"Decromática"

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Un color que no logro describir.
Cuando tu no escribas yo lo haré por ti.
La ciencia de las palabras.
La poesía y su existir.

Y es que...

No ahí nada que saber.
Tanto que saber.
Nada que perder.
Tanto que entender.
Nada de caer..

En los mismos letargos.
En las sombras que pasan de largo.
En las noches que desean contarme algo.
Entre sus reflejos.
De la luz y sus complejos.
Del espejo que me grita cada mañana que me hago viejo.

Que aún estoy lejos de mis anhelos.
Pero, más deslumbrado por el destello.
Más ilusionado con ello en cada paso.
En mis escritos puedes ver el intento del fracaso.
Este es mi caso.
Ir descalzo.
Con el lazo en cada brazo.
En el cual me ahogo sin eficacia.
Sin la magia.
Sin el odio que sufría aquella infancia.
Con la impotencia de estar vacío.
Desde crío supe de mi boca muda.
Que las palabras sembrarían la duda.
Que buscarían las metáforas de Neruda.
De una vida ruda entre desencantos.
Jamás pensé que me leerían tantos.
Llantos lentos deteniendo el momento.
Un enfrentamiento descrito en ignorancia.
Esta es la arrogancia destilada en diferentes fragancias.
Sin dar las gracias.
Sin escapar de la desgracia.

Es mi gracia en cada mirada.
Es mi excusa en cada cagada.
En cada idea atragantada.
En cada sueño hablando con hadas y cenicientas.
En cada imprenta que interpretas en tu cuarto.
No soy un santo.
No soy lo que imaginas.
No soy el que te enamora entre páginas.
Soy el de la caminata.
El que te mata con ratas, erratas y maltratas ágatas.
Encontrando mi cuerpo sin cabeza para contratiempos.
Contrastado por los retratos más bellos.
No necesito de ellos ni de aquellos.
Ni del destelló que me inspiré a combatir.
A sentir el poema que responde una de mis preguntas.
A presuntas intenciones que dicen ayudar.
Que se dedican a mandar.
Me atrevo a sudar por cada escritor, pensador, director, lector.
Y escarbar en el peor de tus problemas.
De acabar con el tabú de los mismos temas.
Y escalar.
Por que no sé a donde voy a llegar.
No se trata de cambiar, es evolucionar.
Es parar de admirar.
Todo el día el mismo horizonte.
Somos rinocerontes con distinto norte.
Agotado en el soporte de la ciudad.
Somos ecos de piedad.
Con poca claridad.
En esta, nuestra pequeña oscuridad.
Es la bondad de los callejeros.
Que saludan con ladridos a los viajeros.
Sigo de pasajero con el mismo cuervo en mi hombro.
Y me asombro por el escombro de mis hojas.
Del insulto que me arrojas.
Del abrazo que nos sonroja.
De mi madre vieja sirviendo la comida.
Alimentando cada herida sacudida como el criterio.
Aunque no lo diga en serio.
Sabes de que va.
Saber que el poeta romántico sigue estático.
Lunático perdido con Poe.
Lo he,
notado en cada párrafo breve.
Aunque sigue leve por mentirosos en pieles de osos.
Coleccionando ojos en alijos viejos.
El mismo dulce añejo que te prometen amar.
Cuantos secretos no te atreves a sacar.
Y volar.
Por encima de mis despistes.
De mis escapes.
Aludiendo a la vida.
Esquivando las mordidas.
Las patadas sin llevar espada.
Por los años que se suben a mi espalda.
Y es que es elemental temblar al sentir el frío.
Nadar contra un río.
Salir del nido.
Vivir al estornudo.
Desatando el nudo.
Luchando y caminando como siempre.
Vencer al enjambre.
Sufrir por hambre.
Ah, no lo sabías?
A que temías?
Esta es la sinfonía de la alegría.
Es la vía.
Que creías paralizada.
Que sigue enmarcada sin pulirse.
Rodeado de poetizas que no tardan en irse.
Ni bufones en venderse que,
no dudan en desvestirse.

Las palabras son como un espejo.
Las ves todos los días.
Pero, no le prestas atención hasta que te reflejan.
Las contemplas.
Todos saben hablar.
Pero, cuando aprendes a callar ves su composición.

Me convertí en el guardián de la arena.
Aprendiendo del maestro de la luna eterna.
Impregnado de cristales y males ajenos.
Abrigado por el calor de tus senos.
No quise ser menos.
Hacemos, traemos, rompemos, atacamos, amamos.
Buscamos en el mismo bosque.
Soy el conejo que caza a las liebres.
De los libres del mañana.
De la sonrisa que emana.
Y que no sana.
Que no estaba en estas quimeras.
Dejaré de soñar cuando muera.
Seguiré la estela de la acera.
Fuera de la carrera.
Acepté mi manera al borde de la frontera.
En las canciones que se incineran y me queman.
Se quedan para recordar.
Para celebrar la pérdida de conciencia.
El sabor de la inocencia.
Jamás pidiendo clemencia.
Esta es la insignificancia de mi existencia.
La elocuencia de mi poesía.
De lo que nunca saldría.
Atónitos sin saber leer lo que crearía.
Y caería apretando los dientes.
Tantas noches pendientes.
Ardientes dentro del pecho.
Ese es el sentido.
Nunca sentirse satisfecho.
Demostrar con hechos más allá del silencio.
Mas allá del odio que apareció y se esparció en esa habitación.
Escribiendo la conclusión.
La introducción al depresivo.
Rechazar estar vivo.
Yo sigo cautivo a mis oídos.
Son los perdidos en leyendas.
En lenguas sueltas que los amenazan.
Sin quedarse con la intriga del que dirán en esta inmensidad de diversidad.
De la complejidad del abrir cerrojos.
De la casualidad que deslumbran nuestros ojos.
El atajo al jardín de los girasoles.
Me enseñaron que a los mortales no nos bastan las hospitalidades.
Diferentes edades que me permiten encadenar.
A olvidar y enfermar.
Madurar para entrenar,
mi léxico hermético tardo años en descubrirse.
Y tumbarse en el verde de mi ciudad perdida.
De la cual planeo la huida a la árida divertida.
Extrovertida belleza que me toca volando.
Pero, el dolor se sigue extraviando.
Y sigo indagando a mis alrededores.
Reclamando mi reino de perdedores.
El cazador de roedores.
Tenedores sucios de hienas hambrientas.
De aquellos pensadores que siguen de renta en renta.
De esos escritores que se atrevieron a gritar.
A cambiar el mundo con fantasía y poesía.
De romance y culturas nuevas.
Y vas de la escuela del mago al trago del bardo.
Del gato negro a veinte poemas de amor.
Y luego del cansancio y del fervor.
Sigo con veinticinco al temblor de mis manos.
De mi ceguera venidera.
Decromática, ilógica como un calendario.
Otra versión de mi diario.
Como aceptarme si soy un solitario en este balneario.
Como actuar con este calvario.
Bebiendo de terciarios y mundanos.
Esto lo hago para el que lleva un libro en mano.
Por los que al leer se emocionan.
Por los que escriben por que el mundo les decepciona.

Y al consistir estoy sometido a la luz que me devuelve en si.
Acostumbrado a la sombra de la catarsis.
Acorralado hacía la metástasis.
Estoy podrido en el iris bebiendo del Oasis.
Investigando la entrada a tus crisis.
Así comienza el siguiente ciclo.
A pies del periplo.
Fuera de este templo me di cuenta.

Quien!..

Me quita las ganas.
En este melodrama.
Siempre la misma dama.
A los píes de la cama.
Por eso corre lava en tu eco de mañana .
Que mas da!
La tinta que se derrama.
Desenredado el mártir de los latidos
Recuperé el sentido.
Descubrí el misterio.
Desde que tengo sentidos y salí del nido a la vida.
Supe que mi cuna es el cementerio.

La Magia De Los AtrevidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora