Me gustaría decir que Frank Iero no decayó cuando descubrió su cáncer, y que su sonrisa no se borro y el brillo de sus ojos no se desvaneció, pero eso sería una gran mentira.
Aún iba a visitar a Frank a su casa, aunque desde la vez que se enteró, no volvió a ser lo mismo. La señora Iero me contó cómo sucedió, resulta que ella había salido a hacer unas compras y Frank como el chico curioso que es había encontrado los papeles del hospital, los verdaderos, donde decía que, efectivamente tenía un schwannoma lumbosacro maligno, que se extendía desde el músculo psoas y que iba desde su segunda, hasta su quinta vértebra lumbar. No es algo que quieres descubrir de esa manera, claramente.
Cuando Linda había llegado Frank le había pedido explicaciones, y a la pobre mujer no le quedó más que contarle la verdad, con todo el dolor de su corazón, su único hijo explotó y antes de que ella le dijera algo más, el había subido a su habitación.
Quiero apiadarme de Linda Iero por qué debe sentirse terrible, ella no tiene a un hombre a su lado más que a su bebé, a su único hijo y saber que tenía cáncer terminal, que moriría, debe ser lo peor.
Y ahora Frank estaba postrado en su cama, según su madre estaba deprimido, yo simplemente creo que está perdido en sus pensamientos, demasiado ocupado en asimilar que era lo que le estaba sucediendo y con mil dudas en su cabeza. Lo visitó, pero él no se esfuerza en hablar conmigo, ya ni siquiera me dirige la mirada. Mikey dice que debo darle su tiempo, que realmente está dolido conmigo pero que él debe entender que si no le dije no fue para hacerle un mal.
Igual Frank tampoco quiere comer y eso está realmente mal, por qué el día de ayer el doctor visitó a Frank cuando estaba ahí y le dijo que debía alimentarse si no quería disminuir el tiempo estimado de vida, pero el solo le contesto con un "me da igual" eso me dolió, e hizo llorar a su madre.
Voy a ver a Frank aunque el no lo quiera, por qué sé que él me necesita así como yo lo necesito a él.
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"¿Quieres hacer galletas de mantequilla, Frank?" le pregunte, él estaba acostado en su cama, mirando el techo como si fuese lo más interesante del mundo mientras yo lo miraba desde el marco de la puerta.
Estaba esperando cualquier palabra de su parte que me indicara negación cuando sin ganas murmuró un "Esta bien"
No quiso mi ayuda cuando se puso de pie, seguía con su pijama puesta y no se había dado una ducha desde quien sabe cuántos días, eso sin mencionar las grandes ojeras en su rostro más pálido que de costumbre, lucir terrible le quedaba corto.
"Si quieres hacer galletas conmigo, debes ducharte antes, hueles mal" le dije de una manera que no sonara muy ruda, y después de un bufido, tomo ropa limpia y entro al baño.
Eso me hizo feliz, estaba mejorando. La señora Iero me había dejado a cargo de Frank por el tiempo que le quedaba, ella sabía que yo lo hacía feliz y me permitió estar junto a él, con la condición de que el siguiera sonriendo hasta el final; y yo se lo prometí, así como he prometido muchas otras cosas antes y nunca las he roto.
Luego de quince minutos Frank bajó a la cocina, lucia mucho mejor y sin dudas ya no olía mal, eso sin decir que se había rasurado la barba de algunos días.
"¿Mejor?" dijo con un fingido desgano cuando llegó a mi lado y sonreí.
"Mucho mejor"
Hacer galletas con Frank había sido un total desastre, él no haber quemado la cocina había sido un milagro. Al menos al final, las galletas –aunque quemadas– sabían bien. En varias ocasiones Frank había tenido intenciones de reír o bromear pero no lo hacía, yo sé que ahora estaba un poco mejor, solo que igual que yo, quiere mantener una clase de fachada.
"¿Quieres salir al patio trasero?" le cuestioné y el termino por aceptar.
Después de abrigarnos, salimos y nos sentamos en el césped con un bowl donde estaban las galletas que recién habíamos hecho.
"¿Cómo estás?" le pregunte y al instante me golpee mentalmente.
"Bien" respondió con simpleza y tomo una galleta, se suponía que tenían forma de zombies pero más bien parecían solo siluetas sin ninguna forma "¿y tú?"
"Bien"
Todo estaba tenso, los temas de conversación no eran muchos porqué ahora, de una u otra manera terminábamos hablando de él, el cáncer y la muerte. No era divertido para nadie. Las galletas estaban por terminarse cuando Frank miraba maravillado el atardecer. El cielo ahora era de un color entre rosado y rojo, bastante lindo, y note como Frank sonrió por primera vez en días.
"Te quiero" solté, por que así era. La sonrisa de Frank desapareció y eso me puso nervioso, miro al césped y luego a sus manos.
"Yo también te quiero, Gee" murmuró, muy bajito, pero lo suficiente para que alcanzará a escucharlo y eso dio un vuelco a mi corazón, el hecho de que me haya llamado "Gee" y no "Gerard" me hacía sentir mil veces mejor "Pero no está bien porque, yo, no..."
"Basta" dije y al instante calló, entonces lo tome de la mano y entrelace nuestros dedos por segunda vez, su vista no se apartaba de nuestras manos "Frank, no me importa que tengas cáncer, o que vayas a morir, por qué te amo, lo sé y no necesito más tiempo para comprobarlo, por qué tú no tienes tiempo y yo tampoco, así que ámame o déjame, por qué créeme que quiero estar contigo hasta el final de los días y no me importa el dolor que traiga consigo, te amo y el tiempo se nos acaba"
Frank me miraba atónito, sus ojos brillaban por las lágrimas que amenazaban por salir y aún así dijo "No quiero hacerte daño"
¿Qué era eso? ¿un rotundo 'no'? ¿un 'sigue intentándolo, estas por convencerme'? por qué no lo sabía. No dije nada más, por qué ya había dicho todo lo que quería decir desde un comienzo.
Escuche a Frank suspirar, y luego aún con nuestras manos entrelazas se acercó a mí y descanso su cabeza en mi hombro y yo la mía en la suya.
"No quiero morir, Gee" dijo bajito.
Tampoco había palabras de aliento para decir, no había un "Todo está bien" por qué no lo estaba y tampoco un "Te recuperaras" por qué siendo realistas, no pasaría; entonces solo me limité a abrazarlo.
"Te quiero, Gerard" me repitió.
"También te quiero Frank, más de lo que nunca podrás imaginar"
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Afraid; frerard
FanfictionA veces fachadas de chico rudo, climas fríos y cafés pueden unir a dos almas solitarias, pero no podían evitar lo inevitable; y eso era la muerte.