzó a sonar con imprudencia. Debía de ser Eduardo y para asegurarme, estiré el brazo y agarré el aparato entre mis manos indecisas. Catalina.

—Hola —musité con la voz más apagada que nunca. ¿Por qué diablos había contestado? No deseaba hablar con nadie.

—¡______! —exclamó en un doloroso sollozar.

—¡DIOS! Catalina ¿Qué es lo que sucede? —me senté en la cama, los presentimientos iban y volvían… y cada vez eran más desagradables.

—______…E..E. Eduardo… —¿Eduardo? ¿Catalina llorando? ¡¿QUÉ DIABLOS ESTABA PASANDO?! No me agrada como escuchaba y todo empeoró cuando pronunció su nombre.

—¡CATALINA ! ¡DIME AHORA MISMO QUE DIABLOS ES LO QUE SUCEDE! —exigí con autoridad, tanto merodeo me hacía sufrir y otro nudo comenzaba a crecer intencionalmente cuando no sabía que era lo que ocurría y tenía a mi mejor amiga llorando en el teléfono.

—¡SE ACABAN DE LLEVAR A EDUARDO DE URGENCIAS AL HOSPITAL! ¡TUVO UN GRAVE ACCIDENTE EN EL AUTO! —y nuevamente se ahogaba en llanto.

El teléfono cayó al suelo y la batería de este salió disparada en una dirección que no presté atención. Mis sentidos estaban paralizados y mis manos comenzaban a temblar sin control. Aún sin poder asimilar que era lo que estaba ocurriendo, con dificultad llevé una de mis manos a la boca y grité desesperada.

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comenten Chic@s.. Besos😘
❤Feliz Cumple a nuestro Edu❤
❤20~Noviembre~1989❤

Think Of You |Eduardo Vargas| [adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora