13.

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Como había predicho, Aaron se fue con una chica y me dejó sola con Alex, quien por cierto, no tenía muy buen aspecto. No debería de haberle traído.

- ¿Qué tal si nos vamos? - propuse.

Él negó varias veces y pidió una copa.

- No, quiero estar contigo - dijo bebiendo un sorbo de su bebida.

Me sentía algo mal habiéndole traído estando así. Así que insistí en volver a casa. Pero él seguía negándose.

- No tienes buena cara...

- Tu también estas preciosa - rió a duras penas -. Eres encantadora.

- ¿Te apetece un maratón de películas? - pregunté.

En realidad el plan era llevarle a casa y que se quedara dormido nada más abriera la puerta.
Sonrió y asintió. Así se veía algo tierno, sinceramente. Me gustaba esa sonrisa.
Así, cogimos un taxi y fuimos a casa. Mientras íbamos podía ver de reojo como cerraba los ojos y los abría de repente. Parecía un niño.

Cuando llegamos a su casa se tiró de cabeza en el sofá y esperó a que pusiera la televisión, pero sus párpados no aguantaron más. Me acerqué a él lentamente para comprobar si estaba completamente y busqué por la sala una manta para taparlo. ¿Desde cuándo me había vuelto su madre?

Fui a su habitación y abrí todos los armarios hasta encontrar una manta. En lo que salía mi mirada se posó en una estantería; en un cuadro, para ser más precisos. Era una foto suya con su padre de hace unos años, pero lo que me llamó la atención fue un dibujo que había colocado en una esquina del marco. Recordaba perfectamente que ese dibujo se lo había hecho yo, y había tardado bastante en hacerlo, pero fue hace tanto tiempo... Pasaron tantas cosas, que no sabía que conservaría algo tan insignificante.

Borré la sonrisa tonta de mi cara y volví al salón. Puse con cuidado la manta por encima suyo y con sigilo me dispuse a salir de allí.

- ¿Te puedes quedar? - dijo en un hilo de voz.

Me llevé la mano al pecho por el susto y me giré hacia él.

- Me voy a dormir - susurré.

Tenía la esperanza de que volviera a dormir repentinamente y me diera tiempo a salir. Pero, como antes, me sentaba mal dejarlo así solo.

Me senté en el sillón que estaba al lado del suyo y me quedé observándolo sin decir nada. El ambiente era tan calmado que solo me daban ganas de tumbarme y dormirme. Así que, fui a la habitación y rápidamente volví con una manta para mí.

Vaya cosas, hace unos meses le lanzaba miradas de asco y ahora estoy durmiendo en su casa.

whatsapp; alex turner.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora