Cierro los ojos e intento relajarme. Trato de dejar la habitación en la que estoy, de aislar el ruido de las sirenas a lo lejos, concentrarme en algún punto de mi mente alejado de la situación que estoy viviendo. Pienso en una habitación distinta, menos sombría y mohosa, pienso en un sitio donde la luz del sol se cuela suavemente desde la ventana, un sofá azul con flores bordadas y una cómoda cama con sábanas blancas, él está allí en la cama, desnudo, yo en el sofá sostengo un libro que no logro leer, solo puedo mirarlo a él, tan hermoso con la luz de la tarde haciendo brillar su piel y deslumbrar mis ojos. Él sonríe, una sonrisa hermosa, graciosa, inocente, adorable. Se levanta, se sienta en mi regazo pasando sus brazos por mis hombros, lame mi labio inferior con la punta de su lengua, yo acato su demanda y lo beso con todo el amor que le tengo y le tendré toda la vida, no importa lo que pase, no importa lo que haya hecho...
Las sirenas se oyen cada vez más cerca, me tiemblan las manos, abro los ojos y miro con nerviosismo el pequeño baúl que reposa sobre el suelo, me despego de la ventana al ver a la patrulla rondar por la calle, me siento sobre el baúl.
Vuelvo a mi fantasía, no sabría llamarle recuerdo, podría ser tal vez una mezcla de ambos. El beso continúa, el libro cae al suelo sin que nadie le importe, pongo las manos en su cintura sintiendo su lisa piel. Te amo, susurro, No me conoces, responde él. Lo conocía lo suficiente, lo suficiente para amarlo, no lo veía todos lo días, no sabía que es lo que hacía cuando no estaba conmigo, pero sabía que cuando estaba a mi lado, él era libre, libre y mío, ambos lo éramos y eso era lo único qué importaba.
Él se levanta de mi regazo, yo lo miro confundido, el sonido de las sirenas casi me hace volver a la realidad, la habitación pierde luz, ahora es fría y húmeda, pero él sigue estando aquí, de pie y hermoso, y preocupado. Mira hacia la puerta dónde se escuchan voces y gritos, en sus manos sostiene un arma. Guárdala por mí, no dejes que la tengan. Una mancha de sangre cubre su mejilla. Cariño, ¿qué pasa? Trato de alcanzarlo pero ya está lejos de mí. Se qué él no quiere irse, no quiere dejarme. Ya no puedo verlo más, los golpes en la puerta se intensifican. Ellos se lo llevaron, ellos me lo quitaron.
Me pongo de pie, abro el baúl y tomo el arma, reviso las balas antes ponerme a un costado de la puerta. Abro la puerta. Pronto estaré contigo amor.