La historia antes de nuestro cuento (Precuela de Junjou Romantica)

9. El nacimiento de una luz blanca.

Felicidad, la palabra exacta que describía sus vidas en ese momento.

Anabel estaba embarazada, al igual que Hitomi y Sakura.

Faltaba Nakeli, pero ella decidió junto a Canna que aún no estaban listos para tener un hijo.

Como si todas se hubieran puesto de acuerdo, aunque solo fue cosa del destino.

La pareja Takahashi tuvo que mudarse lejos de Tokio por un tiempo, debido a un problema en el trabajo del oji-esmeralda. Ninguno sabía cuando regresarían.

Fuyuhiko se quedó con el trabajo de la empresa Usami, algo que no le molestó en absoluto a la peli-plata, pero ahora se encontraba ocupado casi todo el tiempo. Por alguna razón el peli-negro parecía ocultar algo.

...

Dos mujeres, una de ellas con 5 meses de embarazo, disfrutaban de un lindo paseo. La peli-azul se daba el gusto de cargar la maleta con el concentrador de la peli-plata.

Se encontraban en un parque de cerezos que no tenía mucho de haber abierto. Fueron ahí luego de que Anabel visitara la mansión Kusama. Estaba en Japón por asuntos laborales, pero afortunadamente tuvo tiempo de ir y visitar a la pareja; secuestrando a Nakeli en el curso.

Cuando se cansaron un poco, decidieron sentarse en una banca frente a la fuente. Era un bello momento que tenían a solas, pues el esposo tenía turno en el hospital. Nakeli disfrutaba de hablar sobre su embarazo, haciendo cientos de preguntas con respecto a ello.

─Será un niño hermoso... ¿Será niño, cierto?

─Sí, será niño.

─Aww que lindo ─expresó con emoción─, ¿ya pensaron en su nombre?

Anabel se sorprendió por la pregunta. Era cierto, no habían pensado en un nombre aún.

─No lo hemos hecho.

─Ah –suspiró con decepción–, el nombre es muy importante, será el sello que llevará toda su vida.

─Ya lo sé, pero no he tenido tiempo de pensar en uno –confesó con pena.

─Pero al menos tienes ideas, ¿cierto?

─Obviamente –aseguró–. Tengo muchos nombres en mente, Fuyuhiko me ha dado algunos pero no terminan de convencerme.

─Te aseguro que encontrarás el indicado.

─Eso espero –dijo en voz baja–. Quisiera que fuese un nombre japonés –expresó con entusiasmo.

─¿Japonés? ¡qué bueno! –exclamó con ánimo, pero luego lo pensó un poco–, Espera, ¿por qué japonés? No digo que sea malo, pero ¿por qué no un nombre inglés?

Anabel soltó una pequeña risa con su pregunta. Con su mano apartó los mechones azules de su frente.

─Porque Japón es mi segundo hogar. Aquí los conocí a ustedes y te conocí a ti –habló con dulzura–. Me encantaría que mi pequeño tuviera un nombre originario de aquí.

Sus palabras conmovieron a Nakeli.

─Eso es muy dulce de tu parte. Si yo llegara a tener hijos... oh cuantos nombres tengo en mente.

─¿Tienes uno en especial?

─Sí.

─Habla –pidió amablemente.

Bueno, siempre me han gustado las tormentas, los tifones, las lluvias intensas...

─¿Ajá...?