Vida

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El demandante respiro que a intervalos demuestra su carencia.

Partes de vidas contaminadas en vida muerta.

Todos nos miramos a escondidas y construimos estatuas pétreas inalterables con cimiento que la sociedad hipócrita regala con el primer grito de vida.

Todos nos miramos a escondidas, nadie se equivoca, ya dejamos de crecer, creciendo como rígidas estatuas. Somos militantes del dogmatismo y nuestras armas disparan, con estridente energía, al que, en clasificación, es diferente.

Hay, en mi pueblo, miradas previstas, ademanes recordados, extinción de la naturaleza, dueños del saber absoluto, previsiones divinas, inefabilidad ignorante sin ser reconocida.

Hay, en mi ciudad, sonrisas alegres de tristeza, ojos tibios de resignación, caricias encubridoras de cortaduras, identidad perdida, ropajes ocultando la vergüenza de seguir siendo, seguir existiendo.

Y reposo sobre vidrios históricos, nadie conoce sus secretos, ya, en mi ciudad, todo se ha vuelto ritual.

Peleas que cansan, alegría contaminada, melancolía habituada.

Y la palabra viene con un susurro, ya no queda vitalidad.

Me mira sin mirarme. Me grita sin gritarme. Me pide ayuda sin decirlo.

Permanece altivo, con corbata distinguida y una lágrima invisible rodando por su mejilla. Rozo su mano sin rosarla, acaricio sus cabellos sin hacerlo, y le susurro a sus oídos: sigue de pie, mi querido amigo, hasta que sangre tu tristeza, y nazca, con ella, una sonrisa encubridora de toda mentira, sigue de pie, mi querido amigo, que los ladrillos "perfectos" pronto estallarán en esta pútrida sociedad, sigue de pie, mi amante preferido, que el sol aún no se ha retirado de este infierno sombrío, ya tendrás la dulce y bendita noche para acobijarte sin falseamiento, y apasionado amigo, tú saldrás vehemente a tu encuentro.

Y sus ojos pintados con un grave morado me siguen implorando que acabe con su vida, ya no quiere ser víctima de esta encubridora metáfora que dictamina su energía. Grita: ¡Oh... amante amiga!, ¿y es que tu piedad se fugó con tu última sonrisa? Ya no me sigas conquistando como un niño perdido, dame, pues, tu bendición atomista. ¡Acaba, dulce víctima, con mi vida! ¿Y es que lo funesto robó tu compasión por un fiel adorador? Dame, erotismo de ocaso, tu último regalo. ¡Arrancadme el corazón! ¡Arrancadme el espíritu artificial! Desgarradme ¡Desangradme hasta que empape mis ropajes ficticios y el corazón me sea atravesado por un amable vidrio! Dame... ¡Dame vida!

Luces disparan edificación, llegamos a nuestro viaje, sigo pensando en el viajero que imploraba su regreso. Me paseo, como tinta creativa, por todo papel no recorrido, impregno mi aroma en sociedad vacía.

Mi amigo bajó en compás de sus piernas, permanece callado con sus cabellos despeinados. Me mira. Me habla, y con una sonrisa cansada dice, con vos baja: "Harto estoy de estos aviones, hacen retrasar mi trabajo". Calla. Nuevamente me mira, creo que quiere una respuesta para satisfacerse. Digo: Si, todos tenemos que mantenernos sumamente ocupados para olvidarnos de nosotros mismos, y con ello, nuestros problemas. Callo, creo que dije demás. Me mira y sin una respuesta, veo que su pecho está a punto de estallar, su boca se abre para pronunciar una respuesta, su mano acompaña a los movimientos de su cuerpo, sus ojos, ¡ay!... otra vez me miraron sin mirarme, contraídos, nuevamente su pálido maquillaje resguarda su respuesta y resigna su cuerpo, sus hombros se dilatan y su boca crujiente cierra, mira a el suelo limpio que se encuentra bajo nuestro y pronuncia "gracias por su tiempo". Saluda cordialmente y se marcha con un apretón de manos, sus ojos me saludaron y veo que su sombra grita palabras silenciosas que jamás serán dichas.

Camino por senderos efímeros a la vista misma. Acciones que segundos marchitan. Y resuena, ferozmente, una campana indicando lo que me queda de esta vida.

Al esconderse un sol alegre, la soledad toca mi puerta, ya es la hora de encontrarme con migo misma. Saludo a los árboles y naturaleza que allí se encuentre. Salgo de este infame y sucio espionaje que aniquila la espontaneidad, que a personas quita fragilidad, naturaleza... Identidad.

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Anotaciones intempestivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora