Memorias Fotográficas I

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Hace poco, me encontraba ordenando una pila de papeles que tengo, hace un buen rato, en el mueble mas cercano a mi cama, todo normal hasta aquí, fijarme si algunas copias pueden ser reusadas, separar las que ya no sirvan, pegar uno que otro estornudo provocado por mi alergia al polvo, así estuve un rato largo hasta que en una caja descubierta pude divisar una vieja fotografía, luego de  limpiarme las lágrimas pude apreciarla mejor, era mas grande que las normales, tenía marcas en los bordes como si en algún momento hubiese estado en un marco para fotos, tenia una esquina doblada y totalmente áspera, consecuencia de haber estado tanto tiempo entre libros y papeles sueltos.

No soy de los que suelen darse un momento para ver con cariño esa pequeña imagen que despierte algún recuerdo, o los que analizan a quien o quienes estén en la misma y pensar cuánto han cambiado. No, nada de eso, trato de reojear lo más rápido posible y ponerme a hacer otra cosa, pero, esta vez fue diferente, hubiera sido mas fácil tomar el dichoso estuche y guardarlo por ahí, que no me ocupe espacio al pedo, no, tuve que sentarme y esparcir todo su contenido en el suelo, y tomando una por una traté de acordarme que estaba pasando en esa foto, una de las tantas, encontré una de mi primera comunión, en la que estábamos todos los que la tomamos el mismo, un grupo enorme, todos vestidos con una especie de túnica blanca -nunca entendí la necesidad de vestirnos así, nuestros padres enserio creían que era lindo el hacer ponernos este pedazo de vestimenta en pleno Noviembre, que piensan que los jóvenes no sudamos o que?!- todos reunidos en el jardín que era propiedad de la iglesia, también volvieron a mi los días anteriores, si no me equivoco la ceremonia estaba programada para el 26 de Noviembre -el día después de mi cumpleaños, otra excusa para terminar celebrando, uff-, la semana previa fue un calvario, me terminé enfermado, no pregunten cómo, ni porqué, pero supe tener esta maldita tradición de enfermarme gravemente en la semana previa a mi cumpleaños, escalofríos que envolvían mi cuerpo haciendo que mis dientes parecieran castañas de tanto chocar, por momentos a penas y podía caminar  -ahora que lo pienso, hasta me rio, estos síntomas se presentaron justo cuando estaba a punto de ir a probarme la bendita túnica, estar caminando, a paso de zombie  junto a mi madre hasta el local de la señora encargada del vestuario de los mas de veinticinco chicos que tomábamos la comunión el mismo día, todo esto al son de mis castañas dentales- y lo peor de todo una fiebre insoportable que llegaría a  los treinta y nueve grados. Obvio que terminé en el hospital, recuerdo haber pasado buena parte de la noche acostado en una camilla con mi madre haciendo de guardia, con sólo ver su cara pude entender todo por lo que tuvo que pasar, la desesperación y el miedo que habrá invadido a esa mujer, sin saber que tan larga llegaría a ser la espera hasta que empezase a mostrar mejoría. Pasaron las horas y la medicina había echo efecto, me sentí mas estable y pude volver a casa.

Luego de haber pasado la noche en el hospital y mantenerme en reposo llegaría el día tan esperado -por los padres,claro-, fui despertado por el ruido  de la gente que daba mil vueltas por mi casa procurando que no falte nada, apurando mis ganas de salir de mi cama, tuve que ir a bañarme así me quitaba el sueño que aún dominaba mi cuerpo, al volver a mi habitación tenia mi ropa puesta en una silla (así no perdía el tiempo en buscarla), cuando terminé de cambiarme pase a tomar mi desayuno, mientras esto sucedía le di un vistazo al reloj, sabia que llegar a la iglesia nos tomaría diez minutos en mototaxi -triciclos motorizados que constan de dos partes, la del conductor y  los asientos de pasajeros, transportes típicos en Perú, también se pueden encontrar en Colombia (motocarros) o en buena parte de Asia (autorickshaw)- y de quince a veinte minutos a pie, no tenia que hacer tanto calculo para saber una cosa, lo cual no dude en transmitir : <<Ma, creo que estamos llegando tarde>>, en efecto la ceremonia empezaba a las nueve de la mañana y el reloj marcaba las ocho con cincuenta y uno, al percatarse de todo esto mi madre me hizo dejar el desayuno a medio comer, salimos del domicilio y paramos el primer mototaxi que pasó por la calle, le indicamos a donde dirigirse y partimos. No hay ser un genio para deducir que llegamos tarde, ya estaban todos en sus respectivos lugares, así que tuve que caminar de puntitas hasta donde se en encontraban los "iniciados", recuerdo el eco del flash de mas de cincuenta  cámaras  en el recinto queriendo capturar cada momento, y así paso la ceremonia, finalizada esta pasamos al jardín de la iglesia para mas fotos, intercambiar estampitas personalizadas y de un aperitivo -obvio que este último era el que me importaba más, tenia hambre y la hostia me había dejado mal sabor en la boca-.

Sin darme cuenta, empezó a dibujarse en mi rostro una mueca que casi pasa desapercibida, no era más que una pequeña sonrisa y con esta, una tranquilidad que pocas veces decía presente, mientras en mi cabeza resonaba lo que es, para mi, la mejor descripción de este recuerdo

"Uff, pero que semana de mierda.."

Un Inmigrante AburridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora