Capítulo VI Brebaje

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Miró la comida en su plato, o lo que quedaba de ella; un trozo pequeño de carne, la ensalada y uno que otro picadito de las patatas que él mismo había remojado. Tenía el tenedor en la boca y escuchaba el pequeño sonido de las ramas en la fogata arder y desquebrajarse en cenizas. Estaba cerquita de ella pues bien, él no era bueno a los cambios de temperatura, y a pesar de estar en verano, en aquel momento —cerca del río además—la temperatura había bajado y estaba extrañamente helado, para él al menos.

Por lo tanto estar cerca del fuego sentado en una silla plegable de tela con un plato con comida y disfrutar de la hermosa vista de las estrellas; él no podía pedir más, estaba en su momento de gloria disfrutando de una tranquila cena.

— Casi no te queda salsa Kuro ¿Te gustó?

Lo había olvidado. Estaba acompañado de Shirota.

—Si quieres voy por mas.

Y no espero ninguna respuesta cuando Mahiru ya se alejaba de él para buscar dicha salsa, dejando su plato en una pequeña silla vacía, que el castaño estaba usando.

Después de ver semejante espectáculo natural de las luciérnagas, la carne y comida estaban listas para el consumo, por lo que el anfitrión había llamado a todos a comer, solo hizo un llamado, si lo escuchaban bien, sino, pues no importaba mucho.

Buscó a Hyde con la mirada al ver que Licht estaba solo acompañado de Sendagaya a un costado del río, y ni pistas de su hermano. Seguro había ido al baño.

A lo lejos escucho la risa escandalosa de su otro molesto hermano; Tsubaki, el chico se había instalado cerca de su carpa con sus amigos. No le interesaba mucho.

—Aquí tienes.

Con amabilidad Shirota le daba un poco mas de salsa, y Kuro ya pensaba que tenía un mayordomo por lo atento que se puso el castaño con él de pronto ¿A donde quería llegar? Está bien que quiera ser su amigo, pero que tampoco se le pegue tanto.

—¿Esta buena?

Ya era casi la quinta vez que Shirota insistía en saber si la salsa estaba sabrosa o no. Solo hacía falta ver su plato para darse cuenta. Prácticamente se comió todo por el acompañamiento de dicha salsa, era obvia que estaba deliciosa, así que para que dejara de hablar simplemente le respondió.

—Sabe bien, no está mal.

Y Mahiru sonrió. Ya simplemente quería que el chico dejara de mostrarle tal sonrisa ¿Ahora por qué estaba feliz? ¿No sabe que esa simple mueca hace que se avergüence? Y lo peor es que ni sabe el por qué.

—Que bueno, pensé que tal vez no te gustaría mi salsa.

Casi se atora con la patata. Ahora entendía porque Shirota estaba tan feliz. Y el momento hubiera seguido si no es porque alguien un tanto ruidoso interrumpió. Sakuya, el amigo del castaño había llegado con una silla y se instaló frente a Mahiru a conversar. Llego hablando de quien sabe qué tema, hablando con el castaño como si él no existiera.

Kuro los miró, y Mahiru comía mientras escuchaba la habladuría del de cabellos verde. Verde... algo largo de un costado y ese tono verdoso tan parecido a un...

—Repollo.

Susurró llamando la molesta atención de Watanuki. El chico giró el rostro ceñudo al comentario de aquel —que para él— era un total desconocido. Le miró de mala gana y Kuro le ignoró mirando el río mientras llevaba un nuevo bocado de carne a la boca, acompañado obviamente, de aquella deliciosa salsa.

Mahiru miraba a su amigo hablar de alguna clase de leyenda sobre ese lugar. Claro que él no le creía nada, solo dejaba al chico hablar y hablar, total, parecía feliz. Entonces, cuando miró de reojo al perezoso vio que Kuro ya había terminado su comida, y estaba acomodado de tal manera en la silla que parecía que pronto caería dormido ahí mismo. No pudo evitar que una pequeña risa se le escapara.

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