Me tienes miedo.

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Pov. Perrie:

Accedí a ir al cine con ellos, no iba a mentir, no vi la película, ni yo, ni ninguno de los presentes. Algo le estaba pasando a Jade, cuando la guerra entre ambas terminó, Jade se ponía nerviosa tan solo rozando mis manos en sus brazos, pero estos últimos días Jade me provocaba siempre que podía y más. Ella era un tierno y blandito trozo de pan, pero de todas formas cuando nuestros labios entraban en contacto, todo parecía cambiar a nuestro alrededor, y Jade se las apañaba para provocarme y después rogarme que parase, sin ella tener idea de cuán difícil era dejar de sentir el contacto de mis labios sobre ella, ni de como deseaba hacerla mía.

En el cine Jade paseó su mano por mi pierna varias veces, nos besamos más que vimos la película, el único momento en el que nuestras lenguas no jugaban, era cuando Lauren le decía algo y tenía que hacerse la disimulada, aunque era demasiado obvio lo que hacíamos, ya que Jade comenzaba a reír siempre que jugaba con mi lengua en su oreja, haciéndola erizarse.

Caímos en la cama nada más llegar, Jade estaba sobre mí, besándome desesperada, no me dio tiempo a reaccionar, quería pedirle que parase por el simple hecho del miedo que tenía por llegar a un punto en el que ya no podría parar. Estaba dejando de sentir mis labios, era como una droga; Te hacía daño, pero aun así no podías parar. Me coloqué encima de ella tan deprisa como un pestañeo, se sorprendió por un segundo, mirándome y dejando de besarme.

–Se lo que pretendes, no pienso dejar que controles la situación, porque se te va de las manos –. Sonreí besando su cuello, oliendo su perfume, sintiendo el calor que emanaba su piel.

–¿Ah sí? –, dijo en un jadeo –. Conozco tus puntos más débiles señorita –. Murmuró, mordiendo mi oreja.

Gemí, maldiciéndola. Introduje mis manos bajo su camisa, sintiendo sus pechos cubiertos por la fina tela de su sujetador, sus ojos se mantenían cerrados, mientras que los míos permanecían firmes ante la imagen de su rostro, tan hermosa, tan pequeña.  Pensé que se molestaría por tocar allí, por permanecer mis manos bajo su blusa acariciando su abdomen, deseando arrancarle la ropa. Pero no dijo nada, simplemente respiraba pesada, sintiendo mis labios besar toda la región de su cuello, marcándola.

–¿Cómo lo haces? –, murmuré volviendo a sus labios, mordí levemente su labio inferior y tiré despacio, torturándola un poco más, saboreando. Ambas sonreímos en el mismo instante que nuestras miradas se encontraron.

–¿Hacer el que? –, llevó sus labios a mi cuello. Pasó su lengua por él, casi a cámara lenta, fue hasta mi oído, obligándome a sentir su ardiente aliento acariciar el punto débil que era mi oreja –, Responde, maldita seas –.

Lo estaba haciendo apropósito, no existía nada más excitante que escucharla susurrar en mi oído. Tan pequeña, tan buena, pero tan... traviesa.

–¿Cómo haces para volverme tan loca? –, Me miró un momento, asomando una tímida sonrisa, volvió a alcanzar mis labios, lamiéndolos. –Respóndeme, dios –. Se encogió de hombros.

–¿Sabes? –, dijo llevándose un dedo a los labios –, tengo hambre ¿Y si comemos? –.

–¿Y si te como yo? –, me dio un beso corto y rápido en los labios, y después se escurrió como una gelatina bajo mi cuerpo y salió de la habitación. –¡No vas a escaparte! –, dije riendo. Salí detrás de ella, dispuesta a abrazarla desde atrás y prohibirle que siguiese avanzando.

Al salir encontré a Jade parada de espaldas, con expresión confusa me acerqué a ella, la miré, pero ella miraba hacia punto de la sala, miré también, mi boca quedó completamente abierta.

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora