17. La sangre llama a la sangre

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—Jess, ¿estás bien?

La voz de Montserrat la sacó de su ensimismamiento, le dolía la espalda, no sabía cuanto tiempo ya llevaba sentada en el suelo y recargada en la pared. Se puso de pies cuando Montserrat dio un paso hacia ella.

—No quiero hacer esto, Montse.

—Sabes que estoy aquí, cierto.

Jess asintió.

—¿Qué harás ahora?

—Seguir como hasta ahora. Ella me dijo que mi padre estaba muerto y pronto aquello se hará realidad. Nos destruyó la vida por no ser como él, no dejaré que lo haga dos veces. Escapé de la muerte aquel día. Puedo volver a hacerlo, ahora sé a lo que me enfrento. Esta vez yo ganaré. no quiero seguir escondida, lucharé por mi vida y por mantener a mi madre a salvo. Contra quien sea —aseguró. Y la firmeza de su mirada dio énfasis a sus palabras.

***

Derek se había vuelto un maestro en escabullirse o eso esperaba, porque a pesar de ser lo suficientemente cuidadoso, podía sentir la presencia de Lana a donde fuera. No podría estar tranquilo desde lo sucedido meses atrás con Jess y su altercado con los diamantes. Cada vez que recordaba que había estado a merced de esos desgraciados el aire le faltaba. Y todo por culpa de Lana.

Ella misma se lo había confesado cuando llevaron el cuerpo de Zac al cuartel, el desgraciado no sabía ningún secreto suyo, todo había sido obra de Lana y por alguna razón que él no comprendía no entendía el por qué la mujer no lo había delatado. Aún recordaba sus palabras, escogidas con pinzas para ser amenazantes sin parecerlo.

—Eso de enamorar a la chica es algo mezquino, Scott —dijo Lana cuando lo encontró observando el cuerpo muerto de Zac. Derek llevaba ahí bastante rato porque sabía que eso lo había hecho Jess y la certeza del hecho lo atormentaba.

—¿De qué hablas?

—Te vi con ella, por eso Los Diamantes tenían su ubicación. Lo que no me explico es por qué no la atrapaste, ¿a qué estás jugando, Scott, cariño?

El miedo le revolvió las entrañar a Derek, pero no permitió que aflorara en su expresión. Se puso la máscara de chico duro, se puso la máscara de Scott Belmort.

—Creí que si la enamoraba vendría aquí por su propia voluntad. Pensé que para el jefe sería una satisfacción el que ella llegara... inmaculada.

Lana soltó una carcajada.

—Seguramente Ephraim agradecerá eso, así que es mejor que tu juego no vaya demasiado lejos. —Derek sonrió de manera maliciosa y Lana negó con la cabeza dirigiéndose a la salida, antes de desaparecer agregó—. Por cierto, no te preocupes por La Víbora, le he dicho que tú también estabas ahí, pero que cuando íbamos a por la chica llegaron los refuerzos de la compañía y nos fue imposible tomarla. —Lana esperó por una respuesta que no llegó—. Cuídate Scott, yo te cubro.

Y desde entonces sentía que efectivamente, Lana estaba buscando un desliz suyo para mandarlo al matadero. Si ella descubría que todo lo que hacía era a favor del bando contrario... ni siquiera quería imaginarlo.

***

De alguna manera regresar a la preparatoria después de las vacaciones se sintió como algo nuevo. Jess había pasado por tanto en los últimos meses que el hecho de estarse preparando para las clases le parecía algo trivial. Jess sonrió de manera genuina cuando bajó al comedor y la mesa estaba completa, Kate, Hector, Hanna, Montserrat y Susan ocupaban las sillas. Ella tomó su lugar y desayunaron en familia entre bromas y risas. Ya cuando estaban por salir Jess pasó por la sala para despedirse de su madre.

Sin corazón | Legado de sangre IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora