Capitulo 6.

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Ese día era, ¿qué? ¿miércoles? Si, era un miércoles.

Habían pasado casi tres días sin ver a Frank así que decidí ir a su casa a visitarlo por el simple hecho de que lo extrañaba. Era cierto que antes solía estar solo todo el tiempo y no tenía problemas con eso, amaba mi soledad pero al conocer a Frank todo cambio, me hice dependiente de él y su compañía, dependiente de su sonrisa y sus chistes malos, dependiente de sus ojos multicolor entre otras de sus cualidades.

El atardecer estaba frente a mis ojos, los últimos rayos del sol se colaban por las nubes y el cielo se pintaba de un color naranja cálido, el clima descendía pero por suerte llevaba un gran abrigo, no iba a arriesgarme a coger un resfriado.

Donna había revocado mi castigo hace algunos días con la condición de que llegara antes de mi toque de queda; las 10 de la noche.

Yo ya era amigo de Frank en su casa y era más habitual que la señora Iero me viera por ahí junto a su hijo, por alguna razón eso me hacía feliz, me sentía aceptado por ella.

Frank estaba bien, siempre con una historia que contar y con una sonrisa o abrazo que regalarme que sin importar lo insignificante que suene, era mucho para mí. Aún no le confieso a Frank que me gusta, y dudo hacerlo algún día.

Como sea, el sol estaba apunto de ocultarse cuando estaba en el pórtico de su casa y tocaba un par de veces a la puerta. Siempre me ponía nervioso estar en su casa, sentía que me toparía con su padrastro, que por cierto aún no conozco.

A los seis minutos, cuando pensé que nadie estaba en casa, la puerta se abrió y me permitió ver a una destrozada Linda Iero. Lucía terrible, su cabello estaba suelto y esponjado, su nariz roja al igual que su cara, sus ojos aún vidriosos y por sus mejillas aún corrían un par de lagrimas.

Al verme, como si hubiese visto a alguien que extrañaba mucho, se rompió y comenzó a llorar lo que parece una vez más.

"Gerard" logró decir cuando su llanto cesó y se hizo a un lado para dejarme pasar, lo cual hice.

Su casa estaba hundida en un profundo silencio donde lo único que se escuchaba eran los tacones de la madre de Frank en las baldosas del piso. Caminó hasta un pequeño sofá y se dejó caer rompiendo otra vez en llanto. Quizá era un mal momento y debía de irme. Pero no sabía qué hacer, y estaba parado a media habitación solo observando a la mujer. No me moví, no dije nada, incluso no respiraba por qué sentía que haría mucho ruido.

Tampoco había señales de Frank.

"Gerard" volvió a decir y le conteste en un monosílabo "ven, siéntate"

Obedecí y me senté frente a ella, fue cuando noté los muchos papeles que estaban regados en la mesita donde la señora Iero solía poner las galletas y el café. Parecían papeles del hospital, con muchas letras.

"¿Pasa algo? ¿dónde está Frank?" pregunte pero no obtuve respuestas.

Todo en la habitación se tensó y por más que intente averiguar qué estaba pasando, nada venía a mi cabeza. Todo estaba perfecto, ¿qué podía estar mal? ¿sería el padre de Frank? ¿me prohibirían verlo?

Entonces cuando parecía que volvería a hablar, sus ojos se cristalizaron por completo.

"E-es Frank" titubeo, con la voz entrecortada y las lágrimas asomándose por sus párpados. Sus manos no dejaban de juguetear entre ellas.

"¿Qué pasa con el?" pregunte, comenzaba a ponerme nervioso y verla en esa situación no ayudaba en nada.

"¿R-recuerdas que tenía un dolor en la espalda?" cuestionó y su vista recorrió todo el lugar, como buscando algo, cualquier cosa para evitar mi mirada.

"Si... ¿qué hay con eso?" cuestione una vez más pero ella no respondió. Abría la boca pero de esta no salía nada y la volvía a cerrar, buscando que palabras formular "Señora Iero, dígame que pasa" ordene con la voz un poco más dura.

"F-frank tiene cáncer" soltó con la voz rota y fue suficiente para que el llanto la invadiera, tapando su rostro entre sus manos. Ella lo soltó como una bomba, solo lo dijo "17 años y Frankie tiene cáncer terminal"

Cáncer. La palabra es tan corta como la vida que le permite a alguien.

Las palabras de la señora Iero se perdieron antes de llegar a mis oídos, era imposible escuchar algo más que un gorgoteo salir de sus labios. Quizás por qué mi mente estaba en otro lugar. Quería llorar, gritar y tal vez golpear algo. Era todo tan injusto, tan surreal, no podía estar pasando, simplemente no. Mi cabeza aún no procesaba lo que me acababan de decir. No me moví, ni dije nada, seguía con la vista fija en la nada. ¿Cómo un chico tan lleno de vida como Frank, podría tener un cáncer terminal?

"Frank, frank no sabe" murmuró, limpiando una lagrima rebelde que corría por su mejilla "tome la decisión de que no quiero que se entere y entristezca o se deprima, y espero la respetes"

Estaba privando a Frank, su hijo, de saber que moriría y realmente no me agradaba la idea, pero quizás tenía razón, quizás. Pensé que no habría palabras que salieran de mi boca, por qué todo yo estaba en blanco, pero con muchos esfuerzos logre murmurar un simple "entiendo"

Abrace a la señora Iero y salí de ahí. Al parecer Frank de igual manera no se encontraba en casa y dada la situación preferí caminar sin rumbo para despejarme.

Un ronco sollozo escapó de mis labios y lleve ambas manos a cubrirme el rostro, pero ni siquiera así las lágrimas salieron de mis ojos. La sorpresa era demasiado grande como para poder reaccionar de alguna forma, simplemente era imposible, imposible. La última vez que había visto a Frank se veía tan vivo, tan contento, tan él... y ahora tenía cáncer.

Sabía que lloraría pero aún no lo hacía, por qué pensaba que todo esto era una broma, me era imposible imaginar un mundo donde un chico como Frank tuviera cáncer terminal, era injusto.

¿Cuánto tiempo te deja el cáncer terminal? no mucho por lo que sé, pero quería pasar todo el tiempo que me fuese posible al lado de Frank. Aunque por otro lado estaba el hecho de que no podía decirle que literalmente, estaba muerto. Me parecía injusto que Frank no supiera de su enfermedad, o de que moriría, pero yo no me sentía con el derecho de decírselo ni mucho menos. Y luego pensé en sus constantes dolores de espalda y en como realmente creí que estaba bien cuando me lo dijo, era obvio que no estaba bien y no hice nada.

Y ahí en medio de la nada, en un lugar que desconocía me deje caer y comencé a llorar como hace mucho no lo hacía. Y llore por que perdería a alguien más, por qué ahora tendría que comenzar a acostumbrarme a un mundo sin la sonrisa de Frank Iero, a un mundo sin sus peculiares y hermosos ojos, a un mundo lleno de silencio sin su risa o su melodiosa voz, a un mundo sin el chico que aparenta ser punk, un mundo sin la única persona que logró cambiarme y cambiar mi vida.

Y la culpa era del cáncer, y el cáncer que acabaría con el.

Afraid; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora