Capítulo XI

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Desde ese mensaje, no le he hablado y el tampoco a mi, y hace tres días de eso. 

Se supone mañana vendría, pero después de eso, no lo sé. ¿Le hablo o no le hablo? Y si es así, ¿Qué le digo? Hago de cuenta que no dijo nada...? Pero como hacer eso, como ignorar un mensaje así. 

Como es de mañana, debe de estar en la escuela, pero de todos modos le envío un mensaje:

-Hola Pablo 

Bajo y ayudo un poco a mi mamá con las quehaceres de la casa; barrer, guardar o lavar trastes y cosas así. Reviso mi celular y aún no responde.

Han pasado ya horas y no obtengo respuesta de su parte, por dios Fernanda ¿Qué esperabas? Él te envió un mensaje y tu sólo lo ignoras ¿Qué clase de persona hace eso? Me resigno a que no responderá y salgo a dar un paseo que servirá de mucho para distraerme un poco.

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Suena el molesto despertador y comienzo mi rutina de cada sábado y me dirijo a la escuela con el ánimo un poco decaído pues no obtuve respuesta de Pablo.

Al entrar a la escuela me encuentro con una amiga y al notar mi mala cara, se acerca para hablarme

-¿Te sucede algo Fer? No te ves muy bien-Me dice Fátima 

-Pues te diré- Y con esa respuesta entro a mi salón, y tomo mi lugar

El día ha pasado muy lento y la verdad, no he prestado mucho atención a mis clases, si hubiera tenido un poco de cerebro, estaría igual que hace una semana, impaciente por que las clases terminen, pero no, ese día mi cerebro no reaccionó y esta vez fui yo quien lo arruinó.

Suena el timbre, es hora de salir, guardo mis cosas y me cuelgo mi mochila despidiéndome de mis compañeros y saliendo a gran velocidad... Mis ojos no estaban listos para lo que verían y mi cerebro mucho menos para procesar lo que estaba pasando...

Ahí estaba él, esperando  a que saliera de clases, con esa sonrisa que ha estado en mi mente desde ese último día en que lo vi y con un par de rosas en la mano ¡DIOS! Ni si quiera noté que estaba parada en la puerta de la escuela, hasta que una chica me pidió hacerme a un lado, reaccioné y crucé la calle.

-Hola Fer- Me dijo él, mirándome a los ojos, como si supiera lo que estoy pensado

-¡HOLA PABLO!-Dije más emocionada de lo que pretendía-No esperaba que vinieras

-Bueno, sé que quedamos en vernos más tarde, pero dije ¿Por qué no acompañarla a lo que hará y después ir a otro lugar?

-Bueno, no me refería a eso exactamente- Le dije yo, algo apenada

-¿Entonces?

-Bueno más bien, pensé que no vendrías, ya no hablamos y no respondiste mi mensaje- Le dije desviando la mirada

-Bueno, tu tampoco respondiste el mío, estamos a mano

-Supongo, entonces ¿Vas a ir conmigo?

-¡Claro! Es lo que acabo de decirte 

-Bien entonces hay que esperar a que salgan los demás para ir a comer

-Saliste muy rápido ¿Acaso escapabas de alguien?

-Es que en realidad he tenido un día difícil

-¿Quieres contarme? 

-Bueno, la verdad es que...

-¡Fernanda!- Me gritaron los chicos desde la entrada- ¡Ya no vamos!

No sabía que hacer, en verdad tenía ganas de ir a comer con mis amigos, pero a ellos puedo verlos en otra ocasión y a Pablo no, esta vez haría las cosas bien.Le digo a Pablo que me espere un segundo y cruzo de nuevo la calle y me dirijo a la puerta donde están ellos.

KilómetrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora