La competencia

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—2√5

—¡Correcto! Tenemos un ganador.

En la habitación resonaron los aplausos a un ritmo cansino, a nadie en aquella habitación le importaba una mierda quién ganaba el aburrido concurso de matemáticas, pero a mi si. Lo admito, no tenía razones para quejarme, peleé como nunca para no tener que entrar a la maldita competencia, pero cuando tuve aceptar a regañadientes nadie me advirtió que tendría que competir con él.
No me importó en en un principio, estaba en mi clase, lo máximo que sabía sobre él ¿y qué más daba? Pero fue su actitud, como estábamos en la misma clase solíamos caminar juntos al salón dónde se hacían las preliminares, no solo era un hablador odioso y arrogante, sino que era mejor que yo en las matemáticas, y le gustaba restregarmelo en la cara.
Fue cómo una obsesión, jamás había tenido la necesidad de estudiar matemáticas hasta que lo conocí a él, lo hice, estudié, repasé, y practiqué, pasé horas resolviendo problemas hasta tarde, todo para vencerlo, debía ser mejor que él, no podía perder ante ese idiota.
  Él mientras tanto se veía relajado, siempre riendo con sus amigos y alguna que otra chica. No me daba cuenta cuanto había comenzado a observarlo. Estudiaba al enemigo, estudiaba y no dormía, me estaba volviendo loco. Dónde mirara lo veía a él y a cientos de números y ecuaciones.
El día de la final había llegado, competíamos cuatro, me sentía más preparado que nunca, pero también muy cansado. Decidí descanzar los ojos un momento mientras sentado apoyaba mi cabeza en mi mano, por un segundo me sentí ir por el sueño, hasta que escuché su voz.

—Te has estado presionando demasiado.

Era él, que venía a incordiarme antes del concurso. Como lo odiaba.

—No es nada—mi voz sonó más suave de lo que quise.

—Necesitas descanzar.

—¿Ahora te preocupas por mi? Vaya que eres un idiota.

Restregué mis ojos con mis manos y al quitarlas vi que él se encontraba mucho más cerca de lo que estaba antes, de lo que había estado nunca.

—Tal vez lo soy.

Presentí que algo en sus palabras, comenzó a acercar su rostro aún más, me levanté de súbito y me alejé de él dándole la espalda.

—Siento haber sido maleducado contigo, no supe como hablarte. Definitivamente fui un idiota.

No sabía que estaba diciendo o a qué quería llegar, pero supe que no me gustaría cuando sentí sus manos en mi cintura apegandome a él. Yo había despertado completamente, me encontraba aterrado y confundido.

—Había estado esperando el poder hablarte desde hace tiempo, y cuando se presentó esta oportunidad no supe que hacer, lo siento tanto. Pero me di cuenta de que hoy todo acabará y tal vez ya no creas necesario el hablar conmigo, y eso me dolería mucho.

La habitación se sumió en el silencio, sentí su respiración en mi nunca, me pregunté si su corazón latía tan fuerte como el mío. No supe que decir. Sus labios rosaron suavemente mi cuello.

—Siempre me gustó el lunar que tienes aquí en la nuca.—susurró— Pienso que estoy enamorado de él, corrijo, estoy enamorado de ti.

Me besó allí nuevamente, me dí la vuelta de golpe, traté de alejarme, no pude. Su mirada, era tan intensa, me arrastraba como el sueño pero hacia un lugar diferente. Me besó, me besó en la boca y profundamente. Sentí que me caía pero él me sostuvo, yo me sostuve de él, continúo, continuamos. Estuvimos mucho tiempo así, pegados por el cuepo y los labios, hasta que oí a lo lejos el ruido del micrófono del salón, el concurso iba a comenzar. Me separé de él con mi cara enrojecida y salí de allí casi corriendo.

Perdí, el ganó. Más tarde yo lo acusaría de usar artimañas para que yo fallara, él fingiendo inocencia dirá que no sabe de lo que hablo y me sonreirá de esa manera arrogante que tanto odio. Entonces volverá a tomarme por la cintura y a besarme, de aquella misma forma, intensa, embriagante y prohibida.  Yo perdí más que una tonta competencia, perdí completamente la razón, pero también gané, lo gané a él.

One Shots (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora