►Cap. 3 || La llamada

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Simon llevaba esperando casi una hora desde que estaba en la casa de Raphael. Desde donde estaba, veía que tenía que cruzar las rejas y el jardín para entrar a la gran mansión. Sin duda era una enorme propiedad para alguien que vivía solo.

–¿Espiando Lewis? –dirigió su mirada de dónde provenía la voz y visualizó a Raphael que acababa de bajar de su auto– Disculpa la demora, estaba atendiendo asuntos importantes Pero esto es más urgente.

"¿Cómo un mural iba a ser más urgente?" –Simon no comprendía

Raphael sacó sus llaves e hizo que Simon entrara primero.

Caminaron hasta la casa y de ahí hacía otro lugar del mismo. Mientras esto pasaba, el chico no disimulaba que le impresionaba estar ahí. Llegaron a una enorme sala blanca y se detuvieron.

–Aquí es

–Es... –dijo Simon– Muy espacioso

–¿Crees que no podrás hacerlo Lewis?

Simon sintió el roce de sus cuerpos cuando Raphael pasó por su costado y volteaba para mostrarle una dulce mirada.

–Seguro te preguntarás porque es tan importante para mí el trabajo que harás –Simon notó como su mirada se entristeció–. Pero sólo te diré que quiero que retrates esto para el mural –Le extendió su mano con una imagen en ella.

–No me lo estaba preguntando de todas maneras –sonrió... pero calló al ver como Raphael se encontraba serio.

Simon observó la imagen y lo que vio fue a una pequeña niña en un jardín que parecía el que acababa de ver el entrar en la mansión.

–¿Es tu hermana?

–No quiero que me hagas ningún tipo de preguntas Lewis

–Yo no quiero parecer imprudente pero –bajó la mirada y frotó sus manos– Me incomoda que me llame Lewis

–¿Preferirías Simon?

–Lo preferiría. –dijo cortante

Raphael asintió y masculló algo entre dientes. Le mostró el material y dijo que estaba en la sala si tenía alguna duda.

El chico decidió empezar de una vez. Tenía que calcular las medidas exactas. Se dispuso a subir las maderas que estaban colocadas para poder alcanzar gran altura. Marcó y siguió haciendo trazos. Se frustró al saber que se había equivocado. Borro y prosiguió. Cuando se dio cuenta era de noche. Bajó y prendió su móvil. Ninguna llamada perdida.

Genial, al parecer nadie lo echaba de menos... ni Maia

Salió de la gran habitación y se dio cuenta que no sabía para dónde ir. La verdad era que la mansión era extremadamente inmensa. Decidió caminar hasta encontrar alguna puerta y de pronto se detuvo y por impulso se escondió tras una pared.

Era Raphael. Estaba hablando por teléfono

–¿Cómo que aún no lo han encontrado? –Simon notó que la otra persona respondía ante la pregunta– ¿Esa es tu excusa? Te apuesto a que el chico acabará el mural y tú ni siquiera tendrás una pista de donde rayos se encuentra.

"¿El mural?" – Pensó Simon– "¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?"

–Si, como digas –el tono de Raphael se volvió amenazador–. pero créeme que si me vuelves a llamar para decirme exactamente lo mismo. Lo lamentarás. –Colgó.

Simon retrocedió y avanzó en dirección de donde había provenido. Llegó donde dibujaba el mural y meditó en qué demonios se había metido. Escuchó pasos y decidió actuar con normalidad. Nada de preguntas. Raphael parecía alguien peligroso.

–Pensé ver como estabas. Es de noche. ¿Quieres que te lleve a tu casa?

–¡NO! –Raphael parecía confundido y Simon se dio cuenta que no había controlado sus emociones.

–¿Te pasa algo? –dijo Raphael y se acercó a él con una mirada que mostraba inseguridad–. ¿Qué has estado haciendo?

–¿Yo?, trazando líneas si... –se controló– es sólo que mi amiga me ha llamado y estoy preocupada por ella... problemas, todo el mundo tiene problemas.

–Unos más grandes que otros, créeme cuando te digo eso Lewis. –Negó con la cabeza– En fin, ¿Te llevo o no?

–No hay ninguna necesidad –de pronto se acordó que había llegado ahí por un taxi que le cobró carísimo pues era una zona muy alejada de la ciudad ¿Cómo iba a encontrar uno por ahí?... A menos que caminara toda la noche.... "No"... Descartó la idea.

–Como quieras, ven te mostraré la salida.

Simon lo siguió y caminaron juntos hasta la puerta principal. Esta hizo un estruendoso ruido al ser abierta y avanzaron hasta las rejas. Raphael le mostró con su mano que podía retirarse, pero Simon no se movió.

–Raphael yo –hace unos minutos había negado su invitación a llevarlo a casa, pero en verdad no era porque no lo necesitara, sino por el miedo–. ¿Aún está disponible tu propuesta? –dijo divertido y eso a Raphael le dio gracia.

–Ay Lewis... Lewis –caminó hacía la cochera– ven sígueme

–Simon

–Ah... si... disculpa, Simon.

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