-Domingo.-

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Se giró para el otro lado, siendo consciente de que estaba a punto de caerse de su cama, podía sentir el borde de la cama incrustándole su espalda. Pasó su mano por el buro de caoba en busca de su celular.

<<10:56 am>>

Se sorprendió al sentir su frente, su cuerpo y sus sábanas mojadas por el sudor frío que había escurrido anoche por ese sueño. Su padre había venido corriendo, con su arma.- Pues el era policía.- y consoló a Anne en las altas y cansadas horas de la madrugada.

Siente los rayos del sol tocándole la piel dándole la cordial bienvenida a un nuevo día. Un nuevo domingo. Sus pies tocan el piso frío en busca de sus zapatos, al no encontrarlos se ve obligada a abrir lentamente los ojos y esperar a que su visión se vuelva normal. Por alguna extraña razón no estaban sus zapatos. Recorrió su mirada por la colcha de tela hasta toparse con un bulto, quitó la colcha para percatarse de que se había dormido leyendo su libro. Después de desarrugar las hojas, se intentó incorporar. Y así dar el comienzo a un nuevo día.

Mira en el dormitorio de su padre para encontrar la cama vacía y ya hecha. Todo está en su lugar de no ser por su padre. Recorre la vista por toda la planta alta de la casa y después decide bajar a la planta baja. En la cocina encuentra unos pedazos de pan tostado y algunas galletas envueltas en aluminio. Allí hay una carta pegada a un lado de la mesa de madera.

<Hija, lo lamento. Tengo mucho trabajo, te dejé el desayuno.

Con cariño, Papá>

Sonríe sola al leer la carta, y se da cuenta de que tiene un leve dolor en los tobillos. Deja su desayuno a un lado y se dirige a la sala. Ya sentada en el sillón, decide prender la tele para encontrar clase de cocinas. Personalmente, no le gustan mucho los domingos. No hace nada, no son productivos. Y son aburridos. Se acuesta en el sillón poniendo sus pies al aire, deseando que sí se le pase un poco el dolor. Su abrigo está colgado en el perchero, su papá lo colocó allí. Ella sabe con certeza que a su papá le molesta que no cuide su abrigo de cachemira, por dos razones. Por que el abrigo es lindo. Y por que es caro.

Se levanta algo brusco para buscar sus medicinas matutinas. Después de tomárselas se encamina hacia la ventana. Unas cuantas nubesillas bailan alrededor del sol. Un buen día para ir hacer las compras.

Los vaqueros que está usando alguna vez fueron ajustados a su cuerpo, aunque ahora le cuelgan. Unos converse que alguna vez fueron blancos y su cabello tapado con un gorrito. Agarra las llaves que estaban en la mesa haciendo un leve tintineo, y sale de su casa rápidamente. El auto se lo ha llevado su padre y la vieja camioneta que todavía sigue en el garage sólo sirve de adorno.- Ya que no se molesta en prender el motor.- Aunque su color rojo te llega a cautivar.

Después de hacer las compras en el Supermercado, se dedicó a dar una caminante errante, para despejar su mente. ¿Despejarla de qué? Ni ella misma lo sabía. Caminó unos minutos, hasta pararse para abrocharse las agujetas de sus converse. En ese momento, en que levantó la vista, la encontró con la de un señor. Uno algo viejo. Al otro lado de la calle. Éste bajo la cabeza en forma de saludo. Y, cómo en las películas, desapareció cuando un autobus paso enfrente suyo.

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Perdón por el capítulo TAN aburrido, dentro de unos cuantos comienza la acción C:

Yey, ya llegamos a los 100 votos :) Gracias por su apoyo. :D

Un beso.

Fallen Angel. Z.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora