Capítulo 14: Entrelazados

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Noh está viéndome con el ceño fruncido, la mitad superior de su cuerpo mojado. Está de pie frente a la oficina del consejo estudiantil, donde le pedí que fuera luego de,  accidentalmente,  tirarle agua.


-No puedo, jodidamente, creer que hayas hecho esto. Aún estás enojado conmigo por lo que hice cuando estábamos lavando la motocicleta, ¿verdad? –se queja, retorciendo su camisa empapada.


Muerdo mi labio para evitar reírme del chico frente a mí. Luce como un gran, enojado y mojado, mono, con el agua aun goteando por su cara y cabeza. La tensión de los últimos días parece desvanecerse, y casi se siente como si volviésemos a estar como antes. Lo arrastro dentro de la habitación y hago que se siente sobre el borde de la mesa.


-¿Y quién diablos te dijo que durmieras allí? ¿Cómo se supone que adivinara que algún tonto estaría allí abajo? –Revuelvo entre los armarios buscando una toalla de mano y cuando volteo lo veo quitándose la camisa. Un cosquilleo de deseo recorre mi espalda al darme cuenta de que hoy no lleva su camiseta debajo. ¡Justo hoy!


-¿Lo que tiraste era agua sucia? –olfatea sospechosamente su camisa antes de colgarla sobre el respaldo de la silla.


-¿Qué? ¡No! Solo era agua destilada del fondo del viejo tanque –le respondo mientras le ofrezco la toalla, al mismo tiempo que trato de evitar mirar hacia su resbaladiza y húmeda parte superior.


He tratado de evitarlo todo el fin de semana y todo el día de hoy, y aun así aquí está, justo frente a mí. El aire acondicionado está en máximo y le dará un resfriado. Sí, eso es todo. Le arrojo la toalla grande, pero él solo la mira.


-Úsala para cubrirte. –Le digo con voz ronca, mirando hacia la puerta. Las clases ya comenzaron, nadie vendrá ahora.


-Puedo usar esta, es suficiente para mí.  - Dice sosteniendo la toalla de mano.


-Usa esa otra también... úsala y cúbrete. Puedes pescar un resfriado. –Le respondo, aún mirando hacia la puerta. ¿No está lindo el día hoy? ¿Quién habrá ganado los partidos de la Liga Inglesa anoche? ¡No mires hacia su pecho Phun, maldición!


Se toma su tiempo con la toalla grande, así que al final acabo ayudándolo y poniéndola alrededor de sus hombros con un pequeño suspiro.


Un silencio incómodo llena la habitación. Puedo sentir sus ojos sobre mí, pero me concentro en mantener su cuerpo seco. Y bien cubierto, así no puedo ver ni un centímetro de esa piel blanca.


Es una suerte que la parte baja de su cuerpo no se mojara, porque si él se tuviera que quitar los pantalones sería mejor que yo saltara por la ventana.


-Entonces... ¿no se supone que deberías estar en clases? –pregunta, finalmente rompiendo el silencio.


-Estoy esperando hasta que estés seco. –Le digo, sabiendo que es solo una excusa para estar con Noh un poco más.

El Diario de PhunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora