4

478 70 3
                                    

No respondió, solo se quedo callada en esa posición.

Era frustrante; él estaba intentado acercarse nuevamente a ella a través de una mascara pero simplemente no podía, se estaba encerrando a sí misma poco a poco en un poso lleno de lodo.

— Por favor responda majestad. — Susurro el azabache mientras fruncía el ceño un poco frustrado ante su cruel silencio.

Pero nadie respondió, al menos no al instante.

— No lo entenderías. — Respondió la eriza mientras levantaba nuevamente su cabeza hacia la estatua, sus ojos ya no eran llorosos, sólo cargaban pena y tristeza. Parecía como si en cualquier momento fuera a romperse en mil pedazos pequeños. — ¿Qué haces cuando pierdes a la única persona que has amado con todo tu corazón desde muy temprana edad?

Eso no lo podía responder como tal, la única que había querido lo abandono para ser feliz, realmente no la culpaba, no odiaba a Coraline por lo que hizo. Por primera vez había pensado solo en ella y no en los demás.

No podía odiarla por desear ser feliz.

— Buscar a alguien más. — Respondió en seco el ojos carmín. Ni siquiera estaba seguro si esa era la respuesta correcta para que ella se abriera más a él. — O al menos dejarla ir. — Agregó, recordando a su progenitora.

— Yo no puedo hacer eso, solo siento un vacío aquí. — Susurro apuntando con su dedo hacia su pequeño.

La nieve estaba empezando a caer nuevamente, pero este vez más fuerte.

La eriza se sobresalto un poco cuando sintió una gruesa tela posarse sobre sus hombros y cabeza, miro un poco de reojo y noto como el azabache se había quitado la capa para dársela. Aún así no se iría de ahí.

— Todo es su culpa. — Dijo con rabia la eriza mientras apretaba su mandíbula con fuerza al igual que sus manos, haciendo que un poco de sangre volviera a fluir. — Si ese erizo no hubiera apetecido Sonic estaría todavía aquí, ¡Ni siquiera se realmente porque quería matarme, mi padre se niega a decírmelo!

— Tal vez, lo hace por su bien — Comento él mientras se alejaba nuevamente hasta su posición anterior. — ¿Realmente lo seguiría odiando aún si le dice que fue... Obligado o simplemente no sabia lo que hacia?

Dejado de la careta sus ojos se habían tornado una vez más negros.

Cuando Decida MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora