Cobanno Cora
Esperaba a Maya sentada en una mesa vacía dentro de la cafetería. Jugaba mi ensalada con el tenedor y separaba las acelgas con las hojas de lechuga.
En la noche, Maya y yo iríamos a la fiesta. Los días transcurrieron con tanta normalidad que me era sofocante la rutina en tan pocos días. Gustavo no tenía piedad de mí y exigía aún más de lo que incluso podía dar. Mis fallas no eran constantes, pero comenzaba a ver el violín como un rival y no como una parte fundamental en mi vida. Eso definitivamente me bajaba los ánimos.
—¿Estás lista para hoy? —preguntó Maya mientras se sentaba. En su charola llevaba una porción de pizza, una manzana y un jugo de naranja. No era lo que su dieta le marcaba—. Mejor no respondas.
—Hola —Demián tomó asiento a un lado de mí, tomándome por sorpresa. Nunca se había sentado con nosotras—. ¿Ensalada?
Adler, con quien no había cruzado palabra, se acercó junto a Ethan y se sentaron a un lado de Maya. Ethan no tuvo más remedio, podía notarlo en la expresión de su rostro.
—Pensé que el menú cambiaría este año —comentó Adler mientras tomaba dos barras de tocino y los que hacía pedazos encima de sus papas fritas—. ¡Oh! Hola, soy Adler.
—Maya.
La sonrisa de Maya era amigable. No conocía a Ethan o a Adler, tampoco eran sus gustos como para coquetear a la primera.
—Alice —respondí con timidez.
—Te conozco —respondió con una gran sonrisa.
—Gustavo es el hermano de la madre de Adler —explicó Demián mientras hacía lo mismo que Adler. Sus papas estaban adornadas con trozos de tocino frito y grasoso.
—Dice que eres una chica prodigio. ¿Es verdad?
—No lo creo —respondí.
—No denigres tu trabajo, Alice —dijo Maya con una expresión de seriedad. Por un momento pensé que era mi madre.
—No lo hago, solo no creo que sea tan buena como dicen.
—Algún día te veremos tocar —finalizó Adler.
Demián cambió mi ensalada por su suculento invento.
—Papi no está aquí.
—No, Demián...
—Come un bocado —pidió Maya.
—No puedo.
—¿Eres anorexica? —preguntó Ethan con cierto disgusto.
—Lleva una dieta balanceada —explicó Maya.
—¿Hojas verdes? La dieta del conejo, según mi hermano mayor.
Todos rieron, incluso Ethan. Sus dientes eran como los imaginé: blancos y perfectamente alineados.
Tomé el tenedor y probé una gran cantidad. Era una explosión de sabores dentro de mi boca. Mi estómago lo resentiría después, pero no me preocupaba. No recordaba la última vez que había comido papas fritas y tocino. Cameron era un fanático de la comida chatarra, pero tenía un metabolismo envidiable. Y una vida sedentaria.

ESTÁS LEYENDO
A Blood Pact
Про вампировLa prometida del joven Ethan Ajax, muere a causa de una enfermedad terminal. Un misterioso hombre llega al hospital, con un propósito: ser su salvación. ¿Qué harías si te ofrecieran un pacto de sangre a cambio de un deseo? Alice Clinton es aceptada...