4. Diversión y problemas... Los amigos siempre estarán ahí.

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Nowaki se encontraba en su consultorio leyendo algunos libros de medicina. Intentaba concentrarse pero se distraía recordando sus propias palabras.

"Me gustaría saber cómo eran mis verdaderos padres" recordaba una y otra vez. Cerró el libro y alejó su silla del escritorio. Por un momento se sintió débil; Esas cosas no deberían seguirlo afectando, pero era inevitable no pensar en eso.

Sacó las fotos que había guardado en su cartera. Una de un pequeño Hiroki sentado en los columpios y una de él sentado en el pasto de un campo. Le fascinaba que ahora tuviera fotos de él en su niñez, quería que Hiroki conservara algunas al igual que él.

Ver al pequeño Hiroki sonriendo le despejó de sus dudas. Intentando concentrarse, retomó su lectura.


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Casi medio año había pasado de haberse hecho amigos. Los problemas que había tenido Nakeli se fueron de la noche a la mañana cuando dejó de recibir cartas-amenazas. Aún así, Anabel estaba al pendiente de su entorno.

Era ella quien tenía un problema ahora.

─¡¡No papá!! No quiero el maldito dinero y no quiero buscar un prometido. Estoy bien en Japón, ahora soy feliz –reclamaba Anabel, diciendo lo último en un tono nostálgico.

─Eres Usami, y como tal debes hacerte respetar –le sermoneaba su padre del otro lado de la línea–. No deberías estar con gente tan pobre como los de tu universidad...

─¡No vuelvas a decir eso de ellos! Por eso todos creen que los Usami somos así, además para tu información, hay una Kusama –comentó con orgullo, sin querer presumir el apellido de Nakeli.

─Já, ¿Una Kusama? que vergüenza, familias tan nobles en institutos tan pobres. Peor viniendo de una familia tan mierda como esa; como tu abuelo diría: "Si veo a un Kusama en mi camino...

Anabel colgó si oír lo último, estaba harta.

Sus padres insistían en que volviera a Inglaterra, con la excusa de que el oxigeno era más saludable que en Japón. Buscaban que heredara su puesto correspondiente en la familia y que encontrara al amor de su vida en la lista de pretendientes que escogieron para ella. Por supuesto, rechazó cualquiera de sus ofertas.

La situación no era tan grave, pero era fastidiosa de vez en cuando.

Ese día era sábado y había acordado con los chicos reunirse en una cafetería. Se vistió y preparó su *concentrador de oxigeno, bajó las escaleras, comió una pera y se despidió de su tía mientras iba hacia a la puerta pero esta la detuvo.

─¿Vas a salir? ─preguntó su tía desde la cocina─ . ¿No estás olvidando algo?

─¿Olvidar? No creo que esté olvidando algo, y si es sobre mi padre, créeme que no me...

─No has llenado tu oxigeno ─ le interrumpió cruzando los brazos.

Era cierto, tenía que llenar su tanque de oxigeno. Pero no quería faltar a su primera reunión oficial con sus amigos, además el tanque podía durar un día más–. No creo que sea necesario, puedo hacerlo mañana –dijo sin interés y saliendo por la puerta–. Ten un buen día.

Llegó a la cafetería en tren. Entró y se dirigió a la mesa.

─¡Hola Anabel! –saludó Nakeli desde la mesa. Los demás imitaron el gesto.

─Perdón por llegar tarde, ¿me perdí de algo?

─De nada en especial. Nos poníamos de acuerdo para salir a alguna parte –comentó Riku Takahashi. Aquel chico de ojos verdes ─a quien Anabel había conocido tiempo después─ era el último integrante del grupo de amigos al que ahora la peli plata pertenecía. Tenía un carácter amigable, pero en ocasiones era un poco seco.

La historia antes de nuestro cuento (Precuela de Junjou Romantica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora