Raphael tenía su mirada perdida a través del cristal que rodeaba casi toda habitación. Siempre le había fascinado las alturas. Admiraba el paisaje mientras sus pensamientos estaban en otra dimensión. Quería que el silencio de la oscuridad lo inundará hasta el punto en que sus ojos se cerraran y no se abrieran más. De pronto reaccionó. Intentaba estar en paz cuando se encontraba en aquel lugar, pero simplemente no podía. Sus demonios lo perseguían. Recibió una llamada.
—¿Raphael? —Fue lo primero que escuchó al contestar
—Bueno, se supone que debo ser yo
—Sabes que tu sentido del humor apesta– se escuchó una carcajada a través del teléfono– Pero eso no importa, he conseguido lo que me pediste
—¿Qué me dejes en paz? –No lo decía con humor, su frustración era demasiada como para hacer bromas en ese instante
—Si no te conociera diría que quieres terminar esta conversación
—Al fin acertaste en algo querida– dijo mientras se recostaba sobre un muro y revisaba su reloj– Y es mentira que me conoces.
—Simon Lewis
—¿Disculpa?
—Ese es su nombre. Es muy talentoso a comparación del resto de candidatos. Y el carisma que mostró en la entrevista me fascinó
—No estoy buscando carisma, Sofía...
—¿No? Pues necesitas a este. Te va agradar mucho —Raphael no sabía que decir, le molestaba discutir aunque él se lo buscara
—¿Cómo sé que puedo confiar en ti?
—Raphael, en serio es fabuloso. Eso sí, él es como una ametralladora de palabras. —Notó como su amiga pareció haber dicho algo que no debería.
—Empezamos mal
—Cuando me agradezcas, entonces te diré: "Te lo dije"
Ella en verdad parecía encantada – pensó Raphael
—Así que —prosiguió— se presentará en tu oficina a las ocho de la mañana para que des el sello de aprobación final ¿Qué te parece?
—Como quieras—respondió mientras observaba acercarse un auto negro, lo desconcentró en lo absoluto y supo que volvía a la dura realidad- Escucha, te tengo que colgar, haz lo que tengas que hacer.
* * *
—Está muy helado—se quejó el cliente
—Señor, si no le gusta—señaló la puerta— la salida se encuentra justo en ese lugar. ¿Lo acompaño?
Definitivamente Maia no tenía paciencia para soportar a personas quejándose de su mal servicio.
—Maia, Maia —Era Simon que venía con una nueva taza de café y se lo intercambiaba por la que tenía el señor— Debes ser más amable.
—Muchas gracias jovencito– dijo el cliente
Maia rodó los ojos y caminó hacia la caja. Simon le mandó una sonrisa a lo lejos y siguió atendiendo a los que llegaban. En toda la tarde no se dirigieron palabra alguna. Simon sabía que a Maia no le gustaba que no le dieran la razón, pero se le pasaba con el transcurso de las horas. Así que cuando ya estaban a punto de cerrar la cafetería, este por fin habló.
—Entonces, ¿Te acompaño a tu casa?
—No es necesario, me voy sola ¡Taxi! —el auto se detuvo pero antes de que Maia abriera la puerta, Simon se acercó a la ventana y dijo al chofer que prosiguiera.
—¡Eres un estúpido! ¿Qué te pasa?
—Eres tan caprichosa Maia —Simon miro al cielo—. Además, no puedes irte. Tenemos que celebrar.
—¿Celebrar? —Maia empezó a sentir curiosidad por lo que su amigo trataba de decirle—. ¿Y que se supone que debemos celebrar? ¿Tú nivel alto de idiotez?
—Me aceptaron
De pronto, toda furia que ella tenía contenida en su interior, desapareció. Abrazó a Simon mientras lo felicitaba una y otra vez.
—¡Sabía que lo harías! Y te lo digo porque sé que te gusta hacerlo. Y lo haces muy bien. —Se apartó de él—. ¿No ves que fue muy buena idea inscribirte? Sabía que el arte era lo tuyo... No puedo creer que trabajarás para Raphael El sueldo es buenísimo. ¡Más de lo que ganamos en todo un año!
—¿Así que es por eso que estas alegre? —dijo divertido—¿Por mi talento o por el dinero?
—Debo admitir que por el dinero —empezó a reír mientras Simon posaba sus manos sobre sus bolsillos—. Sabes que es por tu talento tonto
Volvieron a darse un abrazo y ahora sí que cogieron un taxi para irse juntos a la casa de Simon. Cada vez que decían "Vamos a celebrar" se referían a jugar videojuegos o ver películas. Eso los apasionaba a los dos. Y ese día no fue la excepción.
* * *
La noche estaba helada y triste. Al otro lado de la ciudad se encontraba Raphael, sumergido en sus recuerdos, mirando las estrellas y convirtiendo sus manos en dos puños. No resistía más, necesitaba liberarse... necesitaba...
Golpeó contra un espejo que tenía cerca. Los pedazos que cayeron al suelo reflejaban su rostro resquebrajado y sus oscuros ojos que contenían lágrimas amenazaban con liberarse.
Exhausto, se sentó en el suelo contemplando el vació mientras se maldecía a sí mismo por todas sus malas decisiones.
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TRAICIÓN
أدب الهواةDistintos motivos los unirá, pero la venganza no los dejará ser felices. Aún peor, después de la traición de un amigo. Historia Saphael, espero les agrade =)