Nunca he podido

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-¡Entrégame el celular!- entró gritando al salón.

-Pero no he hecho nada malo.

-Estás en clase y estás conectado, a demás te atreves a darle like a una foto, ¡dame el celular!- se acercó a ti.

-Pero, Melissa, sabes que no es mío- hiciste el intento de devolverme el móvil.

-¡No te pases de vivo!- te lo arranchó de las manos y se fue.

Era la única que tenía permitido utilizar celular por la salud mental de mi mamá. Cada dos horas me llamaba para gritarme sin razón alguna, y eso indicaba que estaba bien. Y gracias a ti mi madre me gritaría con muchas más ganas.
Yo tomé la foto, tú salías en ella. Estabas con tu equipo de Física en los orales, practicando para las olimpiadas. ¿Cómo se te ocurrió darle "me gusta" a una foto de la tutora?

-Profe, ¿puedo salir un rato?
-Tómate tu tiempo- te respondió.

Estabas sentado detrás de mí, entre Karina y Gladys, y cuando saliste del salón tocaste mi cabello. Siempre amé esa manía tuya, pero decía lo contrario para que lo hicieras con más ganas.

Abriste la puerta cuarenta y ocho minutos después, todos te miraron, menos yo. 
Tocaste mi hombro para que volteara a conversar contigo, pero no podía mirarte. Le pediste a Pedro que te cambiara de lugar y te respondió que si lo hacía yo lo iba a golpear, pero lo amenazaste y te hizo caso.
Te sentaste a mi lado, cogiste mi mano.

-Le pedí a Melissa que me diera tu celular, le dije que no volvería a pasar, y no me di cuenta que Cinthya estaba en su oficina. Me dijo lo que nunca antes me había dicho- no podía mirarte, quería golpearte. Tenías mi mano entre las tuyas, estabas frío y quería golpearte- Le dije a Cinthya que todo fue mi culpa, que te fuiste al baño y que dejaste tu celular en la carpeta, que no sabías nada hasta que Melissa entró gritando. Si te pregunta algo, échame la culpa- suspiraste- Me dijo que tu celular se quedaría hasta mañana- suspiré.  

Un silencio incómodo.

-Me van a quitar la beca- te miré, pero no me mirabas- Cinthya dice que está cansada de que siempre haga lo que quiero, es la primera vez que me putea- me miraste- Sé que la he cagado, pero por favor háblame- dejé de mirarte. Sobaste mi mano y regresaste a sentarte detrás de mí.

-Profe, ¿puedo ir al baño?
-No te demores- me contestó.

Era momento de hacer lo mío.

-Pasa.
-Hola, Cinthya, perdona que te moleste.

-Si vienes por tu celular pierdes tu tiempo, se queda hasta mañana- siempre tan autoritaria.
-Cinthya, si mi mamá se entera que me decomisaste el celular, me mata. Sabes cómo es ella, por eso te pedí que me dejaras usarlo si me llamaban- mis ojos comenzaban a empañarse.
-¿Y por qué otra persona tenía tu celular?, si el permiso es tuyo no de tus compañeros- me alzó la voz.

-Si Melissa no entraba al salón, ni cuenta me daba que no lo tenía.

-Pues deberías tener más cuidado con tus cosas- abrió el cajón de su escritorio- No sé lo que tengan ustedes, pero no me voy a meter porque son buenos alumnos. Cumplen con todo lo académico, y sus asuntos personales son solo de ustedes dos, pero si vuelve a pasar algo así, no será solo un día que me quede con tu celular- me lo dio.

-Gracias, Cinthya, y perdóname- agaché la cabeza.

-Anda a tu salón que ya va a tocar el timbre- contestó mirando su monitor. 

Entré al salón seria.

Sonó el timbre de salida. Todos se fueron rápido, como de costumbre, y nos quedamos los dos en el salón. Te paraste delante de mí. 

-Dime algo, por favor- suspiramos.

-Ya es salida, no pueden quedarse acá- entró Melissa.
Tomé mi mochila y me fui.

Al día siguiente me colé, como todas las mañanas, en la fila de la entrada. Mariana siempre me llamaba para estar adelante, siempre tenía algo que contar. 

-¿Qué te pasa, peque?, andas demás callada hoy.
-Me duele la cabeza, creo que me va a dar gripe.

Sentí que alguien se acercaba, pero no quise voltear a ver. 

Alguien tomó fuerte mi mano. Sabía que eras tú.  

-¿Qué pasó, se han peleado?- preguntó Mariana.

-No estoy de humor- la miré mal.

Subí rápido al salón. Dejé mi mochila y quería ir al baño a mojarme la cara, pero me retuviste en la puerta. Me tomaste de los brazos e hiciste que me sentara.

-La he cagado, lo sé, pero me llega estar así, ¡dime algo, háblame! Sé que quieres pegarme, lo veo en tus ojos, ¡hazlo!- tu cabello perfectamente alborotado, tus enormes ojos fijos. Estabas perfecto- Maldita sea- dijiste agachando la cabeza.
-Tengo mi celular- me miraste.

-¡¿Qué?!

-Ja, ja, ja. Sí, ayer hablé con Cinthya.

-¿Qué, así nada más?
-Bueno, a mí también me gritó por tu culpa- te golpeé el brazo.
-¡Auch! Tanta ira en esa manito- te quejaste. 

-¿Quieres otro?- alcé una ceja.
-Creo que lo merecía- nos quedamos callados.

-No fue mi intención lo de ayer, mucho menos si sabía que ibas a estar así- dijiste.

-No te preocupes, sé fingir. Quería hacerte sufrir un poco- sonreí- Creo que debí habértelo dicho en la salida. 

-¡Qué graciosa!- me abrazaste- ¿Me prestas tu celular?
-Tú vuelves a hacer alguna estupidez y mueres- te solté.

-No, no, me voy a poner como 'desconectado'.

-¡Advertido estás!- me diste un beso en la frente. 


Fue la única gran 'pelea' que tuvimos y, para mí, fue divertido verte sufrir.

Jamás he dicho que no a tus propuestas, siempre has sabido hacer las cosas, siempre. Nunca, en lo que llevo de vida, he podido enojarme contigo, y sé que tampoco pasará.  




    

LB.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora