14.

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—  Eh, deja de darme codazos — se quejó Alex detrás de mí.

— Eres tú el que no para de arrimarse... Y yo necesito mi espacio para dormir — dije intentando abrir los ojos.

Apartó su brazo y me dio la espalda.

— Antes no me pedías precisamente espacio — bromeó.

Yo, ofendida, traté de taparme antes de tirarle una almohada. Él se volvió hacia mí y me dio un beso rápido. Rodé los ojos y enredé mis dedos en su pelo. Se volvió a acercar y ésta vez yo junté mis labios con los suyos. Eran tan suaves como los mechones de pelo en los que enrollaba mis dedos. Cuando el beso comenzó a subir de tono me subí encima suyo.

Y me desperté.

Hice una mueca desagradable cuando noté que estaba sudando. Menudo calor hacía en esta casa. Miré al sillón de al lado, Alex seguía profundamente dormido.
¿Por qué coño había soñado eso? No veía por qué mi mente debía recordarme ese momento. Sentí mis mejillas tornarse rosadas sólo por haber soñado eso con Alex delante, aunque él ni siquiera se diera cuenta. ¿Se acordaría él de ese día? Al fin y al cabo no fui la única que perdió la virginidad entonces.
Suspire y volví a mirar al sillón, sería incapaz de volverme a dormir. Pensé en volver a mi casa y así al menos podría ver la televisión allí. Miré a Alex una última vez antes de abrir la puerta del salón. Su boca estaba medio abierta y su pelo enredado y despeinado, volví a recordar como se sentían mis dedos entre su cabello...

— ¡Para! — susurré más alto de lo que debía.

Hablo demasiado alto conmigo misma. Entrecerró los ojos, se veía que intentaba abrirlos más pero no lo conseguía.

— ¿Liv? — preguntó somnoliento.

Le sonreí vagamente.

— Eso creo.

Debajo de sus ojos había unas ojeras considerables. Sus ojos estaban algo rojizos. Sólo has hecho que empeore y encima pensabas irte. Ahí estaba otra vez la culpabilidad.

—  ¿Ya te vas? — denotaba cierta tristeza en su voz.

— No, sólo me acababa de despertar — dije alejándome de la puerta.

— ¿Tan pronto?

— Una pesadilla — había algo de ironía en esta respuesta, pues ni se asemejaba.

— ¿Sabes que no te retengo aquí, verdad? Vete si quieres — río levemente, aún intentando separar sus párpados para mirarme.

— Me iré cuando te prepare algo para que no tengas tan mala cara.

Las comisuras de sus labios se elevaron en un amago de sonreír, pero quedó en un intento. Fui a la cocina y le hice una manzanilla. Busqué entre los cajones y armarios para ver dónde estaban los medicamentos y cuando los encontré cogí el que siempre solía tomarme cuando enfermaba. Suponía que tenía gripe. Le llevé todo y se levantó del sillón con lentitud.

— Espero que tengas gripe — dije y dándome cuenta de mi estupidez me rectifique rápidamente —. Quiero decir, que espero que sólo sea eso porque sino no sé que traerte.

Me miró divertido. Debía de ser un espectáculo cuando estaba nerviosa.

— ¿Qué soñaste? Me has sudado el sofá — preguntó.

Me quedé helada. En mi cabeza rondaban mil mentiras que contarle. Quería decírselo y preguntarle si recordaba aquello, pero esa no era una opción.

— Soñé que me ahogaba en un río — decidí no añadir detalles.

Hizo una mueca mientras bebía la manzanilla.

— Yo... Mejor me voy. Quiero cambiarme ya — expliqué.

Él asintió. Mi mente tenía más prisa que mis piernas por salir de allí, por lo que mi paso era patoso. ¿Cuántos años tienes, maldita sea?

— Adiós — dijimos al unísono.

Solté un suspiro al salir de ahí.

*// ¹ He hecho un one shot navideño, por si alguien se quiere pasar

² ¿De dónde son? Me entró curiosidad *la ignoran*

whatsapp; alex turner.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora