VI

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Scott mira a Clint con una ceja alzada, esperando alguna señal de vitalidad de su parte, pero sin conseguir nada; él sigue mirando a su nuevo compañero como si fuera la octava maravilla. Pone los ojos en blanco y se acerca a ellos.

-Hola, ¿Maximoffs, no? -Comienza con una sonrisa amigable, recibiendo una igual de la chica-. Soy Scott Lang, tu guía de hoy -añade señalando a Wanda, quien frunce el ceño-. Mi novia es tu compañera de cuarto, ella tuvo que ir a visitar a sus padres hoy. ¿No te molesta, no?

-Por supuesto que no -responde ella, con una perfecta entonada europea-. Él es mi gemelo, Pietro.

Éste le sonríe y lo saluda con un apretón de manos.

-Un gusto, Pietro, allá está tu compañero -saluda, girándose hacia Clint quien traga en seco al recibir la mirada de los tres.

Con una sonrisa forzada a ser, lo que él llama, "sensual", se acerca a ellos. Su corazón se agita, no sabe por qué mierda lo hace, tan sólo puede putear en su cabeza a todo lo que se le cruza en forma de desahogo. Ese chico es malditamente lindo.

-Hola, Petri -lo saluda aún con la sonrisa, provocando que el ceño contrario se frunza creyendo que el contrario está burlándole. Scott se ríe y Clint borra la sonrisa para suspirar-. O como sea que te llames...

-Pietro -responde éste, provocando que Clint por dentro se derrita por el tono de su voz-. ¿Y tú eres...?

-Clint... Barton Clint. Clint Barton -dice, tropezándose con sus propias palabras-. Uh, ¿puedo empezar otra vez? Creo que la cagué diez veces y recién pasaron cinco minutos.

Pietro ríe ante su comentario y asiente, haciendo que su cabello se moviese. Clint, al apreciar cada rasgo de su rostro en esa acción, sonríe con ternura. No puede creer la oleada de sentimientos que de un segundo a otro tuvo.

-Sí -responde-, puedes empezar otra vez.

-Wanda, ¿qué te parece si te hago un recorrido de los lugares que supongo querrás saber? -Interrumpe Scott, sabiendo de más que su amigo necesita estar a solas con el sexy europeo. Comienza a alejarse de ellos mientras Wanda lo sigue con su mochila roja colgando de un brazo, observando todo a su alrededor mientras Scott le va señalando e informando.

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Tras un viaje de una hora a la mansión de su familia, recibió una tonelada de mensajes pertenecientes a Steve diciendo cuánto lo sentía por no haberlo ido a despedir. La verdad, necesitaba aquella muestra de afecto en esa ocasión; a cuanto menos kilómetros estaba de su casa, más era el vacío que sentía en su pecho.

Baja de la limousine al mismo tiempo que siente el mismo pánico que sintió el día anterior en clase. Su respiración se acelera y tiene que ponerse a cantar una canción para despejar su mente, para tratar de expulsar la ansiedad lejos y poder "disfrutar" de un fin de semana familiar. Vuelve a lanzar un suspiro y deja que el portón se abra automáticamente frente a él para pasar a su "hogar".

A cada paso que da, un nuevo número se formula en su cabeza. Las maneras de distraerse se le son infinitas a la hora de lidiar con situaciones así. Llega a la entrada y abre la puerta con su propio juego de llaves.

-Señorito -lo recibe Jarvis, el fiel mayordomo de la familia-, su familia lo está esperando en la cocina para desayunar.

-Gracias, Jar -responde con una sonrisa falsa, sintiendo cómo la puerta a sus espaldas se vuelve a abrir para dejar pasar al chofer con sus bolsos.

Comienza a caminar por los largos pasillos hasta dar con el lujoso y moderno comedor, donde su padre, en la cabecera, lee las noticias por una tableta marca Stark Industries. Su madre, muy elegante y con la sonrisa amable dibujada en sus labios, coloca su mirada en él estando sentada al lado de su marido.

-Buenos días, cariño -lo saluda haciendo un gesto físico para que se siente enfrente de ella.

-Buenos días -responde mirando a su padre, quien siquiera sacó la mirada del artefacto tecnológico. Se sienta enfrente de ella y tres mujeres, meseras, entran al lugar con el desayuno de cada integrante. Una vez que éstas se van, vuelve a hablar-. ¿Qué han hecho durante este mes?

-Hemos sacado un nuevo sistema operativo para celulares y computadoras -responde su padre, mirándolo por primera vez en la mañana-. ¿No estás al tanto de tu futura empresa?

Tony toma aire antes de poner su mirada fija en los pancakes. Su desayuno favorito y que sólo hacían cuando él venía a visitarlos.

-Anthony, te hice una pregunta.

-Howard, ¿no podemos hablar de otra cosa? Sabes que a él no le gusta el tema y acaba de llegar -María pone la mano sobre la de su esposo, tratando de hacerlo entrar en razón.

Éste bufa, asintiendo.

- ¿Tus calificaciones?

- ¿No ves el boletín? -Pregunta Tony, llevándose un pedazo de comida a la boca y degustándola.

- ¿Pensás que gastaría energía y tiempo en preguntarte algo que ya sé? -Pregunta seco, tomando de su jugo de naranja.

-Perfectas, como siempre. Ni un solo nueve, todo diez -responde con el mismo tono-. Mamá, ¿planean irse de vacaciones? -Cambia de tema, poniendo la mirada en su madre.

Ésta niega con la cabeza, apenada.

-Si tienes tan perfectas notas, ¿por qué mierda las estropeas con tu mal comportamiento? Estoy harto de recibir llamadas de Fury.

Uno, dos, tres...

-Howard...

-María, deja de defenderlo, ¿estás a favor de que esté alcohólico por los pasillos y vomitando mi estatua? -Pregunta lo último con más énfasis-. ¡¿Estás contento con eso, uh, Anthony?!

Cuatro, cinco, seis...

- ¡Respóndeme cuando te hablo!

Se alza de su asiento rápidamente, con los ojos llorosos y borrosos, para salir corriendo de allí y encerrarse en su cuarto, sabiendo que su padre entraría hecho una furia y se desquitaría todo lo que él quisiera.

Como siempre.

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-Pietro, decime, ¿qué te gusta hacer? -Pregunta mientras caminan por el campus, sin estar informando mucho el entorno.

-Correr -responde con una sonrisa al sentir la brisa chocándole, mirando su alrededor con atención y notando que puede hacer sus carreras madrugadoras tranquilamente-. Mira, no hace falta que me enseñes el exterior porque no lo necesito, me gustaría perderme por acá... Pero no por el interior del edificio, ¿puedes decirme dónde están tales clases, y la dirección y...?

-Para, para, para, detén tu caballo, Willy -lo interrumpe-. Seguro adentro está lleno y, créeme, no te va a gustar sentirte agobiado entre el amontonamiento. Escuché que los corredores corren porque les gusta estar espaciados.

-Pero... son las ocho de la mañana.

-Ajá.

-Y es sábado.

-Está lleno de los nuevos, nene, ¿querés que tomemos un café hasta que esté liberado? -Pregunta con las manos en los bolsillos del pantalón y poniéndose enfrente de él.

- ¿Está bien? -Pregunta dudoso, rodeándolo y continuando su camino.

-No sé, eso decímelo vos.


We don't talk anymore.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora