Perdón

16 0 0
                                    


Aquel ramaje erótico que se mecía de un lado a otro, sin importarle quién o qué le estaba observando, hizo perder mi concentración en vos, me dejé llevar, una vez más, por las ondas sonoras de hojas sinceras. El viento, cual trompeta, explotaba por momentos y tomaba suspiros para secar lágrimas que sobre tus ojos amenazaban derramarse. Por un pájaro que voló por encima de tus cabellos pude ver tu rostro que se desvanecía en un silencio funerario que aclamaba felicidad transmundal. Vi tus ojos perderse en esa lejanía que encierra toda resignación, vi, con determinamiento, la caída de tus hombros y una mueca en tus labios de angustia vital. ¡Oh... amigo funerario! Deja caer tu agua bendita y derrúmbate, porque ya todo se derrumbó. Por qué, porqué dejas que tu máscara cubra tu naturaleza benigna, por qué, con resignación, cubres tu rostro y dices que "nada sucede". Dame, amigo de contemplación horaria, tu más fina capa natural que destapa tus vestiduras hasta dejarte sin conciencia de saber por qué lo haces. Dame aquella sonrisa que se perdió en el prototipo que ahora te desvanece de tu misma naturaleza y te acusa. Dame aquellos ojos sinceros que, sin compromiso alguno, miraban sin conciencia de consecuencia. Dame, dame tu más delicada espontaneidad sin importar el qué dirán. Dame, amigo de recuerdos, tu tibieza infinita que ocultas con la suave brisa y con el más hermoso elipse de máscaras valorativas. No, hermano de momentos, no tapes la herida con maquillaje, muéstrame tu hermosa sangre que derrama tus ojos y dime "por qué". Pregúntame de las venenosas injusticias, pregúntame de las elecciones que no hiciste al momento de tu nacimiento y que ahora te culpan de anestesiarte con aceptación. Hablemos, nos miremos, nos acariciemos, lloremos de amor, lloremos de prepotente pasión que ocultamos, lloremos de la libertad que esclaviza nuestros sentimientos, y riamos, como niños después de hacer una travesura, por dejar de lado nuestra cálida naturaleza que se van muriendo en esta Antártida sentimental, en este invierno vital. Cuéntame, y no hagas tato ruido, de tus cuentos imaginativos, de tus pecados más ocultos, de tu pensamiento blasfémalo que libera nuestras almas caritativas de amor y relatan lo que somos, solamente dos niños con sus charlatanerías mentirosas.

Dame por último, color tibio, un silencio que estremezcan nuestras almas y ahogue nuestra respiración en un suave respiro desenmascarado, despersonalizado, naturalizado. Demuéstrame que corres del revés, y lloras al momento de llorar y ríes al momento de reír, y te mueres cuando ya se te acabó tu madura vida. ¡No, amigo, eso dilo latente! ¿No ves que ya todo es un infierno? No, no acabes con tu vida una vez más, que ya te la arrebataron una vez y hace poco que la aceptaste como viviente. Y pronuncia tu perdón, NO..., dilo en voz alta, a veces cuesta tomarnos enserio a nosotros mismos, perdónate por no aceptarte, por encubrirte con esa seductora manta y desvanécete en una capa de lluvia, no somos más de lo que nosotros queramos ser. Permíteme amigo.

Permíteme desnudarte.

"capa��0��V4

Anotaciones intempestivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora