Recuerdo que mi padre me dijo que jamás debía dejarme vencer, que siempre mantuviera la cabeza en alto, aunque las cosas se vieran difíciles, aunque todo estuviera en mi contra, debía levantarme y seguir luchado. Jamás le tomé un verdadero peso a sus palabras, una persona como yo jamás había necesitado luchar por lo que deseaba. Mi padre había vivido en mundo que yo no conocía. Y pensé que jamás lo conocería.
Entonces ¿Qué yo hago aquí? En esta esquina perdida de una ciudad malagradecida, con solo la luz de un farol y la noche amenazante desplegándose en cielo, obligándome a tomar una decisión.
<No tengo a dónde ir> pronuncio en voz baja y patética.
Un recuerdo asalta mi mente, un puente de piedra, cerca de la casa en la que había vivido mi infancia. Me veo a mi mismo en su orilla mirando hacia abajo y preguntándome cuanta profundidad se ocultará debajo de sus cristalinas aguas. Tal vez hoy pueda descubrirlo.
Empiezo a caminar.
Fracaso.
Esa es la palabra perfecta para describir mi situación, mi vida y mi persona. Soy un fracaso. ¿Y por qué? Pues... por culpa de él.
Él.
Esa serpiente venenosa, ese embustero, engañoso y misterioso ser. Llegó a mí ofreciendo amistad, ofreciendo consuelo a mi pena por la muerte de mi padre. Yo estaba completamente solo, yo no era especialmente agradable a las demás personas, me creían un niño rico, frío, arrogante y amargado. Y en cierta forma era cierto. Él aprovechó esa situación, dijo que me entendía, dijo que él podía ver en mí lo que nadie más podía, la profundidad oculta bajo el agua.
Me contó también sobre su persona, historias de su dura infancia que yo compadecía, me contó sobre los abusos que sus padres cometían contra él y sus hermanos, dijo que escapó con ellos a los trece años y que desde entonces los había cuidado él solo. Nunca llegaré a saber si esas historias eran reales. Aún así reconocí en él las palabras de mi padre, pensé en el como alguien invencible, alguien que luchaba sin importar el contrincante. Ya en ese momento empecé a idolatrar a ese ser perfecto a mis ojos, un falso héroe del que sin esperarlo me enamoré.
Entonces aquella bestia calculadora reparó en mis acciones, en mis gestos y expresiones, por supuesto usó todo esto a su favor. Comenzó a acercar más su cuerpo al mío, a pedir pasar la noche en mi casa en múltiples ocasiones, y al amanecer entraba a mi habitación sin camisa siempre con alguna excusa descaradamente poco creíble. Sin embargo tubo el cuidado de no coquetear en exceso, él no quería atacar directamente, se divertía jugando conmigo para hacerme ir hacia él. Para hacerme desearlo.
Al tiempo en que su plan empezaba funcionar, en el que yo engañado me aventuraba a pedirle dormir en mi cama, a abrazarlo fingiendo casualidad, estaba emocionado por la idea de que él pudiera corresponderme y él también lo estaba pero seguramente porque su encanto parecía dar efecto en mi.
Empezó a pedirme favores, más bien a hacerme favores que en realidad lo favorecían a él, comenzó hablando con la gente de la empresa de mi padre, diciéndoles que yo no estaba en condiciones de hacerme cargo todavía, siguió encargándose de las cosas de mi casa, despidiendo gente que no le agradaba, siempre había una excusa, se divertía fingiendo ser el rey de la casa. Yo lo dejaba ser, aún cuando me molestaban sus acciones él se las arreglaba para distraerme de los problemas. Fue una noche en concreto en que yo me encontraba profundamente enfadado porque él había despedido a una empleada que había pasado años trabajando en la manción. El cambió de tema dijo que tenía algo más importante que hablar conmigo, dijo que se había enamorado de mi.
Y yo caí en su red, por supuesto.Siento un dolor en el pecho pero sigo avanzando, la mirada al frente, la mano firme sosteniendo el gran bolso negro, es pesado pero me digo a mi mismo que soy fuerte tengo llegar antes del alba, tengo que hacer, la oscuridad tapará mi delito.
Esa misma noche hicimos el amor por primera vez, su cuerpo desnudo, tan hermoso, tan obsceno, tan caliente, sentí que era mío, por primera vez lo veía indefenso jadeando, rogando por más, ¿era eso también mentira? Probablemente sí, después de todo él jamás fue mío.
Pasaron los días y yo estaba cada vez más sumergido en él y tan ajeno a todo lo demás. Yo era un blanco fácil en verdad, siguió días distrayendo mí mente con besos, caricias y sexo. Fue como unos días en paraíso para caer directamente en el infierno. El telón cayó y la función terminó, el ya tenía lo que quería, mi dinero, yo estaba en quiebra. De un día para otro él se había esfumado y yo en la calle él había ganado.
Pero no, yo luche, y me las arreglé para encontrarlo gracias a mis contactos. Te encontré, te encontré, te encontré.
He llegado veo el agua, oscura profunda, es perfecto. Me siento con las piernas colgando hacia abajo, el bolso a mi lado, lo abro, su pelo rubio luce desordenado y algo aplastado, su piel aún más pálida, sus ojos...igual de fríos que cuando estaban vivos. Me inclino para besar sus labios una vez más, y ya, tal como él hizo conmigo solo lo empujé de una vez y ya. Listo, bueno, no del todo.
—Siempre estaré a tu lado.—le dije antes de saltar.
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