Love Me Like You Do [+18] ♦KageHina/HinaKage♦

Segundo Paso.

Segundo Paso: Los miedos de Kageyama.

Estado Actual: Se podría decir que tiene posibilidades de afrontar la realidad.

Tiempo Restante: Un año para el gran paso.

Conclusión: Estamos rezando para que no muera soltero y virgen.

—¡Bien! El entrenamiento acabó —exclamó el nuevo capitán de Karasuno, Kageyama Tobio— Vayan a los camarines a cambiarse, apestan.

—¡Sí, capitán! —exclamaron todos.

—Si que tienes ese aire de capitán... —murmuró Hinata, el ahora número dos de Karasuno.

—Pensé que me costaría acostumbrarme... —murmuró el pelinegro con algo de timidez y una media sonrisa.

—¿Bromeas? ¡Eres perfecto! —Shoyo le mostró una sonrisa mientras se dirigían a los camarines junto con los demás.

—Quien lo diría, ahora el rey nos da ordenes —Tsukishima, número tres.

—¡Tsukki! No seas tan malo —Yamaguchi, número 4.

—Cállate, Yamaguchi —murmuró el rubio con esa aura arrogante.

—Parecen una pareja —soltó Hinata— Ah, verdad. Lo son.

—¡Ah! ¡H-Hinata! —el pecoso se encontraba completamente sonrojado, aunque Tsukishima tampoco se quedaba atrás.

—Ustedes deberían apurarse y dar el primer paso, inútiles —Kageyama y Hinata se tensaron.

—¡Tsukishima idiota! Eso es imposible, ¿Verdad, Kageyama? —preguntó el pelinaranja con una sonrisa.

—Claro... Es imposible.

Una punzada, dos, incluso tres, una por una se clavaban en su corazón como cuchillos. Hace un buen tiempo que había sido sincero consigo mismo y se dio cuenta de que el pequeño ex número diez le gustaba, y demasiado. Pero simplemente, no sabía si decírselo o no, pero al parecer, su mente estaba separa entre si decirle o no decirle, y la que llevaba más puntos, pues, era la primera opción. Ambos llegaron a los camarines y comenzaron a cambiarse, arreglaron sus bolsos y salieron del lugar para poder irse juntos hasta donde se les permitiera.

—¡Kageyama! Qué bien que te encuentro —Marin, la profesora de bilogía, estaba a altas horas de la noche en la escuela, y al parecer, buscando desesperadamente a Kageyama.

—Profesora Marin... ¿Sucede algo? —preguntó a la profesora.

—Necesito pedirte un gran favor —respondió esta entre jadeos— ¿Podrías preparar... Un pequeño informe del VIH? Es para mañana...

—¡¿Para mañana?! —se contuvo de decir alguna tontería— Pero... ¿Para qué?

—Mañana habrá una clase especial de bilogía, y queríamos tocar el tema. Nadie ha querido ayudarnos, y como tú eres bueno en esa materia... —murmuró la mujer.