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Hubo alguien que dijo que a veces la vida daba cambios drásticos, ¡y si lo habrá sido! No había vuelta atrás.

Para una persona que nació del útero de la fama y el dinero, ser despedida de su propio programa de televisión, era un dolor casi parecido a morir... Y lo mío, fue una muerte lenta y dolorosa.

—¡Que a los 45 años te comiencen a salir las canas es una atrocidad! —eso había dicho mi representante minutos antes de despedirme. Yo no sé con sinceridad que esperaba ella, ¿qué me mantuviera joven toda la vida?

Y eso que ella siempre me había querido, a su forma, mientras le diera dinero y algo bueno a la prensa sobre lo que hablar, y los rumores que se andaban especulando sobre mí no eran para nada buenos...

—¿Cómo?, ¿CÓMO? —me gritó, prácticamente escupiéndome en la cara—. ¿Cómo es posible que Natalie Fell esté envejeciendo? ¿El rostro de la juventud marcado de arrugas? —dijo ella mientras señalaba la tapa de una revista, mi cara en la esquina con tal título.

—¡Fui el rostro de la juventud hace más de 20 años, Mona! —esta vez fui yo quien se enojó, porque a pesar de que no me gustaba para nada que los años me cayeran encima, debía aceptar que me estaba haciendo vieja.

No solo eran las arrugas, era incluso la piel estirada, los dolores de cadera... Cada vez que iba al médico por esa misma razón, los paparazzis me descubrían. Un nuevo artículo aparecía en los programas de TV. Mona me gritaba hasta el cansancio.

Ya me había acostumbrado, había hecho todo lo que podía para, de alguna forma, parecer más joven de lo que mis años gritaban a coro. El gimnasio era la única opción que yo podía aceptar, era sano, era algo bueno para mi cuerpo. Pero simplemente... ¡Yo no podía parar el tiempo! Las manijas del reloj seguían su curso, mi fuerza nunca habría sido la suficiente para poder ponerles un alto.

—¿No has contemplado la idea de hacerte una cirugía, algo? —negué, ella parecía enfurecer poco a poco—, sino, a partir de aquí... ¡No hay vuelta atrás!

Fue allí, el corte sobre la piel, la grieta en el tiempo. Las horas, minutos y segundos de California se me esfumaron. Por supuesto, en Hollywood todo aquello parecía suceder más rápido, porque te consumían en todo momento, te absorbían hasta que no tenían nada más para sacarte.

Ella tenía razón. No había vuelta atrás, no para mí.

—¿Y Madonna? ¡Ella es mucho mayor y es un éxito!

—No estamos hablando de Madonna, no eres Madonna. Y en ese caso... Cuéntale las cirugías que se ha realizado Madonna en su cuerpo.

—Entonces, te informo que... ¡No pienso dejar que un cirujano me toque! ¡Me niego a seguir siendo algo que no soy! —grité, enojada, cansada. Estuve a punto de decir que no quería ser alguien que no era, pero tal cosa nunca lo fui.

Natalie Fell había sido una mentira toda su vida. En realidad, ese ni siquiera era mi verdadero nombre; Natasha, así me llamaba, pero la productora había insistido en que era un nombre demasiado complicado como para llamarle la atención a las personas. Debía ser algo simple y a la vez lindo. Había comenzado a llamarme así desde los 5 años, desde que mis padres me contrataron un representante y me llevaron a mi primer audición. ¡Las cosas que uno hacía por encajar!

Hollywood me vio crecer y a la vez, me moldeó a su gusto, me transformó en lo que la gente buscaba, una cara bonita con algún talento que explotar.

Se sentía como si cada pedacito de lo que había sido en antaño, mi vida me abandonaba, ¡ya no basta con el trabajo, mis amigos... Mi entera vida social! Incluso el tipo que hasta entonces había sido mi pareja había decidido que yo ya no era lo suficiente para él. Fantástico. Increíble. Perfecto.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2016 ⏰

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California's Puppets | #lacanciónWFWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora