CAPITULO 4-2

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-¿De qué quieres hablar?-pregunté y, al ver su sonrisa supe que no sería nada bueno.

Algo trama.

-Aquí tienes las llaves, vecina.-Se acercó hasta quedar a pocos centímetros de mí y puso unas llaves en mi mano.

-¿¡Vecina!? Pero si tú no eres el dueño, ¿Qué haces aquí?- ¡No entiendo nada!

-La casa de al lado es de mi padre, esta era de mis tíos, ellos murieron hace dos años y, al no tener hijos, me la dejaron a mí, además, la piscina es compartida, nos bañaremos juntos, Andy.-Me guiñó un ojo y salió de la casa cerrando la puerta detrás de sí.

Escuché como mis amigas bajaban corriendo las escaleras y me tiraban en el sofá mientras me exigían que les diera explicaciones pero, ¿Cómo se las iba a dar si, ni yo las tenía?

-Sabe mi nombre, ha dicho que si nos conocemos, ¿De qué habla?-dije en un susurro y mis amigas me miraron como si me hubiera salido otra cabeza.

-Tía, ¿De qué cojones hablas? ¿Cómo sabe tu nombre?-Naty andaba de un lado a otro mientras Paula seguía sentada a mi lado mirando a la nada.

-Eso me ha dicho, ¡Oh! Y que somos vecinos.- El grito de mis amigas no se hizo esperar y tuve que tapar mis oídos para no quedarme sorda.

-¿Vecinos?-preguntó Paula y yo asentí mientras les explicaba que esta era la casa de sus tíos.

-Vaya semana más movidita nos espera.-dijo Naty y todas asentimos y nos quedamos en silencio hasta que miré la hora y salté del sofá.

-¡La fiesta en la playa!-grité y las tres nos miramos para después salir corriendo hacía el coche y coger las maletas.

Llegábamos tarde.

Como siempre.

***

Después de correr como locas por toda la casa, de tirar medio maquillaje, de revolver mi maleta y la de mis amigas, de ducharnos en tiempo record y, como no, de gritar como locas, ya estábamos listas.

En veinte minutos, ¡Todo un record!

Salimos corriendo de la casa y nos montamos en el coche como almas que llevaba el diablo.

Volví a sentarme en la parte trasera del coche y nos pusimos en marcha mientras la radio sonaba casi al máximo y yo rezaba para que la policía no nos detuviera.

Pusimos el GPS para que nos indicara el camino hacia la playa y lo único que hicimos fue imitar la voz del aparato en vez de guiarnos.

Conclusión.

Acabamos perdidas en un camino de tierra, en el cual no se avistaba ni una mísera señal de vida.

Mis tacones se encontraban en el asiento trasero del coche mientras yo estaba descalza y mis amigas, igual.

Quien inventara los tacones, tenía unas ganas tremendas de hacernos morir.

-Al menos hay cobertura.-dijo Naty mientras marcaba el número de la grúa.

-¿Por qué llamas a la grúa?-pregunté y ella frunció el ceño y colgó el teléfono.

-Para que nos digan cómo salir de este sitio.-Dijo ella como si fuera lo más lógico del mundo mientras yo llevaba mis manos hacia mi cara y suspiraba de frustración.

-Naty, a la grúa se le llama cuando pinchas una rueda y no tienes recambio, cuando el motor falla o cualquier otra mierda de esas, no para que nos sirvan de mapa.-Aclaró Paula y agradecí al cielo cuando una moto apareció.

¿Jefe? 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora