Sólo él

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Suspiró por tercera o cuarta vez en el día. Estaba realmente nervioso, pero no dejaría que los nervios lo traicionaran..., no de nuevo.

—Golden, yo... Desde hace un tiempo he estado sintiendo... No, he querido decirte... No, he pensado que... ¡Agh!, ¡simplemente no puedo hacerlo! —gritó frustrado al notar que, otra vez, al imaginarse en esa situación con el chico que traía su mundo de cabeza, las palabras no le salían. ¡Imagínense si de verdad se estuviese confesando! De sólo pensarlo, sus mejillas tomaban un intenso color escarlata de la vergüenza que sentía.

¿Para qué confesarse si le daba tanto pudor hacerlo?, se preguntarán. La respuesta era simple: no aguantaba más. No aguantaba más viendo cómo Chica y él se la pasaban coqueteando a la primera oportunidad que tenían. Tal vez algunas personas, como Foxy, por ejemplo, se pondrían celosos y actuarían en contra de aquél que le quería robar a la persona que amaba; pero él no podía. Y era claro el porqué: primero que nada, Chica era su amiga y la estimaba demasiado como para odiarla, ella siempre había sido buena con él y guardarle rencor sólo por un chico no le parecía lo correcto; y segundo, ¿por qué el famoso Golden Boy, como era conocido su amado, saldría con otro chico? No tenía el más mínimo sentido.

Sentía que, si se confesaba de una vez por todas, podría dejar atrás ese estúpido sentimiento causado por sus hormonas revolucionadas de adolescente y buscarse a alguien más. Tal vez incluso podría salir con una bella y tierna chica como Joy, la joven de la banda de los Toys que le había llamado la atención desde la primera vez que la vio. Incluso podría haberle gustado aquella rubia tan tierna de no ser porque su corazón en ese momento ya estaba sintiendo cosas por otro chico.

«—Freddy, si no lo haces, juro que iré y le besaré en frente de todos», dijo su otra personalidad, Fred, tan directo como siempre, logrando sacarle un adorable sonrojo.

—¡Lo haré yo, lo haré yo! —gritó, nervioso a más no poder, siendo consciente de que, si hubiese otras personas en su habitación, lo tomarían como loco; pero estaba completamente solo, por lo que no tenía de qué preocuparse.

Fred rodó los ojos ante la actitud tan patética del «parásito» —como él solía llamarlo— que habitaba la mayor parte del tiempo su cuerpo. Aún no podía creer que alguien como él compartiera el mismo cuerpo con alguien como Freddy. Le parecía una cruel y muy pesada broma del destino.

«—Entonces, vamos, dilo —lo "animó". Al ver que Freddy no hacía ni decía nada, estalló finalmente—. ¡Por Dios!, ¡es sólo un "Me gustas, Golden" y listo! No es tan complicado».

—S-sí lo es, no estoy preparado para decirle. —Se echó en su cama, completamente frustrado por la situación amorosa en la que se encontraba. Fred se sentó al lado suyo.

«—¿No quieres deshacerte de una vez por todas de este asqueroso sentimiento que te atormenta desde la primera vez que lo viste? —preguntó. Freddy simplemente asintió—. Entonces, debes decírselo. ¿Qué es lo peor que podría pasar?». Le resultaba completamente extraño que Fred le animase de esa forma, después de todo, siempre le había visto como aquella persona que sólo existía para arruinarle la vida; pero, a pesar de ello, en estos momentos se alegraba de tenerle a su lado.

Decidido, comenzó a practicar nuevamente su confesión.

•••

Lo nervioso que se encontraba durante los ensayos no era nada comparado a cómo se sentía ahora. Había citado a Golden al parque para decirle algo sumamente importante y, tras mucha insistencia de su parte, éste aceptó. Pero ahora se arrepentía al cien por ciento de haberle hecho caso a Fred. ¡¿En qué momento se le ocurrió que confesarse iba a ser una buena idea?! ¡¿Acaso había perdido la cabeza?! Y, para colmo, desde que había salido de su hogar rumbo al parque, Fred no cruzaba palabra con él. ¡El único momento en el que agradecía su existencia y hacía caso omiso a sus intentos de hablarle!

El príncipe y el plebeyo (yaoi/gay) [#FNAFHS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora