Capítulo VI

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Hacia una hora que había oscurecido por completo en el Área. Cada centímetro del Claro se hallaba arropado por la oscuridad. Los Habitantes solo contaban con unas pequeñas luces y una gran fogata improvisada que habían hecho entre todos los Clarianos. La iluminación del espacio era escasa pero no dejaba de ser agradable.

Minho le comunicó a Thomas que todo estaba planeado. La hoguera, la carne asada, los tambores, la "comida especial" y una bebida extraña servida en los vasos de casi la mitad de los muchachos del Área: era una fiesta.
Cuando Thomas preguntó qué se suponía que estaban celebrando, el asiático dijo que era todo por la recuperación de Alby y, un poco, para salir del mal trago que pasaron todos hoy en la tarde cuando Newt no aparecía.
El castaño se negó a festejar cualquier cosa. Por alguna extraña razón, ansiaba encontrarse sólo. Varias veces intentó escaparse, perderse, adentrarse en el bosque y no salir hasta el día siguiente, cuando todo eso hubiera acabado, pero Minho no lo dejó en paz hasta que aceptó quedarse.

Ahora un resignado Thomas se hallaba sentado en el suelo junto a Minho, Winston, Sartén y un chico que, según escuchó, se llamaba Clint.
Comían alegremente, hablaban de temas triviales y bromeaban de vez en cuando. Todos compartían un mismo espíritu, contentos y animados, excepto Thomas. Aún estando a millas de él, lograrían percibir su aburrimiento y frustración, y aunque ya todos conocían que el chico no contaba con un muy jovial comportamiento, nadie sabía el porqué de su tan mal ánimo.

—Oye ¿Te pasa algo? —Cuestionó Minho por quinta vez. Thomas negó desganado como las veces anteriores—. Entonces cambia esa cara de pescado. —Sugirió—. Vamos, yo mismo luché valientemente contra ese asqueroso cerdo hasta matarlo, solo para que comas bien esta noche. —Mencionó con una tristeza fingida en el timbre de voz que hizo reír a Thomas.

—¡Qué horror, Minho! —Dramatizó— ¿¡Haz matado a un pobre cerdito!?

—No tan pobre, ni tan cerdito. —Le agregó seriedad ficticia al asunto—. No fue tan fácil. —Añadió mientras le mostraba unos moretones en su brazo. Thomas supuso que habían sido producto de la batalla con el animal. Solo rió—. Aunque créeme que luchar contra un cerdo es mucho mejor que pelear contra un maldito Penitente.

—Ya lo creo. —Mencionó.

—Creo que mi lugar siempre estuvo en el Matadero junto a Winston y esos cuchillos afilados.

Thomas solo hizo una mueca, no apoyando ni contradiciendo su deducción. No negaría que quiere que su ex-Encargado vuelva a su antigua labor pero tampoco estaba seguro de si realmente quiere cambiar a Newt por él.

Newt. Pensó.

El rubio volvió a invadir sus pensamientos nuevamente.
No han vuelto a hablar desde la tarde. De vez en cuando pillaba una miradita de reojo muy elocuente pero saltaba a la vista que no iba dirigida a él y entonces la pasaba por alto fingiendo que no le importaba. Ni siquiera sabe el porqué de la demora de Newt en el Laberinto, y tampoco es que le importe demasiado. O quizás sí. Quizás muere por correr hasta él y preguntarle qué había pasado, pero eso nunca lo admitiría. No aceptaría que se había preocupado tanto por el rubio. Jamás.

Desde la tarde ha estado pensando que, si no logra sacar a Newt de su cabeza, pronto se volverá completamente loco.

Por otra parte, Minho seguía hablándole pero Thomas ya no podía prestarle atención y solo ansiaba que cerrara el hocico de una vez por todas. El asiático podía ser muy molesto en algunas ocasiones.
Si no era Chuck hablando idioteces en su oído, era Minho hablando garlopas que no le interesaban en lo más mínimo.
Sus amigos tenían esa lengua irrefrenable que lo sacaba de quicio realmente.

Luego de unos minutos, los dioses parecieron oírlo ya que la voz del asiático se fue difuminando entre los demás murmullos. Supuso que, harto de que él no le diese cuerda, su ex-Encargado hubo recurrido a entablar conversación con otra persona. Winston quizás.

Detrás de los Muros /Newtmas/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora