20. Secretos de familia

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Había pasado demasiados meses en punto muerto que volver a dar señales de actividad era extraño para ella y para las personas a su al redero. Durante los meses posteriores a la muerte de Susan, la chica había comenzado una rutina estricta: iba sola a la escuela y ahí se ocupaba de sacar buenas notas, pero ya no convivía con nadie ni siquiera con Montserrat. Cuando estaba en casa comía en su habitación y no salía más que para entrenar en el gimnasio o pasarse por el cuartel. Ni siquiera había participado en las celebraciones de fin de año. Jess se había vuelto una sombra que vagaba solitaria y en silencio. Como ese día había sido su ultimo día en la preparatoria y el siguiente curso comenzaba a hasta febrero, aprovecharía para comenzar su travesía en busca de un desconocido. Aun recordaba el suspiro entrecortado de su madre al pronunciar aquel nombre en su lecho de muerte.

Sebastian.

Bajó de la moto cuando llegó de la preparatoria, se echó la mochila al hombro y caminó hacia el jardín donde se encontraba el pequeño cuartel temporal de la Compañía Black. Sin molestarse en saludar, ordenó que la comunicaran con el encargado de la sede central en Starlight City. El agente de informática presionó algunos botones de su ordenador y le indicó la pantalla en la que se llevaría a cabo la video llamada.

—Buenas tardes, señorita Black. Lamento su perdida, desde aquí compartimos su dolor. Debo decirle que su madre fue un gran elemento, amiga de nosotros y... —comenzó melancólico el hombre mayor. Sus ojos pardos y viejos reflejaban una verdadera tristeza.

—No estoy aquí para hablar de ella —interrumpió la muchacha. El hombre se quedó atónito por el tono severo e indiferente que tomó la voz de Jess y solo terminó por asentir avergonzado—. Quiero saber todo acerca de Sebastian. Quién es, dónde está y por qué conoce a mi madre.

El hombre se aclaró la garganta. Jess notó incomodidad en la expresión del agente y suspiró, preparada para el secreto que iba a revelarle.

—Sebastian Black es medio hermano de su madre y del señor Hector.

Jess no podía creer que una vez más tuviera que enterarse de asuntos familiares desde terceros. Era increíble la cantidad de secretos que podían guardar los Black.

—Quiero todos los registros existentes de él, quiero que lo encuentren.

—No hemos tenido noticias del Sebastian desde... —vaciló un momento— desde el primer atentado contra la difunta señora Black.

—No importa si se borró del mapa, encuéntrenlo y prepárenme un viaje para cuando tengan su paradero. Esta es una prioridad —espetó la chica con autoridad.

—Pero, señorita. Los agentes tienen la misión principal de buscar a Ephraim...

—¿Usted está cuestionando mis órdenes? —Cuando Jess se inclinó hacia adelante en una postura amenazadora, el hombre se echó hacia atrás como si la chica tuviera la habilidad de traspasar la pantalla y asestarle un golpe.

—N-no —titubeó.

—Perfecto. El que dé con su paradero recibirá una buena compensación de mi parte. Quiero esta información lo antes posible y con la mayor discreción.

—¿Qué debo decir si alguien pregunta por esta nueva misión?

—Dile que sigues órdenes del Demonio Blanco.

Jess pulsó el botón de colgar antes de que el agente pudiera comentar otra cosa, la imagen se cambió por el escudo de la Compañía Black sobre un fondo azul: la flor de lis.

***

Tan solo tres semanas después de solicitar la información sobre su tío desconocido le llegaron las noticias que con tanta ansia esperaba. La agente a la que llamaban Pantera estaba fuera de su habitación, le dedicó un asentimiento a modo de saludo.

Sin corazón | Legado de sangre IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora