Pijamada

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- Iré a cambiarme - Le dije mientras entraba al cuarto de baño.

Estar en la misma habitación, era algo que no me alteraba, dormir en la misma cama, era algo que no me alteraba, ir a cambiarme en su baño, era algo que no me alteraba y como dije era.

Ésta noche lo que hacía con ella tan natural, se ha convertido en un verdadero tormento para mi. Aunque parezca calmada y sin nervios, tengo todo eso y más. La razón, dormire con mi novia, tal vez ella no le vea nada de malo y si yo dejo de verle lo malo también estaría así, equivocada, mi chica de ojos chocolate tal vez no ha caído en cuenta de lo que vamos hacer.

Ambas veíamos una pelicula de terror, bueno ella veía la película, yo la veía a ella, era hermosa y sus expresiones faciales, hacían que me encantara más. Las palomitas en medio me daban seguridad, hasta que se acabaron y ella quito el plato, se acercó a mi, tomo mi mano y la paso por detrás de su cuello y se recosto en mi pecho.

Estar así era muy agradable, tanto que me fui quedando dormida mientras acariciaba su espalda, eso fue hasta que un grito me hizo despertar abruptamente.

- Qué, qué, qué pasó - Mire a todas partes y me encontre con alguien sentado encima de mis piernas y tenía una sonrisa pícara, era una copia pequeña y de ojos más claros que mi novia - Carmen, que pasó y tu hermana -

- Salió detras de Shane, la ha sabido mojar toda -

- Y por qué hizo eso -

- Venganza - Dijo la pequeña, yo la tome entre mis brazos llevandola a mi lado en la cama.

- ¿Venganza? -

- Rowan lo asusto en la última pijamada que el tuvo y tú eres su pijamada - Me reí al pensar en lo juguetona que podía llegar a ser mi castaña.

- Y tú estas aquí por qué -

- Me gusta tu compañía - Su comentario me agrado y le regale un abrazo.

- Hora de dormir Carmen - Escuche desde la puerta, la pequeña se despidió de mi y luego de su hermana dandole un fuerte abrazo, esta le dijo algo al oído que no pude escuchar - Mañana, es una promesa -

Y con esto su hermana salió, mi castaña se quedo mirandome y yo toque con mi mano el lado de la cama donde ella iba a dormir, me sonrió y corrió de una forma graciosa hasta su lado.

Ambas nos acomodamos para dormir mirandonos y entonces caí en cuenta de lo que estaba pasando. ¿Nervios? Todos, pero me atreví a besarla y luego ubique mi cabeza entre su cuello y hombro, hundiendo mi nariz en su piel y aspirando su olor. Creo que acabo de encontrar mi lugar favorito para dormir, porque minutos después ya no estaba en el mundo de los despiertos.

ROWBRINA VILLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora