No soy un loco por estar tan calmado, al menos es lo que pienso.Muchos en mi situación estarían asustados pero no soy una chica y aunque no soy muy fuerte realmente dudo que esta persona sea capaz de hacerme daño.
Por eso no me inmuto ni un poco al oír los pasos tras de mí del sujeto que me está siguiendo. Ya sabe dónde vivo después de todo, no es la primera vez que me sigue, no tiene caso hacer un escándalo por esto. Aún después de su última carta.Es cierto que la primera vez me sorprendí, pero no le tomé demasiada importancia, lo más seguro es que fuera una broma.
No puedo dejar de mirarte.
Ya sea lo encuentres tierno o aterrador, no hay porqué agitarse por algo así. Aún si ocurre más veces, a los chicos les gusta bromear.
Eres el chico más hermoso que he visto.
Sueño con tus ojos...
...cada noche.No puedo dejar de pensar en ti.
Siguió así por un tiempo, realmente no me importaba si lo que decía en las notas era real, para mí no lo parecía, eran solo letras en un papel, no podía figurarme a nadie siendo de esa forma. Cuando las notas pararon me dio igual.
Pero mientras los días avanzaban ocurrían otras cosas, la sensación incesante de ser observado, objetos en mi habitación que desaparecían o cambiaban de lugar. Jamás fui un paranoico, pero tampoco era estúpido, era evidente que algo ocurría. Para asegurarme dejé una nota en mi propia habitación.
No te temo.
Al día siguiente aparecieron las cartas, casi diez cartas por semana. No eran interesantes, eran cursis, aburridas y repetitivas. Las odiaba, pero aún así las leía todas.
Jamás intenté saber de quién se trataba. Aquella persona no quería ser descubierta y yo tampoco quería hacerlo. La única razón por la qué leía las cartas era para saber si allí encontraba algo interesante, algo que cambiara algo en la rutina pero no era así. Esa persona apenas era una sombra que me perseguía pero mi vida continuaba normalmente. Tal vez aquello era lo que más odiaba.
Un ente repugnante que revoloteaba a mi alrededor sin que me molestara en fijarme si estaba allí. Casi como un fantasma. Un fantasma pervertido que se masturbaba pensando en mí y luego escribía extensas cartas donde explicaba con demasiado detalle sus más oscuras fantasías, papeles sucios, letra desordenada y temblorosa, casi inteligible. Seguía sin interesarme.
El loco no soy yo, es él. Aquella sombra que me sigue a la distancia. Me observa. O cree que lo hace. Me ve a través del lente de las fantasías de su mente perturbada.
Si me detuviera ahora, me diera la vuelta sobre mis talones, probablemente saldría huyendo. No ha dado la cara en todo este tiempo, es un cobarde. Me da lástima.
De mi bolsillo, finjo hacer caer una pequeña pulsera de cuerda. Se que la tomará cuando piense que ya estoy lo suficientemente lejos. Seguramente la guardará, seguramente se masturbará con ella en la mano. Y escribirá una carta sobre lo bien que se sintió. Una carta manchada de sudor y semen. Sonrío para mis adentros con suficiencia.
Un acechador me está persiguiendo, y yo le hecho un pequeño regalo. No es que haya perdido la cabeza pero la gente común no entendería, no entendería lo bien que se siente el saber que unos pasos allá atrás alguien realmente está perdiendo la cabeza por ti.
Al otro día un sobre de papel descansa sobre mi asiento en la mañana. Lo tomo y por el grosor noto que la extensión de su locura es mucho mayor que la última vez. Lo arrojo dentro de mi mochila sin expresión alguna, así nadie se imagina cuánto lo estoy disfrutando.
"Buen chico" pienso.