Eran alrededor de las 2 am, mi habitación se encontraba a oscuras y lo único que se escuchaba eran las gotas de lluvia golpeando el tejado. Un sonido relajante, me sentía caer dormido pero en el momento en que mis ojos se cerraron el estrépito de un trueno interrumpió la calma de la noche. Aquello me sorprendió en un principio pero no le hubiera dado más importancia de no ser porque sabía lo que pasaría a continuación.
La puerta de mi habitación se abrió en un estruendo a coro con el de un segundo trueno. Los ojos grises asustados, el cabello rubio revuelto y pegado con sudor en la frente, un adolescente de dieciséis años con el miedo de un niño de cinco. Mi pequeño hermanastro.
>Tom, déjame dormir contigo.
Aquel no era mi nombre, simplemente era una broma que pronto se convertiría en un apodo cariñoso, este niño se tomaba demasiada confianza con alguien que recién conocía., pero yo no era nadie para juzgar aquello.
Le sonreí cansadamente y descubrí un lado de mi cama para que pudiera recostarse, mi querido niño casi corrió a mi lado agarrándose a mi, asustado y adorable. Puse mi brazo a su alrededor logrando que estuviéramos aun mas cerca si es que eso era posible.
>¿Crees que mamá esté bien?
>Solo es un poco de lluvia, no le pasará nada. Estoy seguro de que Hellen esta por llegar.
Sus ojos se giraron hacia mí asustados, una mirada que partió mi corazón en dos ¿como era posible que su tierna alma se pudo mantener intacta por tanto tiempo? Yo tenía dieciocho años y ya había sentido como el peso del mundo me oscurecía un poco por dentro. No lo entendía. Quería hacer algo para tranquilizarlo, para tranquilizarme tal vez , pero no sabía que hacer, él era tan inocente.
Miré su rostro, sus labios finos moldeando un linea de preocupación, surgió una sensación extraña en mi estomago. Bese su frente.
>Duerme.
Le dije cerrando mis ojos e ignorando su expresión de sorpresa. Transcurrieron unos minutos, no dijo nada pero sabia que estaba despierto, no abrí mis ojos pero sentí que él estaba mirándome.
Entonces una pequeña caricia pareció arrastrarse por mi mejilla, contuve una sonrisa en mis labios y seguí haciéndome el dormido. Otra vez por mi mentón, sus dedos pasaban suavemente como si tuviera miedo de ser descubierto. La sensación en mi estomago volvía a hacerse presente. Es niño no sabía con quien estaba jugando. Mantuve mis ojos cerrados pero lentamente deslicé mi mano por su espalda y por debajo de su ropa. Se paralizó por un momento, su suave y fría piel se sentía deliciosa al tacto, hice un gran esfuerzo por mantener el control y fingir que fue un movimiento involuntario mientras dormía.
Un pequeño suspiro chocó contra mi cuello, tomé eso como una señal de aprobación, volví a subir mi mano por su espalda, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba. Más suspiros, sus labios rozaron mi cuello. El sonido de la lluvia sobre el tejado, sus manos agarrándose a mi camisa, la sensación en mi estomago, el mareo en mi cabeza junto a una alarma que anunciaba "peligro", supe que aquello no estaba bien.
Detuve mis movimientos, mis manos dejaron su espalda abruptamente, ya no sentía su respiración en mi cuello, me estaba mirando lo sabía. Me di la vuelta, seguí fingiendo, no quería ver su rostro. Unos segundo después sentí como abandonaba mi cama y se iba dando un portazo en un claro berrinche. Sonreí a eso pero el insoportable vacío que dejó en mi cama me torturó todo la la noche.
