La dama y el vagabundo.

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Pov. Perrie:

Me puse los zapatos y le di un beso en los labios a Jade antes de irme, fue increíble la forma en la que lloré... como una niña desconsolada. Salí por la puerta y caminé la calle que había al lado del edificio, la que me llevaría a mi hermana, la vi de lejos, llevaba las gafas de sol puestas, aunque el sol ya no quemaba dado a que estaba atardeciendo, las comisuras de mis labios se hundieron, arrepintiéndome de cada palabra que había dicho, amaba a mi hermana y estaba dispuesta a apoyar todas y cada una de sus decisiones, todo lo que ella había dicho era verdad, y no merecía tenerla en mi vida, cuando algo así sucede no soy capaz de medir mis palabras, palabras que pueden llevarnos a una situación crítica, no quería estar así con ella.

Me vio llegar, pero me ignoró. Apartó su mirada de la mía cuando me senté, la camarera se acercó a nuestra mesa.

–Un café americano triple –. Le dije, le tendí un billete –. ¿Eso está pagado? –, señalé el café que tomaba mi hermana, negó –. Cóbralo y quédate el cambio.

La camarera se marchó, y solo hubo... silencio. Sentí una inmensa pared entre ambas, transparente, pero allí estaba, como si ninguna de las dos estuviese, simplemente me mantuve callada, buscando cualquier palabra para empezar una disculpa.

Sujeté su mano con cariño, miré sus ojos cubiertos por un trozo de plástico negro, y susurré;

–Lo siento, eres mi hermana –, sentí mi voz quebrarse –. Y te quiero, y voy a apoyarte en esto, esté o no de acuerdo.

–Genial –, dijo apartando su mano.

–Sé que he sido una imbécil –, respiré hondo –. Pero no puedes culparme, esto ha sido tan precipitado... sinceramente esperaba otro tipo de noticia.

–Me has pedido, no –Alzó las manos, señalándome con sus dedos –. prácticamente me has obligado a abortar –, dijo –. Cosa que no voy a hacer, solo porque tú lo quieras.

–No, no es lo que quiero –. En aquel momento me miró, apartándose las gafas de los ojos, dispuesta a escucharme –. Supongo que odiar tanto a Jordan por lo que te hizo, me ha hecho negarme a la idea de que tengas un bebé, su bebé.

–Lo que ha pasado es que Jade te habrá hablado sobre algún caso hipotético, y te habrá convencido para que traigas aquí tu culo y te disculpes, pero ambas sabemos que cuando se trata de algo serio, todo lo que sueltas por la boca es cierto.

–Bueno, a veces necesitas a una tercera persona ajena a la situación para que te haga abrir los ojos –, sonreí –, pero ella tiene razón, que él no merezca amor no significa que tú y tu bebé no lo merezcáis.

–Sé que esto ni por asomo te hace gracia, por más convincente que trates de parecer, seguirás siendo peor que la de la tele tienda. –, suspiró –. Yo también fui un error, y todos incluidos mis abuelos le decían a mi madre que yo no podía ser buena para ella, que podía arruinar su futuro –, explicó, triste –. Pero aquí estoy, mi madre siguió adelante, sola, sin nadie que la ayudase, su pareja en ese momento desapareció de la faz de la tierra, dejándola sola con un bebé a quien nadie quería, si ella pudo yo también, y con apoyo o sin el no pienso renunciar a mi hijo.

–Y no lo harás, sé que he dicho cientos de sandeces –, miré sus ojos, rogando que me perdonase por haberle dicho que abortase y que su bebé era un error –, tengo la costumbre de decir las cosas sin pensarlas, sin ser consciente del daño que puedo causar... Y lo siento –, me volví a disculpar –. Me guste o no estaré dispuesta a ayudarte en todo, tú no estás sola, eres mi hermana... y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que ese niño tenga una buena vida.

Una débil sonrisa creció entre sus labios, me sentí aliviada al haber podido arreglarlo tan fácilmente, fueron las hormonas seguramente, porque si no fuese porque mi hermana está tan sensible, conseguir que aceptase mis disculpas hubiese sido imposible.

Pov. Jade:

Un par de horas más tarde, las hermanastras aparecieron por fin, hablando y riéndose de cualquier cosa que estuviesen hablando, me sentí feliz al presenciar que se habían disculpado, entendía a Leigh-Anne, pero también a Perrie, es doloroso ver que un tipo tan indeseable como Jordan se salga con la suya, era lo que quería, ver a Perrie sufrir por lo que le había hecho, pero Perrie amaba a su hermana y la admiraba, ambas lo hacían, y sabía que nada en el mundo las podría separar, y ambas, incluso yo, estaríamos dispuestas a hacer de la vida de aquel bebé una increíble, saludable y feliz.

–Huele bien –, susurró Perrie desde la puerta.

–Especialmente bien –, su hermana cerró los ojos, disfrutando del olor que le inundó las fosas nasales –¿Has cocinado Jade?

–No, he pedido pizza –. Rodé los ojos, cogí las cajas y las llevé a la mesita que había frente al sofá –, ojalá reaccionaseis así cuando cocino, maldita pizza.

–Mejor dicho, malditos italianos –, se burló Perrie, cogiendo una porción para después lanzarse en el sofá.

–Veo que os habéis arreglado –, sonreí, mordiendo mi comida.

–Si... Oye, ¿Esa es de cuatro quesos? –, asentí –. ¿Por qué la tuya es distinta a la mía?

–Porque la que a vosotras os gusta, a mí no me gusta –. Perrie me miró desde arriba, con el ceño fruncido.

Se abalanzó, mordiendo mi porción, el resto de pizza que quedaba entre mis manos acabó entre mis piernas, ensuciando mi ropa.

–¡PERRIE! –, dijo su hermana –. Eres un animal.

–¡Si! –, me quejé limpiándome como pude la horrible mancha de tomate y aceite de mi camisa absolutamente blanca –, ¿Por qué no simplemente coges una porción y ya está?

–Porque me gusta molestarte princesa, ya lo sabes –, guiñó un ojo.

La maldije en silencio, al poco rato, volvió a hacer lo mismo, esta vez la pizza no se cayó sobre mí, agarró mi brazo y lo movió en su dirección para comerse mi comida.

–Señor, dame paciencia –.

En aquel momento, Perrie rompió un pedazo con la mano, colocándoselo en la boca, se acercó a mí, para que mordiera también.

–No somos la dama y el vagabundo –, me quejé.

Perrie empezó a hacer ruidos extraños y a señalar la comida, me moví para morderlo y cuando lo hice Perrie atrapó mis labios.

–No, no lo sois, y desde luego Perrie no es la dama –, dijo su hermana desde el otro lado.

Sonreí separándome de ella, me limpié la comisura con la yema de mi dedo, y las tres empezamos a reír, ignorando la televisión. 

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora